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¿Y si bajar las ratios no fuera la única solución?

Bajar las ratios, 16 por aula... La reivindicación docente por excelencia cobra más fuerza este curso, en plena pandemia. ¿Hay otra alternativa?
RedacciónJueves, 13 de agosto de 2020
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Los docentes recelan de los grupos burbuja en los que se mantienen las ratios. © K_SAMURKAS

Es una reivindicación de siempre del colectivo docente, que ahora, en plena pandemia, encuentra el respaldo de expertos, pediatras o epidemiólogos. No se trata ahora de pretender una atención más individualizada o de no sobrecargar al docente, sino de una cuestión de salud pública.

Durante la desescalada se puso el límite en 15 alumnos por grupo, pero ese techo duró lo que duró el mes de junio, y ahora, con el nuevo curso escolar, se recuperan las ratios de cursos pasados. Eso sí, en grupos burbuja o grupos estables de convivencia, un concepto que, en realidad, se ideó para ese máximo de 15 alumnos.

Aulas llenas

Cerca del 50% de los docentes españoles se quejaban en una encuesta de la IEA de que en sus clases había muchos alumnos, aunque la ratio apenas ha variado en los últimos 10 años.

En las actuales movilizaciones y en las que se avecinan la bajada de ratios se convierte en un objetivo irrenunciable. Quienes la defienden se amparan en guías para un retorno seguro o en lo que se está haciendo en otros lugares, como Toronto, donde se aspira a hacer las clases lo más pequeñas posibles, o Italia, donde, con las ratios más bajas que España, se ha contratado a 84.000 profesores (en España, CCOO pide 165.000) para reducirlas aun más.

"Pensamiento único"

Así las cosas, el sociólogo y director del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) Mariano Fernández Enguita no cree que la bajada de ratios sea la única salida. Para él las ratios, que se han reducido considerablemente en las últimas décadas, «ya han agotado prácticamente su recorrido».

«La pandemia es una situación terrible para todos y todo: individuos y familias, salud y economía, y eso es lo principal, mas no ha habido elección. Pero, desde el momento en que rompe el espacio, el tiempo y la organización escolares, en particular el aula-huevera, el horario en parrilla y el modelo pastor-rebaño en la relación docente-discentes, constituye una gran oportunidad para aprender y ensayar con espacios, tiempos y agrupamientos, en particular para el aprendizaje colaborativo y para la codocencia, para el aprendizaje autónomo y la diversificación, y para la autonomía de centro y la colaboración escuela-comunidad, para el liderazgo y el trabajo en red», plantea el experto.

En cuanto a las burbujas, «pueden tener sentido como medida provisional de aislamiento en la enseñanza presencial, nada más». Al tiempo, considera que pueden formar parte de «agrupamientos más amplios con mayores distancias interindividuales (por ejemplo, media docena de burbujas compartiendo un polideportivo para leer, ver una proyección o trabajar en sus dispositivos) o simplemente virtuales». «Pero pueden reducirse a otro nombre para los viejos grupos-aula y reforzar su aislamiento, o convertirse en el nuevo argumento del pensamiento único, la demanda insaciable de reducción de las ratios», finaliza.

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