¿Educamos o enseñamos?

“¿Qué has aprendido hoy hijo? –le pregunta una madre a su pequeño al llegar en la puerta del colegio–, ¿las restas con llevadas? Si quieres, luego en casa practicamos…”. “No mamá. Hoy he aprendido lo que debo hacer cuando hemos tenido un conflicto”.

Reproduzco esta conversación que oí de refilón en la puerta del colegio para recordar la importancia de la escuela en la Educación para la vida. ¿Por qué los adultos (profesores y familias) tendemos a centrarnos en lo vital que es para ellos el aprendizaje de las diferentes materias como Lengua y Literatura, Matemáticas, Ciencias…? No estoy minusvalorando las asignaturas convencionales, ¡Dios me libre! Sin embargo, sí pretendo centrar la atención en el valor que, en muchas ocasiones, no le damos a “los otros aprendizajes”, esos que no salen en el currículo.

¿Acaso en la vida no tenemos que solucionar conflictos? ¿O que gestionar emociones? ¿O que diferenciar los distintos niveles que comprende nuestra afectividad? Algunas familias, aún dicen, sorprendentemente: “No, estas cosas se las enseñamos nosotros en casa, en el colegio dedíquense a enseñar”. Es imposible no educar en un centro educativo. Las relaciones entre compañeros provocan roces, conflictos, situaciones que, en sus casas nunca podrán gestionar.