42 Madrid: solo apto para millennials

¿Te imaginas una escuela sin clases, sin profesores, sin límite de edad, que esté abierta todos los días y sea gratuita? Pues sí, existe. Se llama 42 Madrid y ha llegado de la mano de Fundación Telefónica. Así pues, se trata de una escuela con una mentalidad moderna, innovadora, en definitiva, muy millennial. “42 es una metodología que rompe el paradigma de la Educación porque trae una forma de aprender totalmente diferente en el que el alumno se convierte en el centro de su toma de decisiones. De esta forma, se respetan los ritmos de aprendizaje de cada uno”, explica el gerente global de los programas de Empleabilidad e Innovación Educativa en Fundación Telefónica, Luis Miguel Olivas.

En este sentido, el mercado laboral está demandado unos perfiles profesionales que el sistema educativo no está terminando de cubrir, ya que la empleabilidad del siglo XXI requiere de un nuevo modelo de aprendizaje. Por eso, en 42 Madrid “los alumnos, además de obtener competencias técnicas y digitales, se llevan la mochila más importante de cara al mercado laboral: competencias transversales como la tolerancia a la frustración, resolución de problemas complejos, trabajo en equipo o liderazgo”, subraya Olivas.

La metodología 42 nació hace seis años en la capital francesa y, en estos pocos años, ya ha demostrado tener unos resultados de éxito. Actualmente, hay 20 academias en el mundo y en todas ellas se registra un 100% de inserción laboral.

Solo en Madrid, más de 20.500 personas se inscribieron para convertirse en ese talento digital que buscan las empresas, ya que el único requisito para formar parte de esta escuela es ser mayor de 18 años (puesto que tampoco es necesaria una titulación previa). No obstante, el 30% no supera la primera prueba que son varios test on line para conseguir plaza en la piscina.

La piscina es la segunda parte del proceso de selección y dura 26 días. Aquí, los alumnos no saben a lo que se van a enfrentar. Olivas detalla que han tenido que hacer proyectos en equipo, exámenes de cuatro y ocho horas, etc. Después de esos 26 días, los que cumplen con los criterios de selección pasan a ser alumnos de la escuela donde la formación suele durar tres años.

Los alumnos de 42 Madrid tienen entre 18 y 61 años y la colaboración entre ellos es una máxima. Alba López es la alumna más pequeña de la academia y para ella el compañerismo es lo que más se fomenta en esta experiencia. “La mitad de los proyectos que tuve que hacer en la piscina no los hubiera conseguido sin la ayuda de los demás”.

Antonio Martínez, que todavía está en el periodo de la piscina, afirma que lo más duro que se está encontrando es la falta de conocimiento y la gestión del tiempo (le dedica entre 12 y 14 horas diarias). “No sé si voy a entrar, pero sí que estoy convencido de que el programa me permite expresar mis límites y disfrutar de es esa sensación de comunidad”.

Finalmente, en los próximos 18 meses 42 abrirá en cuatro nuevas ciudades: Málaga, Vizcaya, Valencia y Barcelona para seguir creando nuevas plazas y nuevas oportunidades. “Hay mucha demanda de este tipo de formación porque realmente es una formación que tiene resultados, donde el alumno tiene por primera vez la sensación de que no está perdiendo el tiempo.”, concluye Olivas.

La escuela 42 Madrid  está pensada para todas aquellas personas a las que les apasione la tecnología, quieran reciclarse, empezar de nuevo o estén en búsqueda de empleo.

Pretende ser un espacio en el que se aprende a aprender a través de la ludificación, donde cada alumno marca libremente su ritmo de aprendizaje y en el que prima el trabajo colaborativo, el esfuerzo y la constancia. En cuanto al proceso de aprendizaje este suele durar tres años de media y sigue una metodología basada en proyectos de las diferentes ramas de la programación.

No hay libros, no hay profesores y no hay clases tutorizadas. De hecho, el concepto ‘peer to peer’ (entre pares) es fundamental en el proceso de aprendizaje y dentro de la propia metodología. No se puede avanzar en los niveles si no se trabaja de manera colaborativa.  Al final, educar a través de la tecnología es una de las mejores formas de fomentar el progreso, la cohesión social y no dejar a nadie atrás.