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Por una orientación académica hacia el empleo

Por José Mª de Moya
Martes, 7 de octubre de 2014
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La semana pasada acudí a una comida de poquita gente auspiciada por la Fundación Bertelsmann. Los alemanes son sobre todo pragmáticos, sonríen cuando les hablas de modelos educativos y te miran con piedad cuando adoptas un tonillo entre ideológico y academicista con ramalazo pedante y cursi. No les van las modas psicopedagógicas y mucho menos las masturbaciones mentales, que diría mi amigo Paco López Rupérez. Por eso, la Bertelsman está empeñada en convencernos de que o formamos a nuestros jóvenes para el empleo o estamos perdiendo el tiempo. No se trata, dicen, de obligar a nadie a estudiar lo que no quiere [los alemanes son pragmáticos pero no simples…]. Se trata de que en el momento o los momentos de decisión el alumno tome conciencia y haga un uso responsable de su libertad. Para ello, esta Fundación ha puesto en marcha un programa experimental dirigido a los orientadores de unos 30 centros de toda España. Este exitoso programa es ya una referencia en otros países como la propia Alemania.

A estas alturas, más de uno estará tachando este enfoque de mercantilista. Academicismo versus mercantilismo y tiro porque me toca. Los primeros suelen decir cosas como que la formación sirve primordialmente para embellecer el alma [¿ven cómo son un poco cursis?] en un ejercicio cuasi narcisista. Prefiero pensar que la formación sirve principalmente para servir a los demás, a tu familia, a la sociedad, a tu país… que, por cierto, ha destinado buenos recursos a formarte. “El servicio embellece”, dice Catherine L’Ecuyer. Resumiendo, que me gusta más la parábola de los talentos que ese pedagogismo introspectivo años 70. Me gusta más esa orientación profesional práctica que mira hacia el futuro, que esa otra orientación “psicopedagógia”de pecera y diván, experta en detectar y magnificar problemas (síndromes, los llaman). Me contaron que a los primeros orientadores que llegaron a los centros les llamaban “paquistanís” poque el resto de los profesores se preguntaban al verlos “¿Pa’que’stan ahí?”. Pues eso.

Más que nunca, necesitamos profesionales que orienten a los alumnos hacia el empleo porque, créanme, es difícil mantener el alma bella estando en la cola del paro.

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