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La importancia de educar a los peques en lo socioemocional

Una manera de desarrollarse en el entorno.
RedacciónMartes, 18 de noviembre de 2014
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Ignorada durante muchos años en los currículums académicos, la Educación socioemocional se reivindica hoy como una formación muy necesaria para nuestros jóvenes. Definimos este tipo de aprendizaje como un proceso educativo continuo y permanente que ayuda a los alumnos a desarrollarse de una forma óptima en el entorno gracias al desarrollo de las competencias emocionales.
Competencias que son esenciales en la formación integral de la persona, que la capacitan para la vida y aumentan su bienestar individual y social. Algo a lo que la escuela –y el entorno general del niño– no puede ni debe dar la espalda. Tal como afirma Anna Carpena, maestra especialista en Educación Especial y colaboradora de la Obra Social “la Caixa”, “en una sociedad eminentemente racionalista no ha faltado el interés y la práctica para enseñar a razonar, mientras que las emociones han quedado olvidadas, con creencias que les daban un papel secundario frente a la razón”. Nada más lejos de la realidad, ya que “desde que nacemos recibimos inputs, a menudo producidos de manera inconsciente y a veces de manera errónea. Las investigaciones científicas nos explican que las emociones están siempre presentes, guiando la acción o la inhibición, y repercutiendo directamente en la calidad del rendimiento, tanto en los estudios como en el trabajo en general”.
Tal como han evidenciado los estudios realizados en el campo de la neurociencia, la formación socioemocional, si se inicia en la etapa infantil, se ha demostrado efectiva en la prevención de conductas de riesgo como el consumo de drogas, las conductas violentas, o trastornos como el estrés, la ansiedad, la depresión y la anorexia, entre otros. Carpena incide también en la importancia del entorno en el desarrollo de las competencias emocionales de los niños y niñas: “Se hace patente poner la mirada en educadores, profesorado y familia. Algunas características personales y profesionales del profesorado son fundamentales, como, por ejemplo la capacidad de regular las propias emociones, de crear vínculos y relaciones interpersonales positivos, de comprender y sentir al alumnado, de ser buen comunicador, con conciencia del propio lenguaje no verbal, de saber escuchar y buscar el diálogo auténtico”. La familia, “padres, madres, abuelos, abuelas o quien tenga cuidado de niños y niñas influencia en su desarrollo integral. Emocionalmente marcarán el estilo emocional con el que andarán por la vida, según se tienda a negar, prohibir o acoger sus emociones”.

El proyecto de eduCaixa
El proyecto de Educación socioemocional de la Obra Social “la Caixa”, que siempre ha sido sensible a todo lo que puede afectar al desarrollo harmónico de niños y jóvenes, promueve un aprendizaje que ayuda a los alumnos a desarrollarse de una forma competente en el entorno.
A través de una serie de recursos pedagógicos publicados en la página web eduCaixa (www.educaixa.com), el programa incide en aspectos como formar a los más pequeños en el autoconocimiento, en el reconocimiento y la gestión de las propias emociones, en el fomento de la empatía y en la mejora del bienestar y la convivencia a partir de herramientas para afrontar conflictos y situaciones adversas.
Los recursos de este proyecto pueden trabajarse en los ciclos medio y superior de primaria, aunque también están pensados para el ciclo inicial. Los materiales pedagógicos se utilizan en el aula–recursos “físicos” que se solicitan en préstamo– y directamente en la página web –recursos en línea que también pueden trabajarse previa descarga–.
Agrupados por bloques temáticos –para el autoconocimiento, desarrollo de habilidades de convivencia, interiorización, KitCaixa Valores y cuentos para capacidades emocionales: serie Mochil–, el proyecto ofrece actualmente una cincuentena de cápsulas educativas, un número que se incrementa periódicamente con nuevo material.
La Educación y el trabajo en las competencias socioemocionales contribuyen a formar niños y jóvenes más felices y maduros y, a nivel colectivo, a construir un mundo más justo, pacífico y sostenible. Sin olvidar que la madurez emocional no se da nunca por terminada, es un proceso que se prolonga toda la vida.

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