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Jóvenes y consumo de pornografía

José Mª de Moya
Director de Magisterio
19 de marzo de 2019
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Hace unos días el psiquiatra Enrique Rojas publicó un descarnado artículo en ABC sobre la adicción a la pornografía entre niños, jóvenes y adultos. Digo descarnado porque los psiquiatras están curados de espanto y se alejan de la corrección política cuando tratan asuntos sensibles como este. Para dar una idea de la magnitud del problema aportó varios datos. Más del 80% de los jóvenes del mundo civilizado ve pornografía casi a diario. Según algunos estudios, en torno al 50% del contenido accesible en internet es pornografía. Hace unos días me hubiera parecido exagerado, hasta que comprobé que –con la excepción de Wikipedia– la primera página web por número de usuarios es pornográfica; la segunda, la tercera y la cuarta, también. Más datos. Según el doctor Rojas, la pornografía juega un papel importante en el 70% de los divorcios.

Venimos esta semana con tan malas noticias para advertir que esta adicción puede ocultarse detrás de esas dificultades del aprendizaje, trastornos de la conducta o simples malos hábitos de comportamiento que nos resultan inexplicables a los educadores. Digo que pueden ocultarse porque no será fácil que un joven reconozca que es consumidor habitual de pornografía, al menos a sus padres o profesores. En el citado artículo, el doctor Rojas relata un caso de un joven universitario que acudió a su consulta: “Doctor, todo lo que le voy a contar es supersecreto profesional, pues mi madre no sabe nada de esto: desde hace unos tres años soy adicto a la pornografía. Es a diario; y los fines de semana paso muchas hora… Al principio pensé que era una cosa normal, casi todos mis amigos ven pornografía, pero un rato a la semana. Lo mío es terrible… yo estoy mal, haga lo que sea para sacarme de aquí”. Y es que, según recientes investigaciones, esta adicción es más grave que la adicción a la cocaína. A pesar de todo, en determinados ámbitos de la opinión pública, es habitual tratarla de forma frívola, con aires de desinhibición.

Según recientes investigaciones, esta adicción es más grave que la adicción a la cocaína

¿Cómo actuar? Los expertos consultados recomiendan acudir al profesional en aquellos casos en los que el mal hábito haya generado una adicción que hay que tomarse tan en serio como si fuera una adicción a una sustancia. En la mayoría de los casos, basta un abordaje educativo con las recetas de siempre. No frivolizar: darle la importancia que merece. Dar ejemplo: no comportarnos como ‘adultescentes’ ansiosos de dar una imagen moderna ante sus alumnos o hijos… Pero, sobre todo, desarraigar ese mal hábito con otros hábitos positivos como el voluntariado, el aprendizaje-servicio… Un clavo se saca con otro clavo.

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