fbpx

Dossier Espacio para el análisis y la reflexión

Rosa Cañadell: “En el enfoque competencial, el conocimiento interviene de forma accesoria, como puro instrumento”

El objetivo del 'enfoque competencial' (base de la nueva ley y de todo el currículum) "no es la mera adquisición de los contenidos, sino aprender a utilizarlos para solucionar necesidades encarnadas en la realidad”, sostiene Cañadell.
Diego FranceschMiércoles, 21 de septiembre de 2022
0

Rosa Cañadell es licenciada en Psicología. Profesora jubilada. Articulista. Co-fundadora del SIEC (Seminari Ítaca d’Educació Crítica).

En El menosprecio del conocimiento (Icaria, 2021), Rosa Cañadell, junto a Albert Corominas y Nico Hirtt, aborda eslóganes tales como «no hace falta aprender nada, porque basta con aprender a aprender», o «todo el conocimiento está en la Red y allí lo encontrarás cuando te haga falta», que han ido colonizando desde hace años al sistema educativo y a amplios sectores de la opinión pública.

Por qué y por qué vías se desacredita y degrada el conocimiento, y cómo ello propicia la mercantilización de los contenidos y su configuración fuera del control democrático, son las preguntas a las que quiere responder este libro y que la autora aborda en esta entrevista.

¿Crees que todos los gobiernos, de derechas e izquierdas, han asumido las tesis neoliberales de organismos como la OCDE o la Comisión Europea a la hora de diseñar sus políticas educativas? ¿Qué consecuencias tiene esto?
—Creo que así es. Tanto la  LOMCE (del PP), como la LOMLOE (del PSOE-UP), como la LEC de Cataluña (del tripartito de izquierdas) siguen los dictados de la OCDE, la UE, y los postulados neoliberales.

El neoliberalismo en la educación tiene como objetivos principales: abrir el mercado educativo, para que las empresas privadas puedan realizar negocios en este mercado; ofrecer una formación al servicio de las empresas, adecuándola a las necesidades del mercado de trabajo; disminuir la capacidad de la educación de generar conocimiento y pensamiento crítico; transmitir los nuevos valores neoliberales de competitividad y desigualdad y precarizar las condiciones del trabajo docente.

Una característica de esta nueva etapa es la creciente intervención de los organismos internacionales en el ámbito educativo: desde la OMC se preconiza la abertura del mercado educativo y la liberalización de este servicio; el Banco Mundial “recomienda” la privatización y la gestión empresarial de los centros educativos, y que la competitividad entre las escuelas; y desde la OCDE se imponen unas “competencias básicas” que intentan orientar los contenidos de la educación a nivel mundial adecuándolos a las necesidades de los puestos de trabajo.

Las consecuencias son que este modelo educativo no considera ya que es el Estado el que garantiza el derecho a la cultura y a la formación, sino que son los individuos los que deben “invertir” en educación, con lo que los “educandos” o sus familias se convierten en los nuevos “usuarios”, con derecho a elegir y a exigir resultados satisfactorios que rentabilicen su “inversión”. Y los educadores, a su vez, pasan a ser meros trabajadores al servicio de las demandas del mercado, que se limitan a implementar currículos y metodologías que los “expertos” decidieron y que los nuevos gestores de los centros educativos llevan a la práctica de forma “eficaz”: más resultados con menos recursos.

Todo ello nos lleva a una mayor privatización, (en nuestro país, con la consolidación de la doble red y el aumento de los centros privados concertados, las Universidades privadas) y la entrada de las empresas (Google, Telefónica, Banco Santander, La Caixa, etc.) en la formación del profesorado y el diseño educativo, una mayor desigualdad y segregación educativa y unas peores condiciones laborales para el profesorado.

De acuerdo con la tesis de tu libro ‘El menosprecio del conocimiento’ (Icaria), se han impuesto eslóganes tales como “no hace falta aprender nada, porque basta con aprender a aprender”, o “todo el conocimiento está en la Red y allí lo encontrarás cuando te haga falta”, ¿está realmente en crisis la idea tradicional de enseñanza y aprendizaje? ¿Cuál es el papel del profesor entonces?
—La deriva neoliberal no solo mercantiliza la educación, sino que está introduciendo, a partir de la llamada “Innovación educativa”, nuevas fórmulas de aprendizaje con el objetivo de que los conocimientos, valores y actitudes de la educación estén directamente al servicio de las necesidades de las empresas y del propio sistema.

