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La clase de Religión como símbolo de libertad de Educación

La pretensión de suprimir la clase de Religión representa "el punto de vista de quienes se consideran propietarios del sistema educativo, de las formas de educar. Apuestan por un modelo único de enseñanza que, obviamente, es el suyo".
José Mª de Moya
Director de Magisterio
11 de noviembre de 2015
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Será que llevo demasiados años escribiendo en este rincón, pero los debates educativos se me repiten más que el ajo. Admitan conmigo que lo de la clase de Religión es cansino, muy cansino.

La cuestión tiene varios enfoques, como casi siempre que abordamos cuestiones educativas, que suelen ser poliédricas. Pero fundamentalmente se ha convertido en un símbolo de la libertad de Educación de las familias. Cuando se nos llena la boca de que hay que escuchar al pueblo, que hay que tener piel, cuando se habla tanto de democracia real y de regeneración democrática, se entiende muy mal que se quiera negar a millones de familias el derecho a que sus hijos reciban clase de Religión en el colegio. Los mismos partidos que reconocen que han perdido contacto con la calle y que llegan a gobernar con apenas un 30% de sufragios directos, pretenden impedir que un 70% de familias matriculen a sus hijos en una asignatura.

Recuerdo ahora aquella entrevista a la por entonces responsable de Educación del PSOE, Eva Almunia. También ella era partidaria de sacar la Religión del currículo. Cuando le recordé que 7 de cada 10 padres quieren Religión en Primaria, me contestó: “Muy bien; y yo quiero un Porsche”. Entonces, entendí su punto de vista.

Es el punto de vista de quienes se consideran propietarios del sistema educativo, de las formas de educar. Apuestan por un modelo único de enseñanza que, obviamente, es el suyo. No comparto la tesis de quienes ven detrás de este enfoque ocultas y maliciosas intenciones ideologizantes o de ingeniería social. O sí, pero no hablaríamos de maliciosas sino de beneficiosas intenciones. Porque lo que les mueve es la buena intención de educar bien a nuestros hijos porque ellos saben lo que les conviene. Mucho paternalismo y poca confianza en la capacidad de las familias para educar bien y según sus convicciones.

¿Proponemos un currículo escolar a demanda? Siempre y cuando lo que se solicite sea razonable y demandado por un número significativo de familias, por qué no. ¿No se está implantando en numerosos países el ajedrez como asignatura obligatoria? ¿No se introducen docenas de ocurrencias en horario lectivo y nadie dice nada?

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