Luz Usamentiaga: “No vas a resolver nada por prohibir el uso del móvil en las aulas”

La responsable de Relaciones Institucionales de Orange tiene una difícil papeleta y no me gustaría verme en su piel: conseguir que más ciudadanos usen sus redes móviles y al mismo tiempo que no abusen y hagan un uso adecuado. Casi nada. Le toca advertir del riesgo de contagio de virus como el grooming o el sexting, cuando, paradójicamente, se propagan precisamente por la redes que ellos mismos han creado para facilitarnos tanto la vida. “No son temas bonitos de contar”, admite, pero lo hacen porque sienten que es su responsabilidad. Les honra.

Pregunta. ¿Qué es la Escuela de Valores de Orange?
Respuesta. —Es una iniciativa puesta en marcha este verano por la que queríamos poner en práctica cinco valores principales: dignidad, empatía, constancia, equidad e igualdad. Pensamos que son unos valores fundamentales para conseguir entornos de trabajo y personales más inclusivos y diversos para nuestros hijos. Lo que hemos hecho es trabajar con la Fundación Adecco en primera persona estos valores. El objetivo es disfrutar y aprender con personas de entre 14 y 17 años, edad emocionante…

¿Qué actividades han realizado con este grupo?
—Bueno, les formamos sobre la conveniencia de hacer un uso moderado de las tecnologías mediante actividades de mentoring, pero también acompañamos a personas con discapacidad a hacer el Camino de Santiago o a niños que tienen a sus madres en prisión… Son muchos los empleados que quieren realizar estas tareas de voluntariado y solidaridad y gracias a este proyecto se les empuja a hacerlo. Además de las actividades citadas, también montamos un mercadillo solidario en el que se venden objetos, materiales propios de la compañía… y con esto recaudamos dinero que los propios empleados decidimos a qué ONG se lo queremos donar.

En efecto, veo que habéis optado por una metodología más experiencial que discursiva. ¿Es más eficaz hacer que decir a la hora de inculcar valores?
—Sí, pensamos que es más difícil captar la atención con la lectura o con charlas. Por eso preferimos que lo vivan en primera persona, para que les quede así una huella indeleble. Por supuesto que también se les transmiten conocimientos en torno a los valores pero, en definitiva, creemos que lo mejor es vivirlos en primera persona.

¿Qué os parece más eficaz para que un adolescente adquiera valores, un voluntariado con vosotros para vivir las cosas o una asignatura como Ciudadanía que persigue el mismo objetivo?
—No somos expertos en Educación, pero nos parece importante tanto una parte teórica como una práctica con la que puedes dar sentido a lo aprendido.

Sabes que ahora se habla mucho de valores como antídoto precisamente para prevenir un uso abusivo de las tecnologías, las tecnoadicciones, el acceso a contenidos inapropiados… ¿Cómo se ve esto desde una empresa que vive de vender tecnología?
—Llevamos trabajando en el uso responsable de las tecnologías más de diez años y en los riesgos que conllevan. Abren oportunidades impensables pero también implican riesgos, qué duda cabe. Por eso, desde hace años ponemos estos servicios en el mercado pero también ponemos orden. Por ejemplo, hemos elaborado la campaña Por un uso love de la tecnología para prevenir las consecuencias de su mal uso. Hemos hablado de chavales que incluso ponían en riesgo su vida por conseguir likes, del peligro del uso del móvil en el momento de la conducción, de los groomers (adultos que se hacen pasar por niños para abusar), etc. Son temas complicados que no son bonitos de contar y menos para una empresa como la nuestra.

¿Sensibilizar y apelar a la responsabilidad personal es suficiente? ¿Piensas que habría que ir más allá y regular su uso en determinados espacios, como prohibirlos en los colegios?
—Creemos que donde más podemos ayudar nosotros es en la sensibilización. Cuando se explican los riesgos, se explica lo importante. La regulación va después. La parte de educar y conocer es la que llevamos y eso ayuda a lo demás.

Pero, ¿está a favor de la prohibición de los móviles en las aulas?
—Me parece que no tiene mucho sentido porque lo que haces con un móvil lo puedes hacer con un ordenador o con una tableta. Hoy el campo es tan abierto que no vas a resolver un problema con prohibirlo. El agua está ahí y encuentra sus caminos… Todo va tan rápido que si regulas hoy dentro de dos meses quedará obsoleto porque habrán surgido nuevos problemas. La apuesta más clara es la de educar, sensibilizar y abrir discusiones.

¿Qué más hacéis desde la Fundación Orange?
—Bueno, desde que constituimos la Fundación –hace 20 años– nos hemos enfocado sobre todo en el autismo. Si lo piensas es bonito y tiene todo el sentido que una compañía de comunicaciones se preocupe de los que se comunican de otra manera. Pensamos en el autismo como un problema de los niños pequeños, pero el niño con autismo crece y tienen que enfrentarse a los mismos retos e integrar los mismos servicios que integramos nosotros. Por ello, nuestro objetivo es facilitarles ese camino y ayudarles a recorrerlo de manera ordinaria. Esto es muy importante.

También estáis en la causa de la promoción de la tecnología entre las mujeres.
—Es un hecho que las mujeres nos dedicamos menos al mundo tecnológico. La manera en que aparece la tecnología en la publicidad o cómo se recurre a determinados referentes tecnológicos hace que no resulte muy atractiva para las mujeres.

Nos parece importante trabajar en visibilizar que las mujeres también trabajamos en entornos tecnológicos, que se aprecie que no tenemos ningún problema en este campo, ni ningún problema de género. Así conseguimos que el mundo tecnológico sea más diverso y, por tanto, mejor. Si se visibiliza a la mujer en ámbitos tecnológicos, también se contribuirá a que haya mayor número de mujeres en carreras tecnológicas y esto es importante.

¿Hasta el punto de alcanzar la paridad, es decir, que estudien carreras tecnológicas el mismo número de hombres que de mujeres? Hay otras carreras donde ocurre lo contrario, que están muy feminizadas… ¿Dónde queda la libertad de elección?
—Es un debate muy interesante encontrar dónde está el límite, la línea entre el legítimo ejercicio de la libertad personal y la existencia de estereotipos que condicionarían y limitarían esa libertad. Insisto en que la manera en que publicites la tecnología o el hecho de que muy pocas mujeres líderes aparecen en entornos tecnológicos puede estar condicionando el que pocas chicas se inclinen por una carrera STEM. Pienso que es necesario resolver este problema y eliminar estos estereotipos más allá de que cada cual, faltaría más, tenga sus preferencias.