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La importancia de la estimulación sensorial

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® Aleksandra

Desde el momento del nacimiento (e incluso antes del mismo), los niños ya cuentan con la capacidad para recibir e interpretar información sensorial de su entorno (sonidos, olores, caricias, contrastes visuales…) y de su propio cuerpo (sensación de hambre, frío y calor…). Así, por ejemplo, la audición ya está activada antes de nacer y el feto puede percibir sonidos de alta intensidad en el interior de su madre.

Además, durante los primeros meses y años de vida, el desarrollo sensorial y perceptivo en los niños será muy significativo e importante, ya que los avances en esta área conformarán las bases del resto del desarrollo (motor, cognitivo, lingüístico, social y afectivo).

Así, a través del desarrollo perceptivo los niños aprenden a codificar la información que les llega de cada estímulo y pueden empezar a diferenciarlos y clasificarlos en función de sus características, lo que le permitirá comprender el mundo que le rodea. Por ejemplo, a través de la percepción táctil, podrán diferenciar los objetos fríos y calientes, lo que le permitirá posteriormente aprender protegerse de los estímulos que pueden quemarle.

A medida que los niños van teniendo cada vez más experiencia perceptiva y los objetos y los hechos del mundo que le rodean les son más conocidos para ellos, pueden empezar a actuar sobre ellos de forma más adaptativa en coordinación con el sistema motor (por ejemplo, pueden más coordinadamente tocar los objetos con la mano, con la boca, lanzarlos y escuchar su ruido contra el suelo, etc). Además, cuando ya son capaces de gatear o andar hacia el objeto, tienen más posibilidades de coger, tocar, ver, sentir y probar acciones nuevas sobre los objetos, de manera que aumenta todavía más su aprendizaje sobre los objetos y sobre el mundo.

A medida que los niños van teniendo cada vez más experiencia perceptiva y los objetos y los hechos del mundo que le rodean les son más conocidos para ellos, pueden empezar a actuar sobre ellos de forma más adaptativa

En esta área, será especialmente importante el desarrollo de la percepción auditiva, ya que permitirá al niño reconocer los sonidos del habla y junto al resto de capacidades para identificar perceptivamente los objetos y clasificarlos según sus características, propiciará la aparición del lenguaje (la capacidad de pensar con palabras).

Por otro lado, la mejora en su capacidad para diferenciar cada vez mejor los estímulos e interpretarlos a través de los sentidos, permitirá junto con el desarrollo motor y la aparición del lenguaje, que los niños puedan empezar a manipular mentalmente esos estímulos y pensar en ellos (lo que sentará las bases para los futuros aprendizajes académicos como las matemáticas). El conocimiento perceptivo de los objetos y de los hechos permitirá también que se desarrolle el componente emocional hacia ellos (si me gustan o si no me gustan, si los busco o los rechazo).

El conocimiento perceptivo de los objetos y de los hechos permitirá también que se desarrolle el componente emocional hacia ellos

Del mismo modo, la preferencia innata que tienen los niños desde su nacimiento hacia los rostros humanos y hacia otros estímulos sensoriales de sus principales figuras de apego (como el olor o el tono de voz de su madre o de su padre), permitirá el establecimiento del vínculo entre el niño y sus cuidadores y sentará las bases para el desarrollo socioemocional posterior del niño.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es importante que tanto los padres como los educadores ofrezcan a los niños desde sus primeras etapas, un ambiente rico en estímulos (sin pasarse, ya que la sobreestimulación puede ser contraproducente) adaptado al nivel de maduración de cada niño y dejando también espacios para que pueda activar su curiosidad y creatividad innata mediante el juego y la experimentación libre con los objetos, personas y el mundo que les rodea.

Así, algunos ejemplos de actividades que pueden realizarse con los niños en sus primeras etapas para estimular su capacidad sensorial y perceptiva son:

De 0 a 3 años:

  • Estimulación visual: poner materiales móviles por encima del niño mientras está tumbado: cintas, guirnaldas, globos, plumas, etc., localizar un objeto y señalar donde está para cogerlo, jugar al cucú-tras, a los cinco lobitos, enseñarle cuentos con dibujos contrastados…
  • Estimulación auditiva: Hablarle o cantarle suavemente mientras se le limpia o se le baña, hacer sonidos con campanillas, sonajeros, instrumentos musicales, etc., poner música relajante…
  • Estimulación olfativa-gustativa: Tocarle los labios con alimentos de distintos sabores, dar alimentos de diferentes texturas, espesor y temperatura, dejar que huela diferentes aromas de especias o cosas, etc.
  • Estimulación táctil: hacer masajes, identificar la temperatura del agua cuando se lavan las manos, jugar con arena, plastilina, tejidos, papeles, legumbres, etc., hacer ejercicios de pisar distintas superficies como césped, arena, mantas, etc.

De 3 a 6 años:

  • Estimulación visual: identificar y nombrar los distintos colores, las distintas formas geométricas, reconocer objetos que están arriba-abajo, debajo-encima, etc., jugar al veo-veo…
  • Estimulación auditiva: Aprender a escuchar el silencio, identificar los sonidos ambientales de distintos contextos como el patio, el parque, el aula, nuestra casa, etc., construir palos de lluvia con distintos materiales (arroz, garbanzos) y tratar de adivinar qué llevan dentro por su sonido…
  • Estimulación olfativa-gustativa: Elaborar alimentos como yogures, gazpacho, etc., oler y probar alimentos de temporada, hacer ambientadores naturales con hierbas aromáticas, etc.
  • Estimulación táctil: Tocar y nombrar las distintas partes del cuerpo, aprender a controlar la respiración por la nariz y por la boca, explorar el medio con el tacto (por ejemplo, tocar la corteza de los árboles del parque)…
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