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La guerra de cifras se traslada al análisis del informe educativo

Las acusaciones tras hacerse público el informe: una parte intenta culpar al sistema y otra a la insuficiente inversión. Pero España sigue en los puestos de cola.
Miércoles, 6 de noviembre de 2002
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España mejora, pero poco. Esa podría ser el resumen de un análisis equilibrado del informe sobre la Educación en los países desarrollados publicado por la OCDE.

Sin embargo, la guerra del parlamento y la calle se ha trasladado a las cifras, y mientras algunos califican la situación como “oportunidad de oro perdida”, otros se encuentran satisfechos y califican el último lustro como “gran avance”.
Sin embargo, no parece que haya ni una cosa ni otra: los resultados de nuestros estudiantes siguen siendo mediocres, y la mejoría de los aspectos económicos de España ha permitido ganar algunos puestos en cuanto al gasto por alumno y otros aspectos monetarios. El indicador más claro es que se ha mantenido –con muy ligeras variaciones– el ritmo de la inversión parejo con el del Producto Interior Bruto (PIB) español.

Acusaciones falsas

De ahí que no sean muy acordes con la realidad las acusaciones de disminución del esfuerzo educativo: la acusación más correcta sería la de falta de imaginación para gastar en los problemas más acuciantes, abandonando en cierta medida los criterios exclusivamente técnicos que han permitido mejorar algo a rebufo de la clara mejoría macroeconómica.

Porque el fallo no parece que esté en gastar poco, sino en que se ha mantenido la inercia de lo establecido en la Logse sin plantear mejoras importantes –algunos dirán que el no tener la mayoría parlamentaria se lo impidió– en ninguno de los aspectos que desde hace años son críticos. Prácticamente nada hasta las tres leyes de Pilar del Castillo.

No hay que recordar que todas las transferencias se hicieron con criterios puramente técnicos bajo la supervisión de un político con fama de eficaz, Mariano Rajoy. Pero, como durante el mandato de Esperanza Aguirre, ninguna iniciativa importante atacó los problemas cada vez mayores de nuestros colegios e institutos.

Oportunidad perdida

Ahí si puede estar la oportunidad perdida: acometer una reforma educativa durante una bonanza económica. Porque no sabemos si la LOCE se desarrollará o no pudiendo gastar el dinero necesario. Que por supuesto no será escaso.

Así, mientras los unos se dedican a airear el gasto por alumno y otros a deplorar el gasto comparado con el PIB per cápita, la división en la comunidad educativa persiste, los conocimientos de nuestros alumnos no mejoran y siguen a la cola de Europa, y la LOCE se va a enfrentar a una enorme resistencia pasiva.
Porque quizás la gran oportunidad perdida haya sido no llegar a un consenso cuando aún era posible, no llegar a dividir a la comunidad educativa, no enfrentar a la pública con la privada, a unos sindicatos con otros. Y dotar generosamente la reforma que hubiera salido. Quizás no fue posible, y tampoco era posible continuar como hasta ahora. Ya veremos los resultados.

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