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Monseñor Cañizares: “No es democrático negar el derecho del 82% de los padres que elijen Religión”.

Entrevista en exclusiva con Monseñor Cañizares, presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis y Arzobispo de Granada.
Miércoles, 5 de junio de 2002
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Antonio Cañizares, presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis y arzobispo de Granada, responde a ese estereotipo entre firme y bondadoso tan frecuente entre hombres de Iglesia. Su visión trascendente de la realidad lo tiñe todo –pedagogía, política, sociología…– porque, como comenta fuera de la entrevista, “el ser o no creyente da o quita razones a la fe”; por más que sus argumentos puedan ser compartidos por todos.
Sobre la mesa, el siempre polémico asunto de la asignatura de Religión. La Ley de Calidad quiere que sea un área obligatoria, evaluable y con cierto valor académico. Los alumnos podrán elegir entre una versión confesional (en principio católica, pero cabrían otras confesiones si hubiera padres suficientes que lo solicitasen) y otra no confesional (algo así como historia de las religiones).

—Supongo que estarán contentos por el nuevo estatus que el anteproyecto de la Ley de Calidad da a la Religión en los colegios…
—En efecto, nos encontramos satisfechos por la sencilla razón de que se está atendiendo una petición clamorosa del 82 por ciento de los padres. Además, se está cumpliendo el mandato constitucional sobre el derecho de los padres a elegir libremente la enseñanza religiosa que quieran para sus hijos y que mejor responda a sus convicciones. Finalmente, con este nuevo marco legal se están suscribiendo y reconociendo los acuerdos internacionales entre Iglesia y Estado.

—En todo caso, leyendo el anteproyecto de Ley no parece garantizarse del todo el valor académico de esta nueva área. Parece ser que la nota de Religión hará media con el resto pero no contará para repetir curso…
—El Ministerio sólo ha presentado un marco amplio y genérico que, después, se deberá concretar en un Real Decreto de enseñanzas mínimas que regulará este área como cualquier otra.

—Pero ¿le parecería bien que la nota de Religión no contase para repetir curso?
—Dicho así, sin matices, tampoco tendría sentido porque debería tener el mismo tratamiento que cualquier otra área curricular. No entendería por qué hacer una salvedad en este caso.

—Leí recientemente un artículo de Fernando Sabater en el que veía todo esto como una nueva ofensiva de la Iglesia para evangelizar desde la escuela.
—Hablar así dice poco del talante democrático de Sabater ya que, insisto, hay más de un 82 por ciento de los padres que quieren una asignatura de Religión para sus hijos. No entiendo cómo desde supuestas posiciones democráticas se quiere conculcar un derecho reconocido constitucionalmente y solicitado mayoritariamente por un sector de la población. Por otra parte, ¿evangelizar es algo malo? ¿defender la dignidad de la persona humana, la justicia social, la ayuda a los más necesitados…?

—Sí, pero ¿la escuela es sitio para hacer catequesis?
—La enseñanza religiosa se sitúa en la escuela para educar, para que el hombre sea libre con la libertad de los hijos de Dios. Trata de dar respuesta a los grandes interrogantes que se plantea el ser humano. La catequesis es otra cosa, es parte de la vida de iniciación cristiana básica.

—Pero, ¿no cree que a aquellos que elijan Religión se les priva del derecho de cursar la nueva alternativa que se ha planteado?
—En primer lugar tengo que decir que no se trata de una alternativa. Se trata del área de “Cultura y religión” obligatoria para todos. Unos padres elegirán la vía confesional y otros, la no confesional, cada uno de acuerdo con sus convicciones. Por otra parte, hay que recordar que en las clases de Religión católica también se enseñan otras confesiones, del mismo modo que en la opción no confesional se hablará del catolicismo. Tenga en cuenta que es una injusticia tratar de igual modo a quienes son diferentes y, sobre todo, tienen convicciones diferentes.

—¿Considera que este área hará más por la transmisión de valores que las famosas áreas transversales?
—Las transversales siguen siendo importantes –el esfuerzo, por ejemplo, es un valor que debe estar en todas las materias…– pero no puede haber una verdadera transmisión de valores si no hay una fundamentación de la persona; los valores se quedarían en pura abstracción o voluntarismo. Por eso, es tan importante educar el comportamiento.

—¿Todo lo dicho sobre el nuevo marco legal del área de “Cultura y religión” rige para los centros concertados?
—En los colegios con un proyecto educativo cristiano lo lógico es que se imparta sólo formación cristiana [es decir, la opción confesional de ese área], lo cual no quiere decir que se excluya a alumnos de otras confesiones. Debe entender que el concertado tiene que responder al proyecto educativo propio, que es el que los padres conocen y quieren para sus hijos.

—¿Qué pasaría entonces con un padre que tuviera a su hijo en un concertado y que no quisiera Religión católica?
—Pues como hasta ahora: estudio asistido o nada. Pero ese centro no estaría obligado a ofrecer clases de otras confesiones religiosas ni la opción no confesional.

—También hay quien no entiende que el profesorado de Religión lo elijan ustedes.
—Elegimos nosotros al profesorado precisamente para garantizar el derecho de los padres a la libertad religiosa. ¿Quién puede garantizar que lo que se enseña en Religión es lo que han solicitado los padres…? Pienso que hay que ser respetuoso con el ciudadano: hacer otra cosa sería un fraude.

—Por cierto que algunos padres católicos desconfían de la calidad y , sobre todo, de la ortodoxia de algunos profesores, hasta tal punto que prefieren no matricularlos en Religión…
—El profesorado es bueno en general, aunque es cierto que hay algunos casos que tendrán que corregirse. Tal vez, en otro tiempo se fue menos cuidadoso en la selección del profesorado… Ahora estamos vigilando mucho más la selección para que sean coherentes con lo que los padres piden. En todo caso, pienso que ningún padre se cuestionaría que su hijo estudiara Historia porque una vez tuvo un mal profesor. Del mismo modo, ningún padre debería dejar de matricular a su hijo en Religión porque haya tenido una mala experiencia. 

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