Lo que hemos aprendido

La pandemia enseña más que muchas horas de clase. De golpe percibimos que somos muy poca cosa y que un virus ínfimo provoca una catástrofe mucho mayor que la bomba atómica, el artilugio más destructivo que ha sido capaz de crear el hombre para matar a los demás. El hecho de que todo el mundo esté infectado y no haya todavía un remedio para curar esa cosa tan pequeñita que se nos puede meter por la nariz y atacar a todo el cuerpo hasta hacerle perder la vida, redimensiona todo lo que se había imaginado sobre lo que le puede pasar a cualquiera mañana o pasado mañana.

Eso no se explica ni en clase de Matemáticas o de Física. En realidad, no hace falta nada para explicar lo evidente. Y todos, mayores y pequeños, estamos recibiendo con el coronavirus una lección maravillosa de quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, como decía aquella canción. Estamos viviendo lo que hemos visto en alguna película de ciencia ficción, pero que ahora no es una ficción sino la mera realidad que tenemos delante de los ojos, tan cerca que incluso parece imposible constatar cómo hemos podido llegar a esta situación. Por eso, aunque se pueda pensar que hemos perdido horas lectivas, en realidad estamos aprendiendo mucho más a ser nosotros mismos con todo lo que acarrea sabernos así.