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A partir de 6 o 7 años se pueden enviar deberes para casa y dedicarles 20 minutos

Los deberes siguen en el debate de las aulas españolas. En pocos días finaliza un nuevo curso, y padres y profesores evalúan su idoneidad y su cantidad. Sonia Gutiérrez, profesora del Departamento de Psicología de UNIR (Universidad Internacional de La Rioja), pone los puntos sobre las íes en esta materia tan espinosa.
MagisnetJueves, 13 de junio de 2013
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Según esta profesora, al inicio de la Educación Primaria, “cuando los alumnos están física y cognitivamente preparados”, es el periodo idóneo para integrar los deberes escolares. Según Gutiérrez, con seis o siete años, las tareas para casa deben ser “prácticas, motivadoras y realizables en un corto periodo de tiempo, aproximadamente 20 minutos”.

La profesora de UNIR enumera los aspectos positivos de los deberes: lúdicos y motivadores para los más pequeños; prácticos y en proporción adecuada a cada edad; refuerzan el conocimiento adquirido en las aulas; y “lo más importante” fomentan la valoración del aprendizaje de los alumnos por parte de los padres.

Por otro lado, el exceso de actividades, la monotonía, la prolongación de las actividades escolares, y destinar las actividades más tediosas o pesadas para casa, “sin tener en cuenta que la fatiga mental de los pequeños aumenta con las horas” son, para Gutiérrez, los aspectos negativos de unos deberes mal aplicados.
¿Y los padres? ¿Qué papel han de desempeñar? Sonia Gutiérrez lo tiene claro: “Los deberes escolares son una buena forma de implicación de los padres en la Educación escolar”. Para inculcar el hábito del estudio se deben evitar las prisas y buscar el lugar ideal para realizar los deberes. “Los padres pueden supervisar y orientar en las tareas o el estudio, pero el niño debe aprender a hacerlas por sí solo. El niño necesita equivocarse para aprender, los errores forman parte del aprendizaje. La tarea de los padres debe consistir en motivar al niño en su realización, ayudar en la planificación del tiempo para la realización de los deberes o el estudio y asegurarse de que las tareas han sido realizadas, y lo más importante, reforzar y elogiar los logros del aprendizaje”, señala Gutiérrez.

En la formación de los futuros profesores está el germen de las buenas prácticas docentes. A juicio de la docente de UNIR, “desde las universidades intentamos formar a buenos profesionales para que utilicen los deberes como algo muy positivo para los alumnos. Estos se deben de utilizar en una justa medida para que no consigamos todo lo contrario: estrés infantil, aversión escolar y descenso en el rendimiento académico”.

Actividad extraescolar
Otro de los quebraderos de cabeza de los padres es la participación de sus hijos en las actividades extraescolares. Consideradas como un complemento para desarrollar aptitudes menos fomentadas en la escuela, “nunca deben suponer un agotamiento para los pequeños”. Gutiérrez fija en uno o dos días a la semana el tiempo “más que suficiente” de actividades extraescolares porque “los niños deben tener tiempo libre para jugar, el juego es fundamental para el correcto desarrollo integral de un niño”.

Aunque es consciente de las dificultades a la hora de compatibilizar la vida personal con la profesional de los padres, la profesora de UNIR cree que las extraescolares “nunca deben ser impuestas; debemos tener en cuenta las preferencias de los niños, y en la medida de lo posible hay que ofrecer actividades de ejercicio físico (deporte, baile, etc.) para evitar el sedentarismo. Las actividades extraescolares nunca deben suponer una prolongación de las horas escolares”.

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