Demasiadas leyes

Qué manía hacer leyes de Educación una tras otra, como si eso arreglara algo. Llevamos ya las suficientes como para saber que a la tontuna de un ministro le sucede la tontuna de otro, toquiteando por aquí y por allá para dejar su impronta, que sólo durará hasta que cambie el Gobierno. Resulta difícil, por no decir imposible, acordarse de lo que aportó cada una, por más encarnizado que fuera el debate de su aplicación. La gente joven se educa básicamente en familia, que es lo más duradero para la mayoría, y mira con escepticismo lo que le enseñan en clase, algo tan cambiante como los sucesivos ministros se lo propongan. Hay montañas de estudios acerca de si la gente joven entiende algo, de si sabe escuchar o atender durante algún tiempo. Y más ahora que a la fuerza hemos descubierto que hay cosas mucho más interesantes en la red que en las aulas. Cada uno puede hacerse su curriculum a medida, y muchas veces con un mayor rigor.

La Educación depende del esfuerzo que ponga cada uno en obtenerla y eso no depende de una ley u otra, sino de la curiosidad y las ganas de saber más y de compartirlo con otros para ver si están de acuerdo o no en lo que se dice. Hombre, la clase es mejor que el zoom para compartir algo con los amigos, pero hay que saber adaptarse a lo que hay.