¿Tiene base científica el 'Blue Monday'? ¿Cómo afrontarlo?

Blue Monday es un término que se utiliza desde 2005 para calificar el tercer lunes de enero y se refiere a un día que, en teoría, es el más triste del año. «Ha pasado el tiempo suficiente en el nuevo año para que nos demos cuenta de que todos los propósitos que nos habíamos propuesto con toda la energía y toda la ilusión han comenzado a no cumplirse», explica Rocío García Torres, psicóloga clínica y profesora del Grado en Psicología y del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva.

«La conjunción de esta frustración, de estos propósitos no cumplidos, de todos los excesos de la Navidad, de la nostalgia acumulada, se dice que hace que las personas estén más tristes”, añade.

Más allá del uso y la oportunidad que la publicidad y el marketing encuentran en el Blue Monday, ¿existe base científica para sostener que se trate precisamente del día más triste del año?

García cuenta que en 2005, Cliff Arnall, un profesor de una universidad de Inglaterra creó una fórmula matemática para calcular este día. Él mismo, tiempo después, hizo crítica sobre su teoría, porque si nos preguntamos qué es lo que hay detrás, existen esas expectativas que uno se pone y no se cumplen, los excesos navideños, pero, ¿por qué elegir ese lunes y no otro?

«Además, está la profecía ‘autocumplida’, que habla de que cuando tú piensas algo, al creerlo puedes terminar creándolo. Y lo cierto es que todos estamos expuestos este famoso Blue Monday a noticias en televisión o imágenes en redes sociales que hablan de que este día es muy triste; de manera que podemos estar predispuestos a pasarlo mal, estar tristes o tener un día que puede no ser fácil», subraya García.

Para combatirlo, García propone una herramienta que es útil no solo para el tercer lunes de enero: ajustar las expectativas. «Si, por ejemplo, uno se propone ir al gimnasio todos los días y no ha ido nunca, en lugar de ir todos los días puede empezar por ir una vez a la semana. Se trata de programarse de una forma acorde a la realidad de cada uno«, apunta.

También hay que «aceptar cómo es cada uno, conocer adecuadamente las posibilidades que tenemos y ajustar estas expectativas a nuestra vida real», concluye.