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Otra oportunidad perdida para unir familia y escuela

En la primera ola fueron las grandes aliadas para que el aprendizaje no se interrumpiera. En la segunda sigue siendo una figura desdibujada a la que no se tiene en cuenta.
Saray MarquésMiércoles, 11 de noviembre de 2020
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Este año las familias han de quedarse fuera de la mayoría de los centros educativos. © ALEUTIE

“No me gusta hablar de oportunidades vinculadas con esta crisis, pero es cierto que ha sido una coyuntura en la que en muchos centros educativos se han creado estructuras que deberían haber sido creadas hace tiempo, estructuras digitales para la colaboración en diferentes planos… Sin embargo, al tiempo se han evidenciado grietas, como la de la información o comunicación con las familias, que no se ha atendido lo suficiente y este curso va a ser trascendental”. Así reflexionaba hace unas semanas el investigador Fernando Trujillo, coordinador de Aprender y enseñar en tiempos de confinamiento (Catarata), en que, junto con su equipo de Conecta 13, analizó el impacto de la primera ola de Covid-19 sobre el sistema educativo.

Con esta idea se acerca a las conclusiones del informe de la ONG suiza Oidel, que concluye que el acompañamiento educativo a las familias fue la asignatura pendiente de los gobiernos europeos durante el cierre de centros. En el estudio se analizan las estrategias en cinco regiones: África, Estados Árabes, Asia y Pacífico, Europa y Norteamérica y América Latina y el Caribe. Además, se estudia más en profundidad cómo reaccionaron 16 países: Argentina, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Colombia, Francia, Alemania, Guyana, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda, Singapur, España, Suiza y Reino Unido.

Por regiones

Del análisis se deduce que más de la mitad de los países de Europa Occidental y Norteamérica no desarrollaron un plan de apoyo específico a las familias durante y después del confinamiento, siendo las regiones de América Latina y Asia más sensibles hacia esta necesidad.

La inmensa mayoría de los países (85,9%) ofrecieron al alumnado material online para que no se frenara su aprendizaje, mientras que el 73% se decantó por emisiones de radio y televisión. Sin embargo, este equilibrio fue a la inversa en África, del 69% de material online y el 92,9% de programas educativos. Y fue en Europa donde mayor fue la distancia entre internet (94,1%) y los medios audiovisuales tradicionales (52%), lo que no impidió que, en el caso de España, se emitiera un programa televisivo, Aprendemos en casa, fruto de la colaboración entre el Ministerio de Educación y Formación Profesional, a través del Intef, y RTVE.

Sin embargo, la mayoría de los países no dispuso de materiales online específicamente enfocados a padres. Si bien en un 31,4% estos los contemplaban como actores, solo en un 16,8% iban especialmente destinados a las familias. En el caso de Europa y Norteamérica, un 55,8% de los materiales se olvidaba de esta figura, mientras que solo un 18% de las iniciativas iban específicamente encaminadas a dar soporte a los padres y madres. Y eso que, como subraya el informe de Oidel, “si algo hemos aprendido de esta crisis es la importancia del rol de los padres”. Al tiempo, parafrasea a la relatora especial del derecho a la Educación de Naciones Unidas, Kombou Boly Barry, que ha enfatizado la importancia de la confianza mutua entre instituciones, escuelas, familias y comunidades para salir de esta crisis.

Por países

Lo cierto es que la gestión de la pandemia de Covid en su dimensión educativa ha abarcado desde febrero de 2020 un amplio abanico de opciones. Hubo países, como Bielorrusia, donde, con un gobierno negacionista, fueron las propias escuelas las que cerraron voluntariamente. Y otros, como Nepal, donde, ante la inacción del Gobierno, fueron los propios profesores, a través de su asociación, los que lanzaron los materiales de la campaña Cada casa una escuela. Los hubo, también, como EEUU, donde, según el informe, “una sólida mayoría de padres y profesores sintió que estaba preparada para el cierre de centros y el aprendizaje online”.

