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Cobrar por resultados

Las retribuciones de un profesor nunca pueden estar relacionadas con los resultados de sus alumnos, ni cualitativos ni cuantitativos, porque según nos señalan machaconamente todos los estudios internacionales, estos resultados están muy relacionados también con el entorno social y económico de las familias.
Carmen Guaita
Maestra y escritora
10 de diciembre de 2015
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Con el encargo a José Antonio Marina de un Libro Blanco del Profesorado por parte del ministro de Educación, ha vuelto a la palestra el anhelado Estatuto Docente. Desde el principio me pareció buena idea y, aunque estemos en vísperas de elecciones, buen momento. Abordar las características propias de la docencia como profesión es un asunto esencial, y no debe asociarse ni a un gobierno concreto ni a una legislatura. Por eso, empezar ahora me parecía hacerlo a tiempo. O quizá, hacerlo por fin.

Incluso pensé que si éramos capaces de trabajar este documento en serio –por encima de partidismos– el Libro Blanco del Profesorado podría convertirse en el primer capítulo de un acuerdo transversal, social y político, sobre la Educación. No era por tanto un tema menor.

Sin embargo, una vez más, el razonamiento profundo se ve lastrado por la necesidad de «titulares» o de distractores de la atención del público; no quiero pensar que sea simplemente por banalidad. Lo primero que se ha conseguido es generar una polémica absurda sobre un imposible planteado antes de tiempo: los profesores cobrarán más o menos según los resultados.

Quisiera contribuir al debate con dos puntualizaciones:

La primera: la carrera docente debe contener, para ser tal carrera, complementos retributivos adecuados, pero es imposible debatir sobre el contenido y la situación de los mismos sin haber diseñado previamente, con cuidado y con calma, cómo va a ser esa carrera docente. Así que, una vez más, empezamos la casa por el tejado, nos peleamos un rato por el grosor de las tejas, derrochamos en la compra de dos o tres chimeneas y, como dijo el clásico, luego fuese y no hubo nada. Nunca construimos la casa.

La segunda: las retribuciones de un profesor nunca pueden estar relacionadas con los resultados de sus alumnos, ni cualitativos ni cuantitativos, porque según nos señalan machaconamente todos los estudios internacionales, estos resultados están muy relacionados también con el entorno social y económico de las familias. Las retribuciones de un profesor, si forman parte de su carrera docente, deben estar relacionadas únicamente con el profesor mismo: su formación; puesta en marcha y participación en actividades de innovación y mejora educativa; implicación en la mejora del centro; investigaciones; creación de materiales y recursos…

Un profesor no es un vendedor que pueda ganar más o menos según los beneficios económicos que aporte a su empresa; ni un futbolista a quien se incentive con primas para que meta goles. Los profesores –y ahora parafraseo a mis alumnos– jugamos en otra liga.

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