Ya en el 2014, la Unión Europea en sus “Líneas programáticas de la Política educativa” alertaba de la necesidad de “cambiar el planteamiento tradicional y academicista del currículum escolar para orientarlo hacia algunos cambios que impone el desarrollo económico y social».

Ello se ha traducido en una voluntad de desmantelar lo que algunos llaman “educación tradicional”, con la excusa que lo importante no es “saber” sino “saber hacer”. A partir de la idea de que “todo está en internet” hay un menosprecio por la memoria, olvidando que todo lo que “sabemos” es lo que hemos guardado en la memoria. Asimismo, hay un desprestigio de las clases magistrales y una promoción de la idea de que lo que debe hacer el profesorado es “acompañar” al alumnado en su proceso de aprendizaje.

El objetivo del “enfoque competencial” (base de la nueva ley y de todo el currículum) “no es la mera adquisición de los contenidos, sino aprender a utilizarlos para solucionar necesidades encarnadas en la realidad”. Pero el conocimiento solo lo puedes aplicar cuando lo tienes. En este contexto, el conocimiento interviene de forma accesoria como puro instrumento que no está dotado de importancia por sí mismo, no importa si no se entiende o no se comprende su naturaleza, lo importante es si hemos sabido movilizarlo y utilizarlo para resolver la tarea o problema en cuestión. Ello implica una desvalorización del conocimiento.

¿Qué opinas del autoaprendizaje y de la teoría del profesor como guía y no como maestro? ¿Se está menoscabando la autoridad del profesor y su papel como transmisor de conocimientos y de saberes?
—Me parece muy negativa esta idea de que la función del profesorado no debe ser ya la de “enseñar”, sino la de “acompañar”. Este cambio de rol va también en detrimento del conocimiento, ya que la función de instruir, de transmitir conocimiento y saberes corresponde al profesorado, que es quien tiene estos conocimientos, y la capacidad de seleccionar aquello que es más relevante: destruir su figura es destruir el saber. Si se devalúa la función del profesorado, se destruye el respeto por «el que sabe» y puede enseñar. Si el profesorado sólo acompaña, ¿quién va a enseñar? La excusa es que «todo está en Google», pero la información que podemos encontrar en Internet es inmensa, sesgada, desordenada, verificada o inventada… y, en todo caso, confundir la «información» que podemos encontrar en internet con el «conocimiento» es un grave error. Para que la información se convierta en conocimiento es preciso analizarla y procesarla, y ¿quién, sino el profesorado, es la figura que puede y debe hacerlo?

"

Si se devalúa la función del profesorado, se destruye el respeto por 'el que sabe' y puede enseñar. Si el profesorado solo acompaña, ¿quién va a enseñar? La excusa es que "'todo está en Google'

"

¿En los últimos tiempos se ha impuesto el falso dilema entre conocimientos y competencias? ¿Qué opinas?
—La primera cuestión es que nadie sabe exactamente lo que significa “enseñar por competencias”. La idea de que lo importante es la aplicación y no el conocimiento es más bien absurda, pues si no tienes el conocimiento no puedes aplicarlo.

Las “competencias” son el nuevo “catecismo” neoliberal y han sido introducidas en nuestro sistema educativo sin ningún debate ni ninguna evaluación. Pero lo más importante es que la «educación por competencias» no es un método pedagógico que sale del mundo educativo, sino que viene del mundo empresarial. Se trata de aquellas habilidades apropiadas a los nuevos puestos de trabajo o de aquellas capacidades que los empleadores necesitan: resolución de problemas, flexibilidad y espíritu emprendedor.

Con el aprendizaje por competencias, como explica Nico Hirtt (2010): «el papel de la escuela ya no es el de transmitir saberes concretos (lo que en buena pedagogía implica evidentemente el ser capaz de aplicarlos), sino solamente el de enseñar a utilizar cualquier saber, preferentemente en situaciones complejas e inéditas». En la práctica, ello implica aparcar todo aprendizaje que vaya en el sentido de ampliar la cultura, estimular el espíritu crítico, fomentar la creatividad, el pensamiento libre, la capacidad de análisis de la realidad y la capacidad de transformar la sociedad… Y, además, como señala Fernández Liria, “la educación competencial y el aprendizaje por proyectos es un sistema que profundiza las desigualdades y abandona su misión ilustrada de elevar el nivel cultural e intelectual de la población” (Carlos Fernández Liria, 2017).

