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Seis actividades que ayudan a los niños con TDAH a controlar sus impulsos

La mitad de los casos de trastorno por déficit de atención e hiperactividad remiten en la edad adulta, sin embargo, los niños bien diagnosticados pueden realizar una serie de actividades en las que descargar toda su energía y aprender a controlar sus impulsos.
Leyre ArtizMiércoles, 10 de julio de 2019
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Existen situaciones vitales, como problemas familiares o traumas emocionales, que predisponen a comportamientos similares a los síntomas característicos del TDAH. ADOBE STOCK

«El TDAH es un trastorno grave que afecta a un 5% de los niños y que persiste a lo largo de la vida. No obstante, con el tratamiento adecuado la mitad de los casos remiten en la edad adulta». Así de contundente se muestra Marta Calderero, profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. En la actualidad hay mucha controversia en torno al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), y aunque la inmensa mayoría de los expertos reconocen su existencia, también son muchos los que advierten de una tendencia al sobrediagnóstico.

En España, los casos de TDAH se han multiplicado por treinta en los últimos años, sobre todo en niños de entre 8 y 12 años: un aumento que se atribuye, entre otros factores, «al mayor conocimiento sobre este trastorno y a los avances que han experimentado las técnicas diagnósticas», tal y como explica María José Acebes, neuropsicóloga y profesora de Ciencias de la Salud de la misma universidad.

Evitar diagnósticos erróneos

Los síntomas del TDAH (dificultades de atención, hiperactividad e impulsividad) suelen coincidir con algunas características habituales en los menores, pero que también se manifiestan en ciertas personalidades adultas. Por este motivo, a veces se corre el riesgo de confundir determinados rasgos propios del  carácter con este trastorno de hiperactividad. La mayoría de los niños son inquietos por naturaleza, pero no se trata de poner una etiqueta de TDAH a toda la infancia.

A veces se corre el riesgo de confundir determinados rasgos propios del carácter con este trastorno de hiperactividad

Según María José Acebes, «existen diferentes situaciones vitales, como por ejemplo problemas familiares o traumas emocionales, que predisponen al individuo a comportamientos similares a los síntomas característicos de un paciente al que le han diagnosticado TDAH». La neuropsicóloga apunta, incluso, que «determinadas condiciones médicas pueden provocar estas conductas que aparentemente se atribuyen al TDAH».

A fin de evitar diagnósticos erróneos siempre debe tenerse en cuenta que, aunque la manifestación sea la misma, la causa no tiene por qué serlo. Así, solo se puede hablar de TDAH cuando los síntomas «están presentes en dos o más contextos en un grado que no concuerda con el nivel de desarrollo del niño e interfieren significativamente en su funcionamiento social o académico», aclara Calderero. «Sería un error diagnosticar TDAH a un niño por la mera presencia de los síntomas, sin que se haya apreciado un impacto significativo de estos en su comportamiento en la escuela o en sus relaciones con la familia y los amigos», añade.

Actividades para descargar energía y controlar impulsos

Las personas con TDAH tienen más dificultades para inhibir su respuesta ante estímulos distractores, suelen incurrir en hiperactividad y presentan una mayor tendencia a la precipitación. Además, se manifiestan frecuentemente con conductas impulsivas que dificultan la aplicación de refuerzos a medio o largo plazo, y que pueden llevarlos a subestimar las consecuencias de su comportamiento.

A fin de evitar diagnósticos erróneos siempre debe tenerse en cuenta que, aunque la manifestación sea la misma, la causa no tiene por qué serlo

Ante este tipo de escenarios, los expertos recomiendan la práctica de actividades que requieran concentración y desarrollo de sus capacidades cognitivas, más allá de las académicas, en las que puedan descargar toda su energía y aprendan a controlar sus impulsos. «Sin embargo, no todas estas acciones valen para todos los niños. Es muy importante que les interesen y que tengan un cierto atractivo para ellos», advierte Acebes. «Solo si al pequeño le interesa lo que está haciendo y lo disfruta será beneficioso. De hecho, obligarle a practicar atletismo o a concentrarse en una partida de ajedrez, si a él no le motiva, resultará contraproducente».

La profesora recomienda mantener un diálogo continuado con los responsables de las actividades, de modo que puedan conocer de primera mano las características específicas del menor y las tengan en cuenta por si, en ocasiones, deben darle más tiempo o dosificar la información que se le proporciona. «Estos niños aprenden de otra manera y a otro ritmo, y por ello puede ser que necesiten una serie de ayudas o de adaptaciones en las actividades que hacen», insiste.

