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Bancos de tiempo escolar: alumnos que enseñan, alumnos que aprenden

Hockey, matemáticas, baile flamenco o la preparación del sushi. Los alumnos que participan en un banco de tiempo escolar deciden qué enseñan y qué aprenden de sus compañeros. Mientras, al ritmo de sus 'lecciones', van afianzando su autoestima, el rendimiento académico, sus competencias comunicativas y la cohesión del grupo, y ponen en juego valores como la responsabilidad, la empatía o el saber compartir.
Ana GoñiMartes, 9 de febrero de 2021
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Con el BdTE se pueden conseguir mejoras en convivencia, aprendizaje y comunicación. © IRSTONE

«Había una chica muy tímida. Con el programa, descubrimos que hacía malabares, que es lo que enseñó a sus compañeros. Al acabar la vimos cambiadísima. Era como tener otra niña. Algunos de los alumnos, como sucedió con ella, se abren totalmente». La psicopedagoga Merche Lorenzo describe con este ejemplo uno de los efectos de la implantación de un banco de tiempo escolar en su centro (BdTE), la Escola «Sant Felip Neri», en Barcelona. En él, los alumnos de 1º de ESO dedican una hora a enseñar a sus compañeros y a aprender de ellos, en parejas que cambian cada semana.

La autoestima, el conocimiento de uno mismo y de los demás, la cohesión y la convivencia en los grupos, la comunicación y los aprendizajes son algunos de los aspectos que pueden verse favorecidos por el desarrollo en las aulas de un BdTE. Se trata de un programa, además, sencillo y flexible a las circunstancias y los objetivos de cada docente. Se puede comprobar en Cómo hacer un banco de tiempo (La Aventura de Aprender, Intef) y, más detalladamente y más enfocada al ámbito del centro educativo, en la Guía didáctica Banco del Tiempo Escolar, publicada por la Asociación Salud y Familia y elaborada por Xavier Cacho y Montse Pujol.

Según se recoge en la primera de estas obras, escrita por Sara San Gregorio y Julio Gisbert, un Banco de Tiempo (BdT) es «una herramienta utilizada por un colectivo de personas que intercambian entre sí servicios, favores y conocimientos pagándose entre ellos con el tiempo que tardan en dar o recibir ese servicio, conocimiento o favor, sin que intermedie el dinero. La moneda de cambio es la hora». Nacidos bajo otras denominaciones en Estados Unidos y Japón en los 70, se popularizaron dos décadas más tarde y a finales de los 90 llegaron a España. Existen ejemplos en distintos ámbitos, incluido el escolar.

En el caso de Montse Pujol, profesora y, junto al educador social Xavier Cacho, miembro del grupo de trabajo del BTEscolar del Consorci d’Educació de Barcelona, el interés nació hace más de una década a partir de un caso de bullying en un aula de 1º de ESO. Con él llegó una pregunta: «¿Cómo encontrar la fórmula para que los alumnos se ayuden entre ellos para resolver los pequeños problemas que conllevan las interacciones en un grupo-clase?». De ahí surgió un programa basado en los bancos de tiempo, que queda reflejado en la mencionada Guía didáctica.

Montse Pujol, miembro del grupo de trabajo del BTEscolar del Consorci d'Educació de Barcelona "

Con el 'bullying' llegó la pregunta: ¿cómo encontrar la fórmula para que los alumnos se ayuden entre ellos

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Aplicación en el aula

Su aplicación en un aula consta de tres fases. La primera comprende una serie de actividades previas, «para presentar el banco de tiempo escolar y motivar a los alumnos», según explican Pujol y Cacho a MAGISTERIO. En ella se explica el proyecto y se plantean preguntas del tipo «¿cómo podemos participar todos?, ¿os gustaría aprender de los compañeros?, ¿sois capaces de enseñar?». Se elabora también un listado de conocimientos y habilidades que estén interesados en compartir. Pueden ir desde las técnicas de estudio a la cocina y otras tareas domésticas, el baile, los juegos, los idiomas…

La segunda etapa, el núcleo fundamental del programa, lo conforman las sesiones de ayuda mutua: se ordena a los alumnos por parejas, realizan un pacto (deciden aquello que se enseñarán el uno al otro, incluso con un ‘contrato’ firmado), y lo desarrollan en el tiempo de intercambio con sus propios materiales u otros facilitados por el profesor o el centro. Por último, los alumnos evalúan cada experiencia, así como el programa.

