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Videojuegos violentos

Los videojuegos, especialmente para los niños de sexo masculino, son una gran fuente de entretenimiento y de diversión.
Deanna Mason
Experta en educación y salud familiar
8 de octubre de 2019
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Nuestros hijos tienen acceso a videojuegos de múltiples maneras; entre ellas consolas familiares (como la Xbox 360) o comunidades de jugadores en línea a las que se puede acceder a través de nuestro ordenador personal, de nuestro teléfono móvil o de una videoconsola conectada a Internet. Además de este amplio abanico de dispositivos y plataformas, la variedad de juegos que hay disponibles es apabullante.

Con tantas opciones, a los padres les puede resultar complicado saber qué juegos son apropiados para sus hijos. No todos los juegos son apropiados para todos los niños debido a los contenidos, la temática sobre la que están basados o los gráficos utilizados. Y con tanta disponibilidad, es prácticamente imposible que los padres se pongan a probar cada juego –jugando ellos mismos– antes de dejarle a su hijo jugar con él. Por este motivo, un resumen rápido del sistema de clasificación creado por el PEGI (siglas en inglés del Pan European Game Information) puede resultar útil como punto de partida.

Como fuente de información adicional, los videojuegos que vienen en un estuche contienen resúmenes de clasificación (disponible en: https://pegi.info/es) que ofrecen una descripción más detallada del contenido que se tuvo en cuenta a la hora de asignar la clasificación concedida.

Conductas agresivas

Además del sistema de clasificación, los estudios recientes muestran que el uso de videojuegos violentos por parte de los niños está asociado con el desarrollo de pensamientos y conductas agresivas. Así, en dichos trabajos se vio que los niños en edad escolar que jugaban a videojuegos de carácter violento presentaban más pensamientos y comportamientos de carácter agresivo. Un ejemplo de pensamiento violento podría ser creer que está bien pegar a otros niños o fantasear con la idea de pegar a alguien que no es de su agrado. Además, estos niños presentaban comportamientos más agresivos con otros compañeros y con adultos después de haber estado jugando a videojuegos de contenido violento. Los investigadores tienen la hipótesis de que esta conducta es la consecuencia del entorno de “libertad sin responsabilidades ni obligaciones” que estos videojuegos retratan. Esta conexión se debe al mundo de fantasía que crea el videojuego y que muestra un entorno donde los actos carecen de consecuencias, lo que le permite al jugador llevar a cabo acciones agresivas sin que ello le suponga una consecuencia negativa.

Un ejemplo de pensamiento violento podría ser creer que está bien pegar a otros niños o fantasear con la idea de pegar a alguien que no es de su agrado

Basándonos en la información del PEGI y en estos estudios actuales, el mensaje con el que hay que quedarse y que le puede ayudar a decidir qué videojuego resulta adecuado para su hijo es el siguiente: un sistema de clasificación no puede reemplazar la interacción directa de los padres con un juego ni el observar la respuesta de su hijo tras haber jugado a dicho juego. El umbral de aprobación y tolerancia de cada padre/madre, así como la reacción de cada hijo al jugar a un juego son independientes de la clasificación asignada por el PEGI y deberían tener más peso a la hora de tomar una decisión.

Los videojuegos forman parte de las actividades de ocio de la infancia de nuestros hijos. Se pueden disfrutar con moderación y respetando siempre el desarrollo y la sensibilidad propios de cada niño. El ayudar a tu hijo a encontrar videojuegos que satisfagan su deseo de ocio y entretenimiento a la vez que potencias su desarrollo psicológico y emocional se puede lograr familiarizándote y utilizando el sistema de clasificación del PEGI para tomar las decisiones preliminares y luego, tras la compra, haciendo un seguimiento del contenido del juego y de las reacciones de tu hijo a dicho juego. Si te parece que el juego no resulta adecuado siempre puedes sustituirlo por otro para, así, proteger a tu hijo.

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