Ello no significa que no sea importante la aplicación del conocimiento, pero una cosa es reconocer eso y otra es basarlo todo en las competencias y los proyectos. Es evidente que hay que mejorar la educación, también con proyectos y competencias, pero cualquier innovación educativa tendría que tener como objetivo buscar aquellas prácticas educativas que mejor ayuden a aprender y a preparar personas libres y cultas, críticas y solidarias y no trabajadoras/es productivos o emprendedores competitivos. La escuela no puede ser una mera fábrica de jóvenes precarios, sumisos e incultos, y esto es precisamente lo que se está intentando con la deriva neoliberal en la educación y con algunas de las nuevas prácticas “innovadoras”.

¿Qué papel debe jugar la memorización en el aprendizaje?
—La memoria es absolutamente necesaria para retener los conocimientos y sin conocimientos no hay cultura, no hay comprensión de la realidad, no hay capacidad de análisis, no hay posibilidad de tener espíritu crítico, ni hay tampoco posibilidad de ampliar el propio conocimiento. «Cuanto más se desprecia la memoria y el aprendizaje de datos, más se favorece que el alumnado recurra al memorismo mecánico, puesto que no tienen en la cabeza los datos y referencias que les permiten articular una comprensión significativa de lo que estudian» (Galindo, Enrique, 2019).

¿Crees que las reformas educativas en España son regresivas y van en la línea de igualar por abajo, en lugar de fomentar la excelencia?¿Qué te parece el debate en torno a la cultura del esfuerzo?
—Creo que el discurso de que no hace falta aprobar o de que nadie debe suspender no ayudan a la excelencia.

El esfuerzo y la exigencia son fundamentales para mejorar el aprendizaje y son la mejor forma de luchar contra las desigualdades. Cuando tú das un mensaje de que no importa el resultado ni si has aprendido mucho o poco, lo único que se consigue es rebajar el nivel general y ello repercute, básicamente, en los sectores menos favorecidos cultural y económicamente.

Es importante poner todos los medios para atender al alumnado con más dificultades, pero no rebajar la exigencia.

"

El esfuerzo y la exigencia son fundamentales para mejorar el aprendizaje y son la mejor forma de luchar contra las desigualdades

"

¿Qué influencia ha tenido el Informe PISA en todas estas derivas educativas?
—Para la propagación de las políticas educativas de la OCDE los Informes PISA son una de las mejores vías. Los famosos indicadores PISA intentan evaluar a todos los jóvenes de todos los países del mundo con las mismas pruebas, elaborando después una lista sobre la “calidad educativa” de cada país. De hecho, el ranking de los resultados de los informes PISA acaban decidiendo qué es calidad, y de manera indirecta, acaban orientando los currículos y las políticas educativas, pues todos los países desean adelantar puestos en el ranking y, por tanto, acaban imponiendo unos conocimientos coincidentes con aquellos que PISA evaluará.

En tu libro hablas también de mercantilización de la enseñanza? ¿Qué quieres decir con ello?
—Mercantilizar la educación significa ponerla “en el mercado”, tanto para hacer negocio con ella, como para el “consumo” como un producto más. Con ello se pierde la noción de la educación como “derecho” de toda la ciudadanía y la obligación del Estado de proporcionarla y se pasa a considerar la educación como una inversión individual y un nuevo espacio de negocio. Para ello, bancos, cajas y multinacionales están entrando en la educación.

Es necesario para el modelo neoliberal eliminar el derecho a la educación para hacerla comercializable, fuente de lucro y de dominación. Al reducir la educación a una simple mercancía se le deja como objeto de consumo: a ella tendrán acceso quienes dispongan de los recursos suficientes para comprarla en los términos en los cuales se ofrezca en el mercado. La educación queda, de esta manera, despojada de cualquier sentido formativo, sustituido por un sentido lucrativo. Se imparte una educación según un modelo tecnocrático: se trata de entrenar mano de obra hábil pero acrítica, por ello, se jerarquizan los campos tecnológicos en detrimento de lo humanístico, ético y social.

