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¿Con qué bagaje deben salir las personas de nuestros días del sistema educativo?

Un debate sobre el sentido de la escuela se fija en el potencial transformador del currículo Lomloe. Debilidades como la fragmentación disciplinar, la falta de flexibilidad y de autonomía de las escuelas persisten.
Saray MarquésMiércoles, 13 de octubre de 2021
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© OKALINICHENKO

En una semana agitada en lo educativo, en que hemos conocido la última versión del currículo de Primaria, a falta de su paso por el Consejo Escolar del Estado, y el primer borrador del de Secundaria, el debate organizado por el Capítulo Español del Club de Roma y la Institución Libre de Enseñanza dentro del ciclo La Educación en la encrucijada sirvió como remanso para la reflexión.

Bajo un título de inevitable inspiración institucionista, con el legado de Francisco Giner de los Ríos y de Manuel Bartolomé Cossío muy presente, y moderado por Carlos Magro, de la asociación Educación Abierta, reunió a la presidenta de la Conferencia de Decanas y Decanos de Educación, Carmen Fernández Morante; al histórico de los Movimientos de Renovación Pedagógica Jaume Martínez Bonafé, y al catedrático de la Universidad de Granada, Antonio Bolívar.

En él se fue de lo general  ¿qué se tiene que aprender en la escuela? ¿cuál es la utilidad del conocimiento?– a lo particular, estando España en pleno rediseño curricular y dado que, como subrayaba Magro, “dar sentido al currículo es dar sentido a la escuela».

Frente a “los currículos –cada vez más técnicos y cerrados– caídos del cielo, impuestos a la sociedad, a los estudiantes, a las escuelas, a los profesores” (Magro), Martínez Bonafé animaba a tener siempre presente la pregunta del bagaje con que se ha de salir de la escuela como pregunta ciudadana, no puramente técnica. En cuanto a Fernández Morante, invitaba a salir de “los espacios de confort de las disciplinas, de los grupos de conocimiento, de los formadores” y apostar por un trabajo sostenido y colaborativo. Antonio Bolívar, por su parte, recomendaba seguir el ejemplo de Francia o Portugal, con su perfil de salida de la ciudadanía de la escuela y su base común de conocimientos y competencias, respectivamente, “como conjunto de conocimientos y modos de comportarse en la vida”. “En Francia, para establecer la base común han pasado diez años, en los que ha habido gobiernos conservadores y socialistas. El currículo no va vinculado a cambios políticos, sino que es un asunto profesional. En Portugal más o menos igual. En España hemos tenido esa mala suerte de que, a la hora de determinar qué tiene que recibir cada alumno como ciudadano en la escuela, esté sujeto a determinadas ideologías”, lamentaba.

Nada nuevo

Los tres reconocían que el desarrollo curricular que estamos viviendo no está resuelto “de una manera muy novedosa”, con males que se han vuelto casi crónicos, como la “obsesión por la fragmentación disciplinar” (Jaume Martínez Bonafé), las “jerarquías entre disciplinas, que penalizan los aprendizajes humanísticos, sociales y artísticos frente a otros experimentales o técnicos” o la escasa flexibilidad y autonomía para que escuelas y profesores puedan trabajar otros elementos en un currículo de por sí excesivo (Fernández Morante).

Especialmente desencantado por lo que pudo haber sido y no fue sonaba Bolívar (en el grupo de expertos del Ministerio para redefinir el currículo), aludiendo a movimientos que se repiten con cada reforma –las editoriales apremiando para que los libros estén a tiempo, como si el currículo fueran los libros de texto, las autonomías dispuestas, voraces, a rellenar todo lo no fijado a nivel estatal– y mirando, otra vez, a Portugal: “Ha cambiado gracias a una formación del profesorado más abierta, pero también gracias a un decreto de autonomía y flexibilidad curricular bien llevado que permite acoger según los contextos particulares otras culturas y garantizar según cada contexto lo máximo que se puede sacar de cada alumno. Ese decreto de autonomía y flexibilidad curricular en España se lo comerían las propias autonomías”.

El primer bloque del ciclo –Qué aprender (en un mundo complejo y en cambio)– se completará el 21 de octubre a las 18.00 con una nueva sesión: Un nuevo currículo: objetivos, contenidos, competencias…

  • “En la escuela se debe aprender ciudadanía, los recursos sin los que no se puede ser del todo ciudadano”

Antonio Bolívar, catedrático de la Universidad de Granada

 

  • «Necesitamos un currículo aceptado y bien definido y un currículo flexible respecto al qué y al cómo enseñar»

Carmen Fernández Morante, presidenta de la Conferencia de Decanas y Decanos de Educación

 

  • «De la escuela se debe salir habiendo aprendido a leer, a escribir y a pensar, para poder pensarte en el mundo»

  • «Muchas veces la parafernalia lingüística, la retórica, esconde cuestiones elementales y perfectamente formuladas en artículo 27 de la Constitución. Estamos para que esta personita se desarrolle como persona. La finalidad es muy clara y es un derecho que nos compromete como ciudadanos»

Jaume Martínez Bonafé, profesor jubilado de la Universidad de Valencia

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