Un banco de tiempo escolar puede ser impulsado por el centro, por uno o varios docentes; puede inscribirse a las tutorías u otras clases y desarrollarse en el horario escolar o fuera de él; puede diseñarse como un proyecto de curso o ser más breve… Existen experiencias de este tipo fuera del currículum y del horario escolar, planteadas como actividades extraescolares, muchas veces relacionadas con bancos de tiempo de los diferentes municipios o barrios.

Sin embargo, el programa propuesto desde el grupo de trabajo en el que participan Cacho y Pujol, según explican, está pensado para incorporarlo al marco curricular de los centros educativos, permite a los docentes trabajar diferentes contenidos y habilidades curriculares y se integra en el horario escolar dentro de una materia concreta (tutoría, matemáticas, ciencias, etc.). «Es muy sencillo de aplicar y muy flexible. Se puede pensar que es un recurso pedagógico que los docentes pueden utilizar en función de las necesidades de sus alumnos y de las posibilidades que ofrezca el centro», señalan. Se ha llevado a cabo en Infantil, Primaria, ESO, educación postobligatoria y de personas adultas: «Puede aplicarse a cualquier grupo de edad, siempre teniendo muy en cuenta qué objetivos se quiere plantear».

Merche Lorenzo, profesora de la Escola "Sant Felip Neri" "

Hay chavales con muchas dificultades de aprendizaje. Te dicen que ellos no pueden enseñar nada

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Cohesión del grupo

En el caso de Merche Lorenzo, que lleva más de una década desarrollando bancos de tiempo escolares inspirados en este programa en la Escola «Sant Felip Neri», el objetivo fundamental este curso, en el que se aplica sólo en 1º de ESO (en otras ocasiones lo han tenido también en Primaria), es la cohesión del grupo, que resulta positivo reforzar por la llegada de alumnos nuevos con el paso a Secundaria. En el de Montse Pujol, el punto de partida fue un problema de convivencia, y la conclusión, que «puede plantearse como un recurso eficiente en la prevención del acoso y la violencia escolar. El simple hecho de ponerse en contacto en parejas les obliga a interaccionar con todos los compañeros, hasta con algunos con los que puede que nunca se haya comunicado. Ayuda a que se conozcan cara a cara, se puedan comprender y llegar a aceptar sus diferencias», señala. Por otro lado, el hecho de relacionarse, compartir y ayudarse, «sugiere que en el momento en que se inicie un problema de convivencia, los mismos alumnos pueden intervenir para desactivarlo. Es lo que nosotros hemos llamado ‘mediación espontánea'».

«Con la aplicación del BdTE se pueden conseguir mejoras en tres ejes principales: convivencia, aprendizaje y comunicación. Los alumnos pueden mejorar su rendimiento escolar, sus habilidades comunicativas y, como beneficio fundamental, en aspectos más relacionados con actitudes y valores, el ‘saber ser’ y el ‘saber estar'», explican Pujol y Cacho. Es más, en todo el programa tiene un peso esencial la participación activa de los alumnos, que deciden los contenidos y habilidades que enseñarán, cómo lo harán y cuáles aprenderán; se trabaja el compromiso y la responsabilidad, expresado en un pacto y un contrato en el que se comprometen a enseñar y aprender de sus compañeros; y pone en juego valores y actitudes como la ayuda mutua, el saber compartir, recibir ayuda, la empatía, etc.: «Todo ello incidirá directamente en la educación de los alumnos, enfocada hacia una futura ciudadanía activa», recalcan ambos.

Merche Lorenzo añade otro aspecto que resulta beneficiado: la autoestima. «Hay chavales que llegan con muchas dificultades de aprendizaje. Te dicen que ellos no pueden enseñar nada. Y cuando tú les explicas que no tiene por qué ser algo académico, que puede ser papiroflexia o cómo jugar a algo o preparar un plato, esto les abre posibilidades. Y acaban diciendo: ‘Lo que me enseñó este compañero, lo enseñaré yo la semana próxima’. Suman aprendizajes y pasan del ‘no sé hacer nada’ al ‘sé hacer y lo sé enseñar'», explica.

