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Pisos de acogida, refugio de muchos jóvenes frente al Covid

Las Plataformas Sociales Salesianas en España cuentan con 83 viviendas que acogen a unas 700 personas.
Adrián ArcosDomingo, 17 de mayo de 2020
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Los educadores destacan el buen comportamiento de estos jóvenes en los hogares.

Todas las familias han tenido que adaptarse y aprender a convivir confinados, en casa, sin poder salir. Pero, ¿y en los pisos de acogida de jóvenes, de refugiados, de migrantes? ¿Cómo están viviendo esta circunstancia especial?

Las Plataformas Sociales Salesianas en España cuentan con 83 recursos residenciales de este tipo: centros de emancipación, de migrantes, de transición a la vida adulta, centros para solicitantes de protección internacional o refugiados en situación de vulnerabilidad. En ellos viven cerca de 700 personas. En el tiempo de confinamiento su trabajo ha cambiado considerablemente y los equipos educativos han tenido que afrontar una situación no prevista y desconocida.

Algo común que destacan los educadores es la sorpresa, para bien, de la reacción de la mayoría de los jóvenes que viven es estos centros y pisos. “Nunca habían estado tantas horas en casa ni pasado tanto tiempo en ‘familia’, están cumpliendo muy bien, con gran compromiso”, nos reconocen.

Dos líneas de trabajo

Aunque cada centro tiene sus peculiaridades, lo habitual ha sido trabajar en dos líneas. Por una parte, los equipos educativos que conviven con los jóvenes explican que han “cambiado los turnos de trabajo, estamos a turnos de 12 horas, tres días por semana y el resto de los días descansamos”, concretan los educadores de los centros de Torrent y Valencia de la Fundación María Auxiliadora.

Por otra, aquellos que realizan su intervención de forma virtual, yendo a la vivienda si hay alguna urgencia o si los destinatarios necesitan material sanitario. Estos, normalmente se da en proyectos de emancipación o para migrantes que solicitan protección internacional.

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Al estar tanto tiempo juntos valoran más la convivencia y trabajan más la tolerancia y la frustración

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“Está siendo una experiencia educativa muy interesante, al estar tanto tiempo juntos valoran más la convivencia y trabajan más la tolerancia y la frustración. Antes, con cualquier problema, la mayoría buscaba refugio en la calle, ahora tienen que enfrentarlo e intentar solucionarlo”, comparten los educadores de los centros de Fisat-Fundación Ángel Tomás.

El compromiso y la creatividad de los equipos educativos ha sido fundamental. Más que nunca ‘Don Bosco’ es el hogar de los chicos y chicas que no tienen otro hogar, y nuestros compañeros son esos brazos abiertos para ellos”, explica Ignacio Vázquez, director general de la Fundación Don Bosco.

Lo que no ha sido óbice para que los equipos docentes sintieran mayor estrés y gran responsabilidad. “No podemos olvidar las grandes dificultades que estos jóvenes tienen para afrontar la falta de libertad o cambios imprevistos… las mayores dificultades las hemos encontrado con aquellos que llevan tratamientos médicos y seguimientos psiquiátricos”, detalla el equipo docente de El Desván de la Fundación Juan Soñador en Valladolid.

Aun así, los jóvenes de los pisos y centros de acogida que los salesianos gestionan en España se han adaptado a esta situación atípica de una forma responsable y madura, cumpliendo los protocolos, con comportamientos ejemplares y colaborativos.

Qué viene después

“Esta situación de parón va a afectar mucho al ritmo para la emancipación de algunos destinatarios ya que encontrar empleo será mucho más difícil y también para aquellos que están pendientes de resolución de documentación porque todo se ha retrasado”, afirma Vicente Pérez, educador de piso de emancipación en Fisat.

“A la mayoría les preocupa su situación administrativa, retraso en sus expedientes, pérdida de oportunidades laborales, muchos veían en el verano un tiempo de oportunidades que se ha desmoronado”, dice Noelia Hidalgo, coordinadora del proyecto residencial Pinardi Nicoli en Madrid.

Por este motivo, Rosana Palomares, coordinadora de los pisos de la Fundación Ángel Tomás, recuerda que se requiere de un compromiso en el que no falten recursos con los que se atienda a los colectivos más vulnerables, un compromiso para trabajar por la inclusión y cohesión social.

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