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6- ‘Soft skills’: cuando la inteligencia ya no es suficiente

Uno no nace con una caja de herramientas de serie y se ha de conformar, sino que la fuerza de voluntad puede ser entrenada.
Adrián ArcosMartes, 21 de enero de 2020
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Poco podía imaginar Walter Mischel lo que iba a dar de sí su hoy ya célebre test de la golosina. El psicólogo austriaco demostró con sus investigaciones longitudinales de finales de los 60 que enfrentando a niños de 4 a 6 años a la tentación de una golosina, encerrándoles en un cuarto con el dulce y un cronómetro y ofreciéndoles ración doble si lograban superar 15 minutos sin sucumbir, se podía predecir cómo le iba a ir a esos niños y niñas en la vida. Tanto sus logros académicos y laborales como su bienestar dependía más de esa fuerza de voluntad, de esa autorregulación, de esa capacidad de postergar la recompensa, que de su coeficiente intelectual o del nivel educativo de su familia.

Mischel indagó también en las distintas estrategias que emplearon los niños que esperaron y obtuvieron las dos golosinas, analizando así la “caja de herramientas mental” a la que habían recurrido en aquella ocasión y que estaría lista para próximos retos en su devenir posterior. La buena noticia es que, como el propio Mischel descubrió, uno no nace con una caja de herramientas de serie y se ha de conformar, sino que la fuerza de voluntad puede ser entrenada. Su descubrimiento supone un filón para el mundo de la Educación.

Las 'soft skills' en el Anuario de la Educación 2020

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