Este año marcado por la Covid, en la Escola «Sant Felip Neri» el banco de tiempo escolar se desarrolla únicamente en 1º de la ESO, aunque la pandemia «no ha cambiado mucho» su desarrollo, según explica Merche Lorenzo, puesto que se da dentro de un solo grupo burbuja. Los intercambios de los alumnos se dan en una de las horas complementarias del centro, que forma parte de la tutoría. Cada lunes se organizan las parejas, pactan qué enseñarán y qué aprenderán según la lista que ha elaborado cada uno y hacen el intercambio. Lorenzo y una profesora los supervisan en la clase y en el patio –el espacio adecuado para las actividades más físicas– y evalúan sus actitudes, si preparan los materiales adecuados, etc. Al final del trimestre, los alumnos realizan una valoración del proyecto. Y sí, hay una queja, que explica Lorenzo mientras se le intuye la sonrisa al otro lado del teléfono: «Ninguno cambiaría la actividad; sólo el tiempo que le dedicamos, que se les queda corto».

Desarrollo de un Banco de Tiempo Escolar*

*Fuente: Guía didáctica. Banco del tiempo escolar, Xavier Cacho y Montse Pujol, publicada por la Asociación Salud y Familia.

a/ Fases:

  1. ACTIVIDADES PREVIAS: se llevan a cabo antes de las sesiones de intercambio para presentar el programa y su funcionamiento a los alumnos y motivarlos.
  2. SESIONES DE AYUDA MUTUA: son la esencia del programa y su función es posibilitar el intercambio cara a cara entre los alumnos. Pueden realizarse dentro del horario escolar y se explicitan en un pacto —un ‘contrato’— en el que se detalla lo que cada uno aprenderá y enseñará, los materiales, cuándo y dónde se realizará, etc.
  3. ACTIVIDADES DE EVALUACIÓN: se realizan en distintos momentos para analizar y reflexionar sobre el proceso y la consecución de los objetivos planificados y, si es necesario, para introducir modificaciones.

b/ Papel de los alumnos. Es muy importante la participación activa de los alumnos en la toma de decisiones: en la planificación (por ejemplo, deciden ellos cómo organizar los pequeños grupos para garantizar la participación de todos, qué conocimientos y habilidades enseñarán y aprenderán, cómo lo harán y qué material necesitarán, etc.), en la ejecución y en la evaluación del programa.

c/ Papel del docente/tutor:

  1. GUÍA de la ejecución del programa, en contraposición con el docente que actúa en un sentido directivo. Tiene que implicar a los alumnos.
  2. DINAMIZADOR Y FACILITADOR, motivando la participación activa de todos los alumnos y potenciando todas sus aportaciones.
  3. OBSERVADOR del desarrollo de las actividades y de la evolución global del programa. Tiene que estar atento a las aportaciones de los alumnos.
  4. ANALISTA de estas observaciones, para reflexionar y continuar con el programa o introducir modificaciones que permitan avanzar en los objetivos y en el correcto desarrollo de las actividades.

d/ Objetivos del banco de tiempo escolar:

1 Conocimientos y habilidades: progresar en el rendimiento escolar y los aprendizajes; incrementar la motivación; facilitar el reconocimiento de que todos poseemos conocimientos y habilidades que podemos transmitir; aumentar la autoestima y la autocapacitación de los alumnos.

2 Convivencia escolar: mejorar las relaciones interpersonales y los lazos sociales; fomentar los valores de cooperación y colaboración; promover las relaciones positivas entre alumnos —ayuda mutua, participación, confianza, etc.—, la responsabilidad y el compromiso; facilitar el reconocimiento de todos los alumnos; reforzar el sentimiento de pertenencia al grupo-clase y al centro educativo; prevenir situaciones de violencia y acoso y favorecer la resolución de conflictos de forma pacífica mediante la ‘mediación espontánea’.

3 Habilidades comunicativas: se ven favorecidas por el hecho de que los alumnos tienen que buscar información y preparar el material; seleccionar, ordenar y estructurar los contenidos e ideas; adaptar el discurso al compañero al que vaya dirigido; ser coherentes y comprobar que el otro va entendiendo… Entre los objetivos englobados en este ámbito, está también aumentar la asertividad de los alumnos e incidir en el saber escuchar.

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