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Más posibilidades para la memoria

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Denostada durante años como un cáncer para la educación, poco a poco la memoria vuelve a ocupar el prestigio y el lugar que se merece como una herramienta muy útil para afianzar conocimientos.

No se trata, como así ha sucedido en diferentes épocas, algunas muy recientes, de convertir la memoria en el fin de la educación, como si el único sentido de la enseñanza fuese que los alumnos se conviertan en papagayos más o menos espabilados o en frikis cursis dignos de aparecer en concursos televisivos por su capacidad para recitar, de seguido, los reyes godos o las poesías completas de Federico García Lorca.

Pero tampoco, como ha sucedido, hay que demonizar la memoria y considerar que todo lo que se aprenda basándose en ella no tiene ninguna utilidad. Volvemos, una vez más, a reclamar la senda del sentido común: ni una cosa ni la otra.

Pero resulta evidente que, para los profesores, resulta frustrante la poca memoria o retención que tienen algunos alumnos, que olvidan lo aprendido de un año para otro, o de un mes para otro, y tienen que volver a explicar las mismas cosas una y otra vez. Esto va con el sueldo, es cierto, pero a veces impide avanzar al ritmo necesario para que los alumnos, que es de lo que se trata, mejoren. La falta de memoria, cuando no se entrena, dificulta el aprendizaje a todos los niveles y paraliza la lógica evolución intelectual de los alumnos. No es, por tanto, un tema baladí.

Y más todavía. Con el paso de los años, hay que reforzar más la memoria a través de diferentes técnicas cognitivas con el fin de fijar ideas, conocimientos, razonamientos, hábitos, etc. que impiden el estancamiento neuronal. Y, lo que es peor, el avance del mar gris del olvido .

Por eso, aunque todavía es pronto para aventurar su trascendencia e implantación –las pruebas médicas sólo han obtenido éxito en las ratas-, hay que felicitarse por los resultados de una investigación puesta en marcha por un hospital norteamericano, la Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, y el Centro de Investigación Médico Aplicado de la Universidad de Navarra (CIMA).

En resumen, se trata del descubrimiento de un tratamiento que refuerza y potencia la memoria y previene el olvido. El tratamiento consiste en inyectar un factor de crecimiento insolínico (IGF-II), una molécula que está presente en el cerebro y que es muy activa durante los años de desarrollo y que, con la edad, reduce su eficacia.

Habrá que esperar, pero intuyo que primero se aplicará este descubrimiento a los pacientes adultos y con patologías de la memoria y, más adelante (aunque no hay que aventurar posibilidades más propias de la ciencia-ficción), a alumnos con problemas de aprendizaje cuya principal causa pueda ser su escasa o nula capacidad memorística.

Mientras llega esto, el mensaje es claro: la memoria necesita, como el deporte, asiduo ejercicio. Si no se utiliza y desarrolla, se atrofia.

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