Si quiero, puedo despierta el interés por la literatura
Pero no sólo eso, también procuramos que comprendieran
que los escritores no son personas ajenas a nosotros, que se dedican a escribir sin guardar ningún contacto con el mundo real, sino que los son personas como nosotros, que no siempre resultan aburridos, ni cuya vida es vacía y monótona, como muchos de ellos creen. De esta manera, la idea principal se basó en cuatro partes fundamentales:
Lectura de una novela de misterio de un escritor de nuestra tierra y comprobación de que leer no siempre es tan aburrido como ellos piensan.
Concurso de ilustraciones en cartulinas de los pasajes más significativos de la novela.
Encuentro con el escritor para que éste presente la novela y su experiencia como creador literario.
Entrevista al escritor.
Concurso de relatos de misterio. El escritor elegido fue Jerónimo Tristante con su novela El misterio de la casa Aranda. Al tratarse de una persona de nuestra misma región los chicos sintieron aún más curiosidad, pues en sus novelas describe lugares que ellos conocen perfectamente. Otro hecho que nos ayudó a decantarnos por Tristante fue que es profesor de Secundaria. Así, tras haber leído y comentado la novela con los alumnos, Jerónimo Tristante visitó nuestro centro. El motivo de la visita fue, no sólo comentar con los chicos la primera
de las novelas de la trilogía del detective Víctor Ros, El misterio de la casa Aranda, sino también acercarlos al mundo de la creación literaria. Porque nadie mejor que el escritor
puede mostrarles su experiencia como creador y ayudarlos a valorar los libros. Además, siempre les resulta atractivo el hecho de acoger en la biblioteca de su centro a una persona
famosa. Asimismo el hecho de que el encuentro tuviera lugar en la biblioteca resulta muy significativo para conseguir que los jóvenes dejen de considerarla un lugar aburrido. Nuestro
propósito es que ésta entre también a formar parte de sus ratos de ocio. El encuentro resultó todo un éxito, pues Jerónimo Tristante supo captarles la atención desde el primer momento contándoles de primera mano su experiencia como novelista y las anécdotas que de ella se derivan. Los alumnos se mostraron encantados y muy participativos. Tanto es así que Tristante casi no daba abasto para contestar las numerosas preguntas. El autor no ocultó su sorpresa cuando comprobó que los alumnos habían forrado todas las mesas de la biblioteca con las ilustraciones que previamente hicieron ellos mismos de los pasajes más significativos de El misterio de la casa Aranda.