Perimetrémonos

Parece que más de uno le ha cogido el gusto a ‘perimetrar’ y no para de ‘perimetrarnos’ con la esperanza de que eso sirva para algo. ‘Perimetrar’ es una palabra nueva de la que todavía no sabemos bien lo que significa. Empezaron a usarla los bomberos para señalar que un fuego ya no crecía más, aunque siguiera ardiendo, gracias a su trabajo extintor. Sin embargo, ahora se utiliza para imponer restricciones de movimiento a la gente de las ciudades, autonomías, o incluso países, cuando se ha detectado una cierta proporción de casos afectados por la pandemia.

Como si fuera la panacea para controlarla, después de los innumerables intentos fallidos para conseguirlo. De momento, el coronavirus va ganando por goleada, como si todas las medidas en su contra, reinventadas una y otra vez, no sirvieran de mucho, o de nada. El último grito es ‘perimetrarse’, como si una ciudad o una persona pudiera hacerlo así por las buenas. ‘Perimetrémonos’ podemos decirlo en voz alta porque no sabemos bien lo que significa: contonear de manera afectada, adelgazar, reducir nuestro perímetro a unos límites prefijados, o no moverse y quedarse en casa, encerrados, sin ni siquiera asomarse, no vaya a ser que se nos pegue el coronavirus por encanto. Menos mal que la mayoría hace caso, aunque no entienda.