Reiniciar

Es lo que hacemos cuando el ordenador se atasca por su complejidad o porque le hemos dado mal a una tecla. Al reiniciar siempre estamos pendientes de que no se haya perdido nada de lo que ya había dentro y suspiramos al comprobar que es así. Más o menos es lo mismo que estamos haciendo en la postpandemia: reiniciar nuestra vida después de tanto confinamiento que nos ha bloqueado, y suponer que las cosas seguirán como estaban.

El empeño porque la normalidad sea nueva y no volvamos a lo de siempre es un deseo compartido por muchos, sobre todo por los que no estaban a gusto antes, y piensan que ya que el coronavirus no les ha matado, lo que venga será distinto. El confinamiento piensan que habrá sido positivo para ellos porque les ha hecho crecer. Cuando aquí el único que se ha crecido es el presidente, a juzgar por los ditirambos y soflamas con que ha querido calentar nuestros oídos semanalmente.

Pero lo normal es que siga diciendo y haciendo lo mismo de siempre, aunque piense que eso nos ha hecho cambiar hacia una vida mejor. La postpandemia es un reinicio y no nos ha hecho mejores o más fuertes, ni siquiera a él, ni a la ministra de Educación, que no se ha movido ni un milímetro de lo que pensaba hacer antes. En lo fundamental seguimos igual, para bien o para mal.