Estos niños aprenden de otra manera y a otro ritmo, y por ello puede ser que necesiten una serie de ayudas o de adaptaciones en las actividades que hacen

  1. La música. Aprender a tocar un instrumento, así como leer y componer nuevas piezas musicales, es «especialmente beneficioso» para los niños con TDAH, ya que ello «se refleja en nuevas fibras nerviosas en el lóbulo frontal del cerebro. La relación entre la música y la génesis de neuronas y de asociaciones entre ellas proporciona habilidades cognitivas fundamentales para revertir alteraciones de la conducta, como las propias del TDAH», afirma Calderero.
  2. Los animales. Investigadores de la Universidad de California demostraron que la terapia asistida con perros puede ayudar a niños con TDAH a mejorar sus habilidades sociales y a reducir las conductas problemáticas. Los resultados del trabajo demostraron que los niños que habían sido tratados con perros experimentaron un aumento de la capacidad de atención y progresos notables en las relaciones con los demás. Según explica Calderero, «divertirse jugando con perros ayuda al niño a ser más consciente de los momentos en los que pierde la atención o se comporta de manera impulsiva. Por ejemplo, el perro reacciona buscando la atención del niño cuando este se despista o, por el contrario, se queda quieto cuando el niño actúa impulsivamente saltándose las instrucciones. Estas reacciones del animal ayudan al pequeño a corregir la conducta al momento y, por ende, a mejorar a largo plazo».
  3. El deporte. La práctica diaria de deporte beneficia la cognición y el comportamiento respecto al aprendizaje de niños y adolescentes de entre 6 y 18 años con diagnóstico de TDAH, según las conclusiones de un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Jaén (UJA). Si durante unos 20 minutos realizan una actividad física de alta intensidad, su velocidad de procesamiento y su memoria de trabajo mejoran, así como también sus habilidades de planificación y de resolución de problemas. Desgraciadamente, estos resultados solo se mantienen a corto plazo y no son permanentes. Por esta razón es recomendable que los jóvenes con TDAH hagan ejercicio físico de alta intensidad antes de estudiar para un examen y también durante las horas previas a la prueba de evaluación. Lamentablemente, a medida que el niño se va haciendo mayor, y si sus calificaciones van empeorando, algunos padres optan por retirarlo de las actividades extraescolares deportivas y las sustituyen por clases de refuerzo de la materia suspendida. «Se trata de un error», advierte Acebes, «porque es fundamental que un niño con TDAH haga actividad física regularmente. Por eso hay que ayudarle a encontrar la disciplina que a él le guste y asegurarnos así de que disfruta del ejercicio y que no le supone una dificultad añadida».
  4. Mindfulness y yoga. Este tipo de disciplinas entrenan a los niños en el reconocimiento de sus emociones, les ayudan a centrar la atención, a estar tranquilos y a aprender a estarse quietos», explica Acebes. De hecho, una investigación con niños de entre 7 y 12 años llevada a cabo por la unidad del trastorno por déficit de atención e hiperactividad del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona) demostró que la conciencia plena (mindfulness) reduce la inatención, la hiperactividad, la impulsividad y la desregulación emocional de los niños con TDAH. Gracias a la conciencia plena, siempre practicada de manera relajada, los niños que padecen este trastorno pueden aumentar su inteligencia interpersonal. Mediante esta herramienta terapéutica, los pequeños reflexionan sobre su persona y se comprenden más a sí mismos. «Potenciar su inteligencia intrapersonal permite que sean más conscientes de sus estados y de las metas que desean alcanzar, y, en consecuencia, que sean capaces de planificar mejor su manera de actuar», explica Calderero.
  5. Ajedrez. El ajedrez es una actividad que requiere mucha concentración. Quizá por ello pueda parecer contraproducente para a un niño con TDAH, pero, sin embargo, siempre y cuando se ponga en práctica en un contexto terapéutico y supervisado por profesionales, se ha revelado como un ejercicio altamente eficaz en el tratamiento de este trastorno, como han demostrado en el Hospital Universitario Puerta de Hierro, en Majadahonda (Madrid), poniendo en marcha el programa Jaque Mate al TDAH. En este sentido, Calderero explica que «el ajedrez permite trabajar la inteligencia logicomatemática y crear hábitos positivos durante el juego», los cuales más tarde pueden ser aplicados en otros contextos de la vida diaria, como la evolución de mejores hábitos de estudio o un comportamiento más adecuado al interactuar con los demás, respetando los turnos de palabra.
  6. Arte. «Existen varios estudios que indican que los niños con TDAH tienen una especial tendencia a la creatividad», explica Acebes, que recomienda las terapias relacionadas con técnicas plásticas y las califica como «estimulantes y motivantes». Además, la neuropsicóloga destaca que las disciplinas artísticas requieren «concentración, la regulación emocional o de los impulsos y una combinación de diferentes capacidades orientadas a la ejecución de un plan y la obtención de un resultado».
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