Respecto al trato concreto a las familias, también las experiencias varían por países e incluso por centros educativos. Así, en Suiza, donde tiene la sede la ONG Oidel, promotora de la libertad de enseñanza, se aprecia un mayor contacto con los padres desde las escuelas privadas que desde las públicas. El informe menciona entre las buenas prácticas las escuelas católicas suizas, privadas, pero también escuelas musulmanas francesas, como el colegio sostenido con fondos públicos “Ibn Khaldoun” de Marsella, que creó una red de familias para que pudieran ayudarse entre ellas. Cita “La Sainte Union”, de Londres, que ayudó a los padres a atajar su ansiedad, o el apoyo psicológico para padres ofrecido por el Gobierno italiano, que les ponía en contacto con un experto que les daba consejos ante sus dudas concretas. Pero también las guías publicadas en Singapur para ayudar a los padres con los desafíos del aprendizaje online o los interesantes materiales para padres en la provincia canadiense de Alberta, como “Open School British Columbia” y “Alberta_My Child’s Learning”.

Pese a que en el informe se enumera un buen número de buenas prácticas, además variadas, este asevera que “queda mucho margen de mejora en el apoyo a los padres”.

Lecciones para la segunda ola

Para el director general de Oidel, Ignasi Grau, sería necesario, al afrontar esta segunda ola, tener en cuenta algunas lecciones de la primera. La principal, que “la simple provisión de material tecnológico no es suficiente”. “Esta debe ir acompañada de estrategias técnicas para garantizar que todos los niños puedan acceder al material educativo, y de estrategias más holísticas que tengan en cuenta todo el entorno del niño para que el proceso de aprendizaje se dé con el acompañamiento necesario”, apunta.

“Lo que no podemos hacer es recurrir a las familias en momentos de crisis otorgándoles una gran responsabilidad, y que esto luego no se corresponda a la confianza y derechos otorgados”, prosigue Grau, para quien un buen indicador del sentimiento de falta de apoyo o de incomprensión de las familias por parte de las autoridades gubernamentales es el incremento del homeschooling: “Solo en EEUU ya hay más de ocho millones de niños homeschoolers, y con el Covid el número ha crecido de forma significativa”.

Otro sería el hecho de que, en España y otros países europeos, “las asociaciones de padres no se sientan consultadas sobre las estrategias relativas a contener el virus en la escuela”. De hecho, son varias las asociaciones que han surgido este curso por el desacuerdo de los padres con la gestión educativa de la pandemia, bien por las medidas de seguridad sanitaria implementadas, por considerarlas demasiado estrictas o demasiado laxas, bien por el régimen elegido (semipresencialidad en algunos cursos de Secundaria) o bien por los recursos facilitados a los alumnos y familias durante las cuarententas domiciliarias.

También reconoce Grau que en este contexto escuelas privadas y concertadas tienen las de ganar, pues “debido a su mayor autonomía cuentan con mayor flexibilidad en la implementación de estrategias para combatir el Covid de las que luego se puede beneficiar el conjunto de las escuelas”. Unas escuelas concertadas que escolarizan al 28% del alumnado en España, frente al 8% en Italia (escuela paritaria) y al 13% y 14%, respectivamente, en el Reino Unido y Francia.

Ya en mayo, un estudio de los sociólogos de la UAB Xavier Bonal y Sheila González alertaba de esta ventaja de oportunidades de aprendizaje para los alumnos de la Concertada y de la Privada, que durante el confinamiento se plasmaba en el trabajo escolar, la comunicación online con el profesorado, la recepción de mails y el encargo de tareas y trabajos y ahora, en la segunda ola, se refleja en las opciones que se dan de aprender desde casa al alumnado vulnerable al Covid o conviviente con vulnerables, en la continuidad educativa durante las cuarentenas y en el mayor o menor grado de presencialidad en los cursos superiores.

España, fuera del 'top ten' de libertad de enseñanza

Oidel elabora un ranking mundial de libertad de enseñanza. En la última edición (2019), España se encontraba en el décimo puesto, pero para el director de Oidel, «sin lugar a dudas», España no figuraría hoy en ese ‘top ten’. Así lo explica Grau:

  • «España ha abierto el melón de la ley educativa en un contexto de crisis y ha tensado a muchos actores con decisiones sensibles en un momento complicado, como la exclusión de la escuela concertada en los planes de apoyo gubernamentales o el debate sobre la subida del IVA. Es significativo que en el diseño de la nueva ley se haya saltado el proceso de consulta a la sociedad civil, incluyendo las asociaciones de padres, sobre todo tras las recientes experiencias traumáticas».
  • «También en Italia las escuelas no gubernamentales fueron muy poco apoyadas por el Gobierno, provocando el cierre de algunas de ellas en este inicio de curso».
  • «Inglaterra aseguró los gastos de todas las escuelas no gubernamentales durante esta crisis para que se pudieran focalizar en la Educación y no en sus problemas financieros».

