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La escuela como servicio

José Mª de Moya
Director de Magisterio
13 de mayo de 2020
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Me gusta esa imagen que sitúa a la escuela a caballo entre la familia y la sociedad. La escuela no está hecha a imagen de la institución familiar, ni tampoco a imagen de la sociedad, aunque bebe de ambas en algunos aspectos. Se equivocan, a mi entender, a partes iguales aquellos colegios que quieren imitar los modos propios del ambiente familiar como aquellos otros que sostienen que los centros educativos deben ser fiel reflejo de los usos y costumbres sociales. Cada maestro y cada maestra es para sus alumnos parte de su familia, sin serlo del todo, y parte de la sociedad que les rodea, sin tampoco serlo del todo. Tiene todo el sentido este modo de entender, si caemos en la cuenta de que en la escuela se aprecia a sus alumnos por lo que son, desde luego, pero también por su rendimiento académico. De ellos se espera algo: la relación con la institución que los acoge no es de absoluta gratuidad, como sí lo es la relación intrafamiliar.

¿A qué viene esta digresión inicial… y sin anestesia? Pues al debate abierto sobre el papel que deben jugar los centros y su profesorado como facilitadores de la conciliación familiar. Desde posiciones muy puristas de lo que debe ser un colegio se ha puesto pie en pared al grito de que los centros no son aparcamientos de niños, que no están para sustituir a las familias en sus funciones, etc., etc. Este debate no es nuevo y se ha planteado recurrentemente cada vez que se ha querido regular el primer ciclo de Educación Infantil y su calificación como servicio educativo o asistencial, asistencial o educativo…

Cada maestro y cada maestra es para sus alumnos parte de su familia, sin serlo del todo, y parte de la sociedad que les rodea, sin tampoco serlo del todo

A mi juicio son debates bizantinos propios del pedagogismo, de la política de salón o de gente que se aburre… en todo caso, colectivos desconectados de las aulas desde hace demasiados años. Pocos días antes del confinamiento me reunía con una importante asociación de escuelas infantiles que resolvía el dilema salomónicamente: ¿Educativo o asistencial? Educativo y asistencial, por supuesto.

Me parece que son momentos propicios para que la escuela demuestre, como sabe hacer, su vocación de servicio, tanto a la familia como a la sociedad. Sería un error que cayera en purismos y exquisiteces academicistas que nadie entendería con la que está cayendo. Pero sobre todo iría en contra de su propia naturaleza de servicio, de saber remangarse cada vez que ha hecho falta, de saber prestar un servicio integral u holístico que va más allá de las mates, de saber formar equipo con las familias en la construcción de buenos ciudadanos.

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