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“La Infantil de 0-3 no es sólo una respuesta para las madres que trabajan”

Entrevista en exclusiva con Luis Campoy, nuevo consejero de Educación de Navarra.
Miércoles, 2 de julio de 2003
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Luis Campoy, ex europarlamentario por UPN, ex alcalde de Tudela (Navarra) y por pocos días senador, nos recibe en la sede del Ayuntamiento, “porque aún no tengo despacho en la Consejería de Educación”. Ya desde sus primeras palabras intuimos que no viene a dejar las cosas como están: uno de los emblemas de la educación navarra, Santiago Arellano, no estará en su equipo. El listón ha quedado alto.

—Sinceramente, me ha sorprendido que no cuente con Santiago Arellano en la nueva configuración de su equipo. Reconozca que es un hombre con peso específico…
—Yo quería a otra persona para la Dirección General de Enseñanzas no universitarias. Y no es que tenga a un amigo para ese puesto, ya que aún no tengo decidido quién va ser (entrevista realizada el 23 de junio). Esta misma tarde tengo un par de entrevistas. Por otra parte, considero que Arellano ha cumplido muy bien su etapa, pero la población debe percibir que se va a producir un cambio y que la novedad no acaba en mí.

—Dejemos las personas y pasemos a los hechos. ¿Cómo ve el futuro de la Infantil en la región?
—Yo considero que esta etapa debe ser fundamentalmente educativa, si bien, por el principio de la realidad, también es asistencial. Pero, en mi opinión, la razón de ser del 0-3 es educativa y esta etapa debería existir por encima de que las madres necesiten asistencia.

—Veo cierta falta de sintonía con el espíritu de la Ley de Calidad…
—Bueno, la LOCE es un poco ambigua en este tema y yo he querido salir de esa ambigüedad conscientemente sin ceñirme a lo que pone en la Ley. Por otra parte, yo he escuchado muchas veces a Pilar del Castillo que las leyes hay que aplicarlas con sentido común, que puede ser distinto para cada comunidad. En ésta, implantaremos una Infantil más escorada hacia lo educacional que hacia lo asistencial. De forma que no es sólo una respuesta para las madres que trabajen, sino que las que no lo hacen también deberían escolarizar a sus hijos en esta etapa.

—¿Pretender apartar a los hijos de los brazos de sus madres demasiado pronto no es excesivo?
—Se le aparta durante un tiempo, pero luego vuelve. Lo que no tendría sentido es que permaneciera apartado. El niño debe tener patrones sociológicos e institucionales desde el comienzo, debe forjarse conviviendo con sus iguales y con otra persona que no es su madre. Yo pienso que todo eso es bueno.

—A pesar del planteamiento eminentemente educativo del 0-3, en Navarra esta etapa depende de Bienestar Social…
—En efecto, de momento están así las cosas, pero a poca ocasión que tenga lo engancho y me lo llevo a Educación.

—¿Es partidario de que esta etapa se gestione desde los ayuntamientos?
—Yo creo que la relación con los ayuntamientos debe ser mucho más efectiva e intensa de lo que es en la actualidad. Más aún, a mí me parece que la Educación en las Administraciones debería ser un elemento transversal, que estuviera presente en Industria, en ordenación del territorio, etc. La Educación nunca se debe hacer in vitro, porque siempre está presente la otra educación: la familia o la falta de familia, la televisión… que cuentan con medios más poderosos que la escuela tradicional.

—¿Ve factible que los ayuntamientos puedan ir asumiendo la gestión del resto de etapas educativas?
—En teoría no debería haber inconveniente. El problema es poder garantizar la financiación y eso no resulta tan sencillo.

—¿Son importantes los recursos económicos en esto de la Educación?
—No me parece que sea lo esencial, sin dejar de ser importante. Lo verdaderamente importante son los objetivos. En este sentido, habrá que potenciar el desarrollo de la imaginación y la creatividad de los alumnos e, incluso, proporcionarles un tiempo y un espacio para ello.

