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Entrevista a Helena Alvarado Alonso, asesora de la Asociación Dislexia y Familia

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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P. ¿Cómo puede un padre o una madre darse cuenta de que su hijo es disléxico, si el profesor no se lo comunica?
R. Existen una serie de indicadores de riesgo que pueden poner en alerta a la familia durante la etapa infantil y que abarcan tanto aprendizajes como integración de hitos de desarrollo, como por ejemplo, dificultades de asociación de sonido con la letra que corresponde, tienen dificultades para escribir su nombre, dificultades en la expresión verbal, problemas para integrar aprendizajes básicos (colores, formas) dificultades para orientarse en el tiempo y en el espacio (son niños que confunden los términos temporales, por ejemplo, dicen vamos a cenar cuando es hora de comer), torpeza motriz (a la hora de abotonarse, vestirse, etc.), integran mucho mejor la información visual, pueden tender a despistarse, entre otros indicadores. Cada niño disléxico es diferente y no todos tienen las mismas áreas afectadas, pero cuando coinciden varias, es importante estar alerta y demandar al especialista en educación como integra el aprendizaje.

P. ¿A qué edad se presentan los primeros síntomas o los síntomas suficientes para que los padres se den cuenta de que algo pasa?
R. Si bien un niño disléxico lo es siempre, el acceso al aprendizaje en la primera etapa de infantil, a los 3 años de edad, es un momento clave para observar indicadores. Lógicamente en esta edad no se trabaja la lectoescritura, pero si aprendizajes asociados, y a partir de los 4 años es cuando se hace el acceso a las letras y podemos observar ya las dificultades directas.

P. ¿Existen recursos y sugerencias para que los padres se impliquen y estimulen en casa el aprendizaje del niño disléxico? ¿Cuéntame algunos ejemplos, por favor?
R. El trabajo de las letras a nivel fonológico (trabajar las letras y los sonidos) es una buena forma. También las rimas y cualquier juego de lenguaje que facilite el acceso al léxico. El trabajo con imágenes para facilitar la expresión oral y escrita, y la utilización de material más manipulativo (hacer las letras con plastelina, jugar a escribir letras en la espalda y adivinarlas, utilizar letras magnéticas…). Lo importante es que al niño disléxico la información le llegue por diferentes rutas (visual, auditiva, táctil) y no solo por el área escrita.

P. ¿Es conveniente que en clase se trate al niño de un modo especial o eso podría perjudicar sus relaciones con los demás niños?
R. Es una gran pregunta. Cuando diagnosticamos a un niño de dislexia, lo principal es que el niño entienda lo que le pasa y que la familia reduzca presiones y se adapte a sus necesidades. Una vez el niño acepta la dificultad (siempre es bien aceptada puesto que ellos lo primero que piensan cuando no aprenden como los demás es que son tontos) es importante informar al profesorado –por descontado- y a los compañeros por el simple hecho de que si le damos las ayudas que precisa a nivel metodológico –no de contenido dado que son niños inteligentes y pueden acceder bien a la información- los demás y él sientan que se le pone en igualdad de condiciones con respecto al grupo y que en ningún momento se les hace un trato de favor. Si un niño lleva gafas por tener un déficit visual, nadie va a pensar que se está beneficiando más que otro que no las necesita.

P. ¿Conviene separar a los niños disléxicos para que hagan un aprendizaje aparte?
R. No, no es conveniente. La metodología que ellos precisan (de tipo multisensorial) es favorable para todos los niños en su conjunto, es un aprendizaje mucho más vivencial y enriquecedor que el que se da solo a través de los libros. Las adaptaciones metodológicas que se proponen para el aula se deben implementar allí mismo (darles más tiempo, favorecer lo oral por encima de lo escrito, no contar las faltas de ortografñia,…). Otra cosa es que se le de un apoyo escolar a nivel de lectoescritura en reducido grupo, pero si todo se puede implementar en el aula mucho mejor.

P. ¿Es común que la dislexia esté asociada a otros trastornos? ¿Cuáles?
R.Los trastornos más comúnmente asociados es el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad), que se da en 1 de cada 3 niños con dislexia, los trastornos de la coordinación motriz (dispraxias) que se centran en problemas de motricidad, equilibrio y coordinación, la discalculia, que es un trastorno del cálculo también muy asociado, y los trastornos emocionales secundarios a la frustración que genera tener dificultades de aprendizaje y a su poco entendimiento.

