Colegios odiosos

Algunos mayores se han empeñado en que los niños tengan que hacerles caso en sus proyectos de abrir los colegios en septiembre. Y venga y dale con una norma detrás de otra para que hagan lo que está mandado, con separación en el aula, en el patio, al entrar y salir, con mascarilla y las manos limpias. Y clases presenciales pero también telemáticas si fuera necesario, que lo será. Y mil cosas más que se avecinan mientras dure el coronavirus sobre la tierra.

Lo que no han pensado los mayores es si los niños les harán caso en el jolgorio del reencuentro en el recreo. Si tú fueras niño, probablemente te daría miedo ir al cole en esas circunstancias, si se cumple lo previsto y un ejército de vigilantes ponen orden en las aulas. Para estar vigilado y obligado, mejor quedarse en casa, como hasta ahora. La pandemia ha traído muchas libertades dentro del confinamiento: de horarios, de hacer lo que quieras cuando te de la gana por internet, con tal de no salir de casa.

Y va a ser una pesadez cumplir las nuevas normas de la nueva normalidad: a los niños se les va a exigir cada día mucho más que a los mayores. Que pueden pasear y tomarse unos pinchos y unas cañas, mientras esperan a que sus hijos salgan de esos lugares malditos en que la ministra ha convertido a los colegios.