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La representación pública del crimen: morbo, sensacionalismo y criminología

Reflexiones a propósito del Día del Criminólogo.
Laura Gómez GarcíaJueves, 16 de noviembre de 2023
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© ADOBE STOCK

“Mata a su pareja a cuchillazos y se da a la fuga” (Levante,2028). Si a este titular le añadimos al inicio “Celos fatales” quedaría un titular de lo más impactante: “Celos fatales: mata a su pareja a cuchillazos y se da a la fuga”; “Un hombre mata a tiros a dos manifestantes” (El Mundo, 2023); o “Mata a su inquilina a cuchilladas y oculta el cadáver un mes en casa en Alicante” (Sur, 2023), son sólo algunos ejemplos de titulares de noticias que continuamente inundan los diversos canales de comunicación. Generar morbo, sensacionalismo y en ocasiones aumentar la percepción de inseguridad en la comunidad (a través del miedo) son algunos de los efectos provocados por las actuales y mejorables representaciones públicas del crimen.

Como cada 16 de noviembre celebramos el Día del Criminólogo a propósito de uno de los criminólogos mexicanos que impulsó la criminología: Alfonso Quiroz Cuarón. Qué buen momento para tratar y reflexionar sobre algunos de los apellidos que se le adjudican a todo aquello que tiene tintes criminales. Ahora, es cuando se supone que debemos aportar una definición sobre qué es y para qué sirve la criminología.  Esta vez omitiremos la presentación y la típica definición de la criminología que solemos citar (“la criminología es una ciencia multidisciplinar…”). Ha llegado el momento de avanzar más allá de esta fase inicial donde los criminólogos sentimos la obligación de explicar qué es y cuál es el propósito de su campo, una justificación que profesionales de otras disciplinas, como abogados, sociólogos o médicos, raramente tienen que ofrecer antes de cada intervención. Procedamos directamente a la acción. Es crucial que empecemos a dar por entendido el qué y el porqué de la criminología, enfocándonos en su aplicación práctica. De esta manera, contribuiremos directamente al reconocimiento social e institucional de nuestra ciencia, con un reconocimiento que debe surgir de manera natural y estar impulsado exclusivamente por nuestras acciones concretas

Desde la criminología trabajamos arduamente para mitigar el impacto de estas manifestaciones e impulsar una narrativa más equilibrada, justa y menos estigmatizante y victimizante. Frente al sensacionalismo, la criminología debe mantener una postura éticamente firme, basada en una investigación con rigor y desde la evidencia y en ocasiones debiendo desmentir mitos: no todos los criminales son psicópatas (sentimos decepcionaros). Por ejemplo, tomando como referencia uno de los titulares mencionados al inicio: “Mata a su inquilina a cuchilladas y oculta el cadáver un mes en casa en Alicante” y teniendo en consideración lo deseable desde los principios básicos propuestos desde la criminología (y por qué no, desde la criminalística como disciplina objetiva), lo más pertinente en el titular sería: “Homicidio en Alicante: investigan el asesinato de una mujer y la ocultación del cuerpo por su arrendador”. Quizá pueda parecer el mismo mensaje en esencia, pero desde luego no tiene el mismo impacto en las víctimas (directas o indirectas) en especial y en la comunidad, en general. Veamos un ejemplo más: “Absuelto de violar a su compañera de piso al no mostrar ella «desagrado» y creer él su «anuencia» (Diario de Sevilla, 2023). La propuesta más respetuosa con la víctima y la sociedad bien podría ser: “Absolución en caso de agresión sexual por falta de evidencia sobre la no consensualidad”.

Desde la criminología trabajamos arduamente para mitigar el impacto de estas manifestaciones e impulsar una narrativa más equilibrada, justa y menos estigmatizante y victimizante

El lenguaje y el enfoque debe ser revisado críticamente para prevenir (primer apellido de la criminología: la prevención) una respuesta emocional fuerte en los lectores y, por ende, un impacto en diversos niveles. ¿Cómo? Teniendo en cuenta algunos aspectos relacionados con: cerciorase de que el lenguaje no sea dramático ni contenga una carga emocional alta (e innecesaria); evitar descripciones demasiado explícitas de violencia, desechando detalles demasiado morbosos o perturbadores. Además, es importante acabar con las especulaciones sobre los motivos o la psicología del criminal pues en la mayoría de las ocasiones no se tiene toda la información del contexto más amplio del crimen que permitan llegar a la verificación de hipótesis en este sentido, apresurando y provocando diagnósticos equívocos que alimentan una narrativa más cineasta que veraz.

