fbpx

Dossier Espacio para el análisis y la reflexión

Cómo empezar bien el curso

A la hora de comenzar el curso, es importante que los cambios los vayamos introduciendo de forma progresiva en número y también en intensidad.
Alba Muñoz MasMiércoles, 21 de septiembre de 2022
0

© WUTTICHAI1983

Empezar bien el curso es sinónimo de la vuelta a la rutina. Tras darles permiso para que se la puedan saltar o flexibilizarla, ahora se han relajado aquellos hábitos saludables que habíamos logrado conseguir durante el pasado curso escolar: se levantan y se van a dormir más tarde, el nivel de actividad motora es más alto, las comidas son más caprichosas…

Ahora que se acerca la vuelta al colegio, es importante que podamos llevar una serie de rutinas para lograr una adecuada adaptación a esta nueva estructura.

¿Por qué es importante tener rutina en su día a día?

  • Ayuda a tener buenos hábitos de sueño y alimentación.
  • Les proporciona sensación de seguridad al predecir qué es lo que va a ocurrir después.
  • Genera autonomía en el día a día, realizando tareas necesarias, aunque no sean de su agrado.
  • Aumenta su sensación de autoeficacia en la realización de las tareas.
  • Se genera un ‘’encadenamiento’’, es decir, un aprendizaje que hace que el niño actúe de manera automática.
  • Respiro familiar, por lo que el clima en casa es mejor.

Entonces, ¿qué puedo hacer para volver a retomar estos hábitos?

Aunque las rutinas no serán diferentes, es muy importante que se vayan estableciendo de forma progresiva, según se acerque la vuelta al colegio unas dos semanas antes aproximadamente. Para ello es importante:

  • Ir anticipando los cambios que se van a dar: nos vamos a ir a dormir antes y a despertar más pronto, las pantallas no se utilizarán después de cenar… que se sienta partícipe de los cambios.
  • Aplicar los cambios de dos en dos, por ejemplo, y no crearnos la expectativa de que de un día para otro lo haga con normalidad (dar margen para el error).
  • Aunque los vayamos introduciendo de forma progresiva en número, también deberíamos hacerlo en intensidad. Si, por ejemplo en verano se va a dormir a las 23:00, no podemos establecer el primer día las 20:00 como hora de irse a la cama.

¿Cuáles son esas actividades y por dónde empezar?

1. Hora de irse a dormir. Para que resulte más sencillo, podemos realizar actividades más activas por la tarde para que se vayan a la cama antes. Por ende, sería más fácil que se despierten más pronto.

2. Hora de levantarse. Sería la consecuencia del primer paso, no obstante, podemos probar a ir levantándole 15-20 minutos antes cada día.

3. Realizar ejercicio. Si durante el verano no se han realizado actividades más físicas y con estructura, ahora podría ayudar a regularle salir a correr, jugar al tenis, montar en bicicleta…

4. La hora de la comida. Tanto la hora, como el tipo de menú, o la localización (salón, cocina, habitación…), a diferencia de las anteriores actividades, se puede integrar de forma más directa.

5. Preparar el material escolar con antelación. Además de poner a punto el lugar de estudio.

6. Deberes. A lo largo del verano, no nos hemos expuesto a tiempos atencionales más extensos (mantener la atención, postura, «estar quietos»…), por lo que volver a conseguirlo va a ser algo engorroso. Dependiendo de cada familia, se habrá llevado a cabo o no las tareas escolares durante el verano.

No obstante, e independientemente de lo realizado, es importante que poco a poco se vaya fijando un tiempo de estudio, e ir aumentándolo progresivamente.

Siendo este quizá uno de los puntos menos motivantes para los más pequeños, es recomendable empezar por las mañanas, ya que nuestra capacidad atencional está más «fresca». También es importante que se realicen descansos de cinco minutos (sin pantallas, sin tumbarnos).

Para los más pequeños (menos de 10 años), podemos ir dibujando una serie de pictogramas caseros de lo que va a volver a ser mi rutina (me levanto, desayuno, recojo la mesa, voy al baño…):

De esta forma podemos ir preparándoles a medida que se acerque el curso y hacerles sentir partícipes de todo el proceso, ayudando a generar motivación y la consecución de los mismos.

Este tipo de tablas pueden ayudar a ver de forma más gráfica y visual su nueva rutina y adaptarse más fácilmente.

Además, no debemos olvidar que no solo los niños necesitan esta adaptación después del verano, también nosotros. Para ello, podemos seguir algunos de los consejos y hacerlo conjuntamente: preparar el desayuno juntos, buscar recetas saludables, ir a hacer deporte, leer algún libro… etcétera.

Alba Muñoz Mas es neuropsicóloga en Proyecto 3

0