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Cuando aprendes y te sorprendes estudiando las aguas de los ríos

El Colegio “Tajamar” impulsa las investigaciones con sus alumnos.
Martes, 5 de mayo de 2015
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El saber no ocupa lugar o, referido a la experiencia realizada por tres alumnos de 4º de la ESO de “Tajamar”, podríamos decir que mucha sabiduría puede ocupar poco espacio. Este “grupo de investigadores”, dirigidos por su profesor de Química Rubén Rodríguez Muñoz, han realizado un estudio sobre la calidad de las aguas de los ríos Riaza –afluente del Duero– y Aguisejo –afluente del Riaza–. Y, además, durante la investigación se sorprendieron al descubrir una enorme belleza paisajística de los pueblos rojos, amarillos y negros.

Con el trabajo que lleva como título Aguas de calidad en un entorno natural han ganado, también, el tercer premio en el Iº Concurso de Investigación en Ciencia que convocó la Universidad de Navarra. Como se ve han sacado bastante provecho del mismo.

Los tres alumnos –Ignacio Sandoval Martínez-Illescas, Daniel Bullido Holguera y Víctor Haro de la Traba– fueron seleccionados por ser los mejores alumnos del Excellence de Química, una actividad complementaria que se desarrolla en el colegio a mediodía y que dura todo el curso. El viernes 24 de abril recogieron el premio en el acto que organiza la propia Universidad de Navarra.

La idea partió del profesor. “Me gusta dar clase, pero no quedarme solo en eso. Intento investigar y proponer trabajos a los alumnos. Despertar su interés por la ciencia”. De hecho no es el primero que hace, ni mucho menos. Sin ir más lejos, el curso pasado realizó otro con alumnos para estudiar las diferencias del rendimiento de un deportista en altura y a nivel del mar.

Población, cultivo y suelo
Decidido el objeto de la investigación, hubo que ponerse manos a la obra y lo primero fue marcar en un mapa los distintos puntos en los que se iban a realizar las mediciones, según las variables de población, cultivos y tipo de suelo.

Durante su curso el río pasa por poblaciones de distinto tamaño. En las zonas con mayor población el agua presenta unos índices más altos de sales disueltas –fosfatos, hierro y cloruros–. Otra variable de estudio eran las zonas de cultivos porque querían comprobar cómo la cercanía de fertilizantes hacen que el agua arrastre muchos nitratos. Por último, la tercera variable fue el tipo de suelo. Fue aquí donde los jóvenes se mostraron muy sorprendidos al descubrir la existencia de pueblos rojos –suelo predominantemente rico en hierro–, amarillos –ricos en cuarcita– y negros –la pizarra no solo está en el suelo, sino en todos los tejados de las casas–. Poblaciones características de estos tres tipos son, por ejemplo, Villacorta, Martín Muñoz de Ayllón y El Muyo, respectivamente.

Ignacio reconocía que “me impresionó la belleza paisajística de estos pueblos. Creo que nunca antes los había visto o, al menos, no lo había percibido con tanta intensidad”. En parecidos términos se expresaban sus dos compañeros.

Una vez establecidas las variables de estudio había que preparar el material: un conductímetro, para medir la conductividad del agua, un kit completo de análisis cualitativo, etiquetas para identificar cada una de las muestras y bolígrafos y cuadernos de notas.

Dos jornadas emplearon en la recogida, pues tenían que moverse a lo largo del curso de dos ríos. La conductividad –lógicamente– se medía instantáneamente. Una vez completada esta fase, dedicaron tres horas de trabajo al análisis de las muestras en el laboratorio de Tajamar.

Al finalizar el estudio, los jóvenes constataron que la calidad de las aguas, efectivamente, se veía alterada de una manera u otra a su paso según el tipo de suelo, el sistema de cultivo y el tamaño que tuviese la población.

Comprobar esta realidad de un modo experimental le ha servido para a entender mejor lo que estudian en clase o leen en los libros. “Por mi parte, termina señalando su profesor, ha sido otra experiencia satisfactoria, pues me ilusiona ver a los alumnos motivados con su formación”.

Desde el centro recomiendan este tipo de experiencias para producir en el alumno una mayor estima y amor por el conocimiento.

José María Galindo
Colegio “Tajamar” de Madrid.

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