En casa

Menos mal que cada día hay más cosas que se pueden hacer en casa, porque, si no, el confinamiento podría acabar con nuestra salud, aunque no estuviéramos infectados por el virus. Hay juegos disponibles en el ordenador, películas, actividades de diseño y claves para mantenerse en forma, sin necesidad de ir al gimnasio o a correr. La inventiva se ha desatado aprovechándose de las redes sociales para poder llegar a todo el que esté conectado.

Los niños están aprovechando para enseñar a sus padres la maestría que tienen en el manejo de las redes, algo nunca visto: que los pequeños sepan más de algo que los mayores. Resulta enternecedor ver a los nietos enseñando a los abuelos a conectarse y divertirse con ello: que no les resulte una carga insoportable ese mundo nuevo de los bites.

Por lo demás, el aumento del tiempo de convivencia ayuda a limar las discrepancias, por el imperativo de que no queda más remedio que hacerlo: sería insoportable mantener las discrepancias al rojo vivo, durante un tiempo que se alarga y se alarga, conforme a los dictados del Gobierno. Más vale aprovechar para hacer las paces y limar asperezas.
Y así, un día y otro resultan menos insoportables, mucho más divertidos. Incluso algunos expertos dicen que nos va a costar más salir de casa después.