Demasiados gurús

Las cosas no están como para saber mañana lo que va a pasar. Incertidumbre, sofocos, prisas. Hay una demanda creciente de asesores y gurús, como si la opinión de ellos sirviera para tranquilizar a alguien. Cada día sale alguno que te quiere enseñar a adelgazar, a llevarte bien con lo demás, a aprender a escuchar y no poner cara de palote cuando te dicen algo, que a lo mejor no te gusta, aunque sepas que mañana podría decirte lo contrario, que tampoco te gustaría.

Dudas de que algo pueda ser real y no un sueño, por la cantidad de trompicones a la que te ves sometido, como si fueras la víctima infinita de los demás. La cosa se llama ‘volatilidad’ y está super de moda, incluso para ti, que también disfrutas con el bamboleo ante los otros, para hacerte más interesante. Para que alguien te perciba, y no seas tú el único que se da cuenta de que existes. La evanescencia tiene esos riesgos y por eso te abrazas a los gurús esperando alguna solidez, como si ellos no fueran también evanescentes, en la mayor parte de los casos, para no perder clientes que piensen de otra manera. Y sólo te queda la oportunidad de hacer tú mismo de gurú ante los demás, a ver si así consigues aprender algo de ellos, que te dé alguna solidez.