Las nuevas tecnologías, que ya hace tiempo que han entrado en la educación, intentan sustituir la escuela tradicional por una educación en línea, sobre todo por parte de las grandes empresas del sector, que ven en la educación un mercado altamente rentable y que aprovecharon la pandemia para materializar sus planes. Estas corporaciones son los principales actores políticos beneficiarios de la transformación digital de la educación en esta emergencia sanitaria, puesto que son las que tienen las herramientas, el hardware, el software, las plataformas, las redes y todos los medios necesarios para producir material de aprendizajes no presenciales. No es por casualidad que el 29 de octubre de 2020 nació en el Estado español la “Alianza por la Educación “HAZ”. Una red política conformada por Fundación La Caixa, Fundación Endesa, Google, Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI) y la Fundación Vodafone España, que la ministra de Educación Isabel Celáa presentó como una alianza “público-privada para transformar el sistema educativo”. Un paso más hacia la privatización y neoliberalización a través del “filantrocapitalismo” y el capitalismo digital.


Otro asunto controvertido es el del adoctrinamiento en la escuela, ¿estamos politizando la enseñanza en España?

—La educación siempre está politizada, ya que ella transmite ideas y valores. Y por ello es siempre objeto de cambios cuando hay transformaciones políticas importantes. Y esto es también lo que está pasando actualmente. La escuela es uno de los elementos importantes para inculcar lo que Christian Laval llama la “racionalidad neoliberal”, que tiene como característica principal la generalización de la competitividad como norma de conducta y la empresa como modelo de subjetivación.

En este sentido el adoctrinamiento que se pretende es el neoliberal: alejar a los alumnos del acceso al conocimiento implica tener ciudadanos sin capacidad crítica, lo que les convierte en ciudadanos dóciles y fáciles de manipular. Y los más perjudicados son precisamente los que más lo necesitan, los más desfavorecidos socialmente, pues se les estafan los contenidos culturales que les permitirían comprender las causas, políticas y económicas, que les han llevado a su situación. (Cañadell, Rosa, 2020)

Frente a este ataque sin precedentes, la defensa de una educación pública es más necesaria que nunca. Esta defensa no puede quedar en manos solamente del profesorado, sino que toda la comunidad educativa y la sociedad en general, debe implicarse, pues se trata de defender un derecho básico y un modelo educativo que ayude a avanzar hacia un modelo de sociedad más justa y más equitativa.

El sistema educativo no debe estar regido por las leyes del mercado, sino por principios de justicia y de equidad. No debemos permitir que se consolide una educación al servicio de las empresas y mucho menos  que las empresas dicten lo que se tiene que enseñar en las aulas. Es preciso que el profesorado recupere su verdadera autoridad y eduque a nuestros niños, chicos y chicas, en un sistema de valores que los ayude a vivir con dignidad y a mejorar esta sociedad, cada vez más injusta y más desigual.

Defender la educación pública implica revertir la situación actual. La progresiva desaparición de los conciertos educativos es un objetivo básico: todo el dinero público debería destinarse a los centros de titularidad pública. Implica, también recuperar la gestión y organización democrática, apostar por el conocimiento, revertir todos los recortes laborales y salariales, así como recuperar los recursos necesarios para atender al alumnado con más dificultades.

No se trata solamente de la defensa de más recursos, sino también de la defensa de un modelo de educación que se aleje del paradigma neoliberal. No es suficiente ganar la batalla de los recursos, es necesario también ganar la batalla de las ideas.

"

El sistema educativo no debe estar regido por las leyes del mercado, sino por la justicia y la equidad. No debemos permitir una educación al servicio de las empresas y que ellas dicten lo que se tiene que enseñar en las aulas

"

Currículum Vitae

  • Profesora. Licenciada en Psicología y Magisterio. Ha ejercido como profesora de Secundaria durante más de veinte años y cuatro como directora de Instituto. Ex-delegada sindical y portavoz de USTEC·STEs (IAC). 

  • Escritora y activista. Miembro fundador del Seminario Ítaca de Educación Crítica (SIEC).Ha publicado numerosos artículos en El Viejo Topo, Cuadernos de Pedagogía, Perspectiva escolar, Público, El Periódico, eldebat.cat, eldiario.es, Docència, Rebelion.org, Universidade e Sociedade, Latin American Perspective y otros. Es coautora de diversos libros, entre ellos ‘Educación pública’ o ‘El menosprecio del conocimiento’. Activista social en defensa de la educación y vinculada a diversos movimientos.

0