—Otro de los debates que plantea la LOCE se refiere a la función directiva en los centros, ¿cuál es su opinión?
—¿Qué es lo que se quiere? ¿el director está en el campo del profesor o está en el campo de la Administración? ¿qué rol debe tener?

—¿…?
—Yo la verdad es que no lo sé exactamente. No sé si tiene que ser como el padre de los profesores para defenderlos a ultranza o el representante de la Administración en el centro… Lo que sí creo es que tiene que ser el dinamizador del equipo educativo.

—¿En concreto?
—¿Qué hace el director general de la Fiat (por cierto, era licenciado en Filosofía)? Dinamizar a sus equipos. Claro, que eso necesita una dialéctica y una tensión que es difícil de aplicar en el terreno educativo.

—En Europa lo habitual es que el director sea representante de la Administración…
—Y cuando termina sus cuatro años en el cargo, ¿dónde va ese director? ¿al claustro otra vez? ¿a los leones?

—¿Cuerpo de directores?
—Yo fui de los que padecí, repito padecí, aquel cuerpo de directores. Volvemos a lo de la teoría y la práctica. Tal vez, desde el punto de vista teórico, lo mejor sería volver al cuerpo de directores, pero luego resulta que esos directores van al centro y los miran como algo extraño. Recuerdo que aquellos directores no bajaban a la arena, se pasaban todo el día hablando de Piaget, se quedaban todo el día en su despacho sacándole la mina al lápiz (tenían todos un lápiz del la marca Faber del número 2, que era muy blando para no tener que trabajar tanto al escribir)… En fin, pienso que lo mejor es buscar entre el claustro a aquél que tenga auctóritas ante sus compañeros.

— El otro día leí un artículo que se refería al director del centro como el “compañero director”. Admita que es difícil tener auctóritas si no se tiene potestas.
—En efecto, eso del compañero director es una barbaridad como lo del profesor amigo del alumno… El director tampoco puede ser el amiguete elegido por los compañeros, que sabe que se debe a los votos de los que lo han elegido para hacerles algún favor que otro. En fin, ya se ve que es un tema complejo y tal vez por eso vamos de extremo a extremo, dando tumbos con este tema. Encontrar ese equilibrio es difícil.

—Hagamos para terminar un poco de filosofía, ¿cómo se ven ahora, a la vuelta de los años, las reformas educativas socialistas?
—Pienso que aquellas reformas pecaron de utópicas, de tratar de establecer algo que estaba de vuelta en otros países como era la escuela comprensiva. Este modelo, como principio y como teoría, es magnífico, pero resulta que la realidad es excluyente. Todos los ciudadanos no pueden calzar el número 38. En este sentido, creo que la escuela comprensiva debe quedar como utopía, como un modelo hacia el que habría que caminar. Por el contrario, lo que propone la LOCE es mucho más real, quizás menos utópico, pero más real.

—¿Se esta refiriendo, supongo, a los polémicos itinerarios de la ESO que propone la LOCE?
—Las opciones, más que itinerarios, sólo pretenden adaptar a los alumnos a sus diferentes motivaciones, intereses y capacidades.

—Hasta ahí bien, pero ¿a los 14 años?
—En psicología evolutiva siempre se ha estudiado que a los 14 años los alumnos ya empiezan a discriminar sus intereses. Marchesi, Coll y otros teóricos de la Educación socialistas así lo han expresado también… ¿Qué pasa? ¿aquellas teorías servían para ellos y ahora no sirven para nosotros…? Creo que hay mucha política y mucha demagogia en todo esto.

—¿Se atreve con alguna crítica de fondo a la LOCE?
—Que nadie piense que la Ley de Calidad nos va a solucionar todos los problemas que tiene el sistema educativo. Hay cuestiones muy profundas a las que no deben ni pueden llegar las leyes. En este sentido, la LOCE es muy cuantitativa, pretende medir los conocimientos, el fracaso escolar, las notas, etc. Todo eso está muy bien, pero es sólo una parte de la enseñanza; otras cuestiones como la transversalidad o la relaciones entre sociedad y escuela no se tratan en la Ley, aunque tal vez tampoco deban tratarse. 

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