Educación y libertad en el seno de la Unión Europea

La escuela tiene una responsabilidad esencial e irremplazable, pero delegada, que comparte con otros actores de la Educación. La familia sigue siendo el centro donde se sintetiza la acción de esos actores múltiples. No puede haber buena Educación sin buena política familiar para conciliar la vida profesional y la familiar.

De la primacía de esta responsabilidad es de donde sale la libertad de enseñanza, derecho fundamental del ser humano. Ello implica el derecho de los padres a elegir libremente. Pero esta libertad fundamental no puede ejercerse anárquicamente y, además, exige medidas equitativas para ejercerla, sin las cuáles sería meramente formal.
Existe gran consenso entre las naciones europeas pero, si la afirmación de principios es importante, la relación entre colegio y padres de alumnos no es ideal ni armoniosa. Los padres tienen derecho a vigilar la enseñanza que se da a sus hijos, lo que preve la propia Constitución española.

Por otro lado, la enseñanza es una profesión especializada, es una ciencia y un arte al mismo tiempo. La Educación es algo a largo plazo, que no se juzga solamente por las peripecias cotidianas de la escolarización. Ello exige que el trabajo del docente sea respetado por lo que vale: un oficio muy difícil.

Toda la comunidad educativa debe movilizarse para que la formación de los docentes se convierta en prioridad para todos los Estados y que esta profesión vuelva a regularizarse. En muchos estados se ha despreciado, y se corre el riesgo de que se convierta en profesión “de último recurso” a la que no van los mejores. Toda la comunidad educativa debe movilizarse para que los docentes tengan la motivación suficiente para escuchar a cada alumno y a sus padres. Toda la comunidad educativa debe movilizarse para que el colegio se abra en su funcionamiento en una vía activa y que los padres tengan una parte activa en la formación de sus hijos. Toda la comunidad educativa debe movilizarse para que la Educación integre los grandes interrogantes éticos que dominarán la próxima década. Toda la comunidad educativa debe movilizarse, en fin, para que la escuela se abra a este espíritu de movilidad, porque nuestros hijos deberán cambiar de profesión varias veces y su espacio natural de vida será toda Europa, por lo que deberán conocer otros países e idiomas. Las instituciones europeas no tienen competencias sobre la organización de los estados miembros, pero la construcción de Europa ha tenido un efecto importante en la evolución de la Educación en la Unión Europea, a tres niveles: el de los principios, con el reconocimiento pleno de la libertad de enseñanza y Educación –uno de los efectos más importantes de la construcción europea es el de mirar al nivel de los países más avanzados–; en segundo lugar, la realidad de la Europa unida ejerce un papel fundamental como catalizador de la Educación: es un punto de valores comunes, de los que el más importante es la libertad y la solidaridad; por último, Europa se muestra muy activa apoyando iniciativas innovadoras en materia de Educación.

El objetivo en los últimos años ha sido favorecer los intercambios de los jóvenes de la UE para que rechacen el estereotipo de la historia y combatan el racismo y la xenofobia. Muchos programas han permitido “airear” los sistemas educativos nacionales a gran escala y muchos jóvenes se han beneficiado de ellos: lo que funciona es la fraternidad entre los europeos.

Otra revolución ha sido el reconocimiento mutuo de las titulaciones y del período de estudios que se cumplen en otros estados distintos a donde se ha nacido. El objetivo prioritario de la Unión es preparar a todos los jóvenes sin exclusión a un fabuloso progreso fruto de la sociedad de la información.

La construcción europea abre a la libertad de la Educación una nueva dimensión emocional que puede ofrecer grandes designios a la juventud. Europa avanza por buen camino. Y los centros escolares han sabido dar contenido a la libertad que ellos mismos han elegido vivir.