Familias contra unos protocolos "mejorables"

© AJAI

El movimiento de las familias este curso es mucho y en distintas direcciones. A las asociaciones y federaciones de padres y madres tradicionales, que han venido reclamando una Educación presencial y de calidad este curso, se han sumado, por ejemplo, Familias por la revuelta educativa, una asociación catalana con en torno a 3.000 familias que han decidido que sus hijos no acudan a las aulas “por la falta de seguridad ante los contagios de Covid-19” y que incluso han denunciado ante el Ministerio Fiscal al Departamento de Educación y la Agencia de Salud Pública de Cataluña por su gestión de la pandemia. Otras, como Derecho a la Enseñanza sin riesgo en pandemia (Derpa), están conformadas por familias y docentes.

Pero también las hay, sobre todo en el País Vasco y Navarra, que piden que acabar con el protoloco anti Covid en las aulas, por considerar que algunos colegios “han tomado aspecto de escenario militar en nombre del cuidado de la salud física”.
Es el caso de la plataforma Haurrak Ere Bai (Los niños también), que pide una aplicación “más humana” de los protocolos. Reclama asimismo que los niños puedan quitarse la mascarilla en espacios abiertos y en Educación Física y que se realicen actividades en la naturaleza “en la medida de lo posible”. “Según el protocolo establecido, las familias hemos sido expulsadas de los centros educativos. Aún así, creemos que el hecho de no poder acceder a los espacios del centro no significa que no se pueda hacer un trabajo colaborativo” destaca Haurrak Ere Bai.

Junto con Hatsa Batzarra, Aske, Orioko HezkuntzaHerrian y diversas asociaciones de padres de Urola Garaia, Lezo, Deba y San Sebastián solicitaron en un comunicado conjunto revisar las medidas actuales, “mejorables”, en busca de “un equilibrio entre los derechos y necesidades de los niños y la contención de la pandemia” y elaboraron una carta que han entregado en las delegaciones territoriales de Educación junto con una petición de reunión con las autoridades educativas tanto del País Vasco como de Navarra.

El fantasma de la brecha de género ataca con fuerza

Según el estudio de Xavier Bonal y Sheila González Confinamiento y oportunidades de aprendizaje, en las primeras semanas del cierre de centros las madres se implicaron casi el doble que los padres en las tareas escolares. Así, el 79% de las madres afirmaba que ayudaba a sus hijos e hijas habitualmente con las tareas escolares en general, porcentaje que se reducía al 43% en la ESO y al 22% en la postobligatoria, pero los porcentajes eran marcadamente inferiores en el caso de los padres: 45% en general, 22% cuando los niños llegaban a la ESO y 12% si ya estaban en la postobligatoria, un panorama “desalentador”, según la propia González.

Eran semanas en que el miedo a la pérdida de empleo sobrevolaba sobre los hogares (un 23% lo había perdido, de hecho, cuando se volvió a pasar el cuestionario en mayo, y el 17% de los encuestados tenía todavía este temor).

El drama laboral fue mayor para las mujeres. Así, según un análisis de ONU mujeres los trabajos feminizados han estado un 19% más en riesgo durante la pandemia. Mientras, un informe de la consultora McKinsey asegura que una de cada tres mujeres se ha planteado dejar de trabajar o reducir su jornada durante la pandemia. En el Reino Unido, más del 80% de las trabajadoras con hijos han visto empeorar su salud mental durante el confinamiento.

Este curso, con los colegios abiertos en España, la situación no mejora, pues son las madres las que en su mayor parte se quedan al cuidado de los hijos en los casos de cuarentena. Para los expertos, la pandemia ha supuesto un retroceso de una década en los avances logrados por la mujer en el terreno laboral y una vuelta a normas de género de otra época, con las mujeres casadas y con hijos penalizadas frente a sus colegas hombres o mujeres solteras y sin hijos.

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