Es cierto que el crimen, vende. Es común que se acuda a estos ganchos informativos para capturar audiencias, pero estas prácticas distorsionan la realidad pudiendo contribuir a un pánico y a un apetito público donde se demande cada vez detalles más sórdidos que nos aboquen a una pérdida de empatía y de humanidad. Como criminólogos nos enfrentamos al desafío de ser la voz de la razón y de educar al público sobre la complejidad del comportamiento criminal. Todo ello sobre la responsabilidad de guiar la conversación hacia un entendimiento más profundo y veraz en una época en la que más que nunca tenemos un acceso ilimitado de la información, siendo un flujo de inmediatez abrumador. Debemos como criminólogo, encontrar maneras efectivas de participar en canales de comunicación con el objeto de promover la precisión y contrarrestar la desinformación. Es innegable que los medios de comunicación juegan un papel crucial en la sensibilización de la población por lo que debe ser un buen aliado. En esta sinergia, los criminólogos y los expertos en criminalística no solo deben encontrar una rica fuente de datos para analizar e investigar, sino que debe presentarse como una oportunidad para educar, influir y promover una compresión de fenómenos criminales basados en la evidencia. Una cobertura informativa precisa y ponderada permite adquirir una transparencia y conocimiento en el confluir de la justicia penal, fomentando entre otros,  una percepción equilibrada de la seguridad pública y fortaleciendo de la colaboración comunitaria en el control social informal y en la prevención del delito (elementos base de la criminología).

El estudio y la práctica de la criminología es bien conocida entre nosotros, criminólogos, sin embargo, el gran público recibe la mayoría de las apreciaciones e impresiones del crimen a través de los medios de comunicación

Todo ello nos obliga a reflexionar sobre que, el estudio y la práctica de la criminología es bien conocida entre nosotros, criminólogos, sin embargo, el gran público recibe la mayoría de las apreciaciones e impresiones del crimen a través de los medios de comunicación. En un mundo ideal, la representación del crimen en los medios sería un reflejo fidedigno y riguroso de los principios de la criminología y de la criminalística.  No obstante, la cobertura mediática, por lo general, de los medios de comunicación en relación con contextos criminales, genera actitudes y percepciones hacia el crimen y hacia la justicia a veces, alejadas de la realidad y de lo esperado como deseable para el bien común.

En resumen, la criminología tiene el potencial de contribuir significativamente al debate público sobre el crimen y por ende debe asumir una responsabilidad tácita de formar para transformar, apostando por el abandono del sensacionalismo y contribuyendo de manera directa al bien común. Al colaborar con medios de comunicación responsables y al hacer uso eficiente de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, tenemos la capacidad de contribuir a la creación de una sociedad mejor informada que, en última instancia, será más segura. En este día del criminólogo, reafirmamos nuestra misión de aplicar nuestro conocimiento con integridad y dedicación, y de participar activamente en la configuración de una representación pública del crimen que sea tanto informada como humanizadora. El periodismo de sucesos debe tener una relación directa con la ciencia criminológica y con la criminalística como disciplina, para adquirir un compromiso con la verdad adquiriendo un respecto por el impacto social de la narrativa criminal, acabando con la espectacularización de la violencia y del crimen con el único objeto de conseguir mayores índices de audiencias. Esta representación distorsionada del crimen ya no solo alimenta el morbo, sino que también influye negativamente en las investigaciones criminales activas, en el proceso judicial en sí mismo y por supuesto en la vida de personas. Porque al final, detrás de cada titular, de cada caso mediático, siempre hay personas. No debemos como profesionales ni como ciudadanos perder este foco.

Laura Gómez García es criminóloga y directora del Máster Universitario en Criminalística de la UFV.

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