P. ¿Qué diferencia hay entre discalculia y la dificultad que tienen con los números los disléxicos?
R.En ambos procesos se halla afectada la memoria de trabajo, por lo que los niños disléxicos pueden tener problemas a nivel de cálculo o de integración de las tablas de multiplicar. Cuando la afectación en operaciones aritméticas es altamente significativa y crea un gran desfase es cuando diagnosticamos un trastorno del cálculo (discalculia), asociado a la dislexia.

P. ¿Hay muchos niños no diagnosticados que consiguen llegar a las mismas metas escolares y profesionales que los demás?
R.Si, sobretodo aquellos que tienen unas capacidades intelectuales más altas y soportes ambientales (familia, entorno social) que favorecen su adaptación. Pero ello no significa que no sufran y que no tengan que hacer un gran sobreesfuerzo para alcanzar estas metas. Actualmente estamos diagnosticando gran cantidad de adultos que no fueron detectados en su momento, unos con fracaso escolar y otros con éxito en sus estudios.

P. ¿Cómo afecta la dislexia a las diferentes etapas del niño y el adolescente?
R. La afectación primordial aparte del retraso de aprendizaje y el riesgo de fracaso escolar se centra en la esfera emocional. Es importante compensarlos a nivel afectivo para que el cuadro no se complique y genere alteraciones a nivel psicológico en forma de somatizaciones (malestar corporal fruto de la tensión psíquica vivida), trastornos de sueño o de alimentación, ansiedad, depresión, etc, que complicarán más el cuadro.

P. Una de nuestras lectoras de 17 años se ha percatado de que cambia el orden de las letras y escribe mal las palabras, y se pregunta si es un problema de concentración o de dislexia. ¿Cómo podría averiguarlo?
R. Es importante establecer un diagnóstico preciso de sus dificultades y habilidades y analizar más profundamente los procesos asociados a la lectura y escritura (semánticos, sintácticos, léxicos, velocidad, ortografía natural y arbitraria, sintaxis, puntuación, etc.), y las capacidades asociadas. Cabe destacar que la dislexia de por sí comporta ya dificultades en el proceso atencional y en la concentración dado que no pueden mantener el sobreesfuerzo durante un gran periodo de tiempo, o bien presentar un déficit atencional asociado. Ya de por sí, ante estos síntomas es interesante consultar, siempre y cuando le costara en mayor o menor medida el aprendizaje lectoescritor y no fuera esto un síntoma que ha aparecido ahora y que no estuviera presente antes.

P. ¿Es común confundir la dislexia con la falta de atención o un retraso en la lectoescritura? ¿Cómo se diferencia para diagnosticarla?
R. El retr
aso lectoescritor no suele tener una historia vital similar a la del disléxico, con síntomas asociados presentes (los que hemos ido comentando) y suele centrarse en el propio aprendizaje lector y escritor. La intervención, sin embargo, es necesaria y el cuadro se compensa con facilidad, mientras que en la dislexia la evolución es ascendente pero mucho más lenta y precisan de ayudas de manera prolongada. En cuanto a la falta de atención, la dislexia en sí ya la conlleva, lo importante es determinar si el problema de aprendizaje afecta solo a lectoescritura o si es general (como es el caso del déficit de atención) que afecta a todas las áreas de forma equiparable y no existe una afectación mayor en lectoescritura. Otra situación podría ser que tuviera ambos dislexia TDAH donde la afectación es doble y complica más el cuadro.

P. Una vez diagnosticada, ¿qué deben hacer los padres?
R. Es importante ponerse en contacto con la escuela y los equipos de orientación del centro escolar para delimitar las ayudas metodológicas que precisa el niño (si es que el diagnóstico no se ha hecho en la escuela). Si trabaja el niño con un terapeuta externo es importante que este se coordine con la escuele en su trabajo reeducativo. También es muy recomendable ponerse en contacto con una asociación de dislexia de su comunidad donde le puedan informar de los recursos y necesidades que como familia tienen, así como del marco legislativo para esta dificultad en su provincia.

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