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Mi hijo es una isla

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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¿Por qué no contesta? Ésta es una de las preguntas que comienzan haciéndose muchos padres ante la falta de respuestas de sus pequeños. Unas veces la incomunicación se da fuera del ámbito más íntimo o en situaciones concretas; otras no depende tanto del contexto como del niño. Mientras, crecen las dudas de los padres sobre lo que puede estar pasándole a su hijo.

Autor: Laura Gómez Lama

“Tengo un hijo de 13 años que, según algunos médicos, tiene síndrome de Asperger. Actualmente no está escolarizado, ya que en ningún colegio lo aceptan a pesar de que académicamente responde muy bien. Suma, resta multiplica, divide, lee, escribe… El problema es que se pone agresivo, se deprime y llora con facilidad, no le gusta compartir con ningún niño, siente mucho miedo y dice incoherencias. Lo más triste es que mi hijo no era así. Cuando era muy pequeño era un poco distraído en clase y algo hiperactivo, compartía con los niños y podía pasar varios días de vacaciones con la familia. Ha pasado por los mejores especialistas, pero cada día está peor y sufre mucho porque es muy consiente de todo”. Ésta es la llamada de auxilio de una de nuestras lectoras, que nos pedía información sobre este trastorno, por lo que PADRES se puso en marcha para tratar de despejar sus dudas sobre este síndrome que en ocasiones se confunde con el autismo de Kanner, al que por lo general conocemos como autismo.

Ambos casos están clasificados, según el manual de trastornos específicos elaborado por el catedrático de Psicología de la Salud Miguel A. Simón y el profesor de Psicopatología Vicente E. Carballo, dentro de los trastornos que se caracterizan fundamentalmente por el deterioro de la interacción social, entre los que también se encuentran la timidez extrema y el mutismo selectivo.

“La característica común del mutismo selectivo, el autismo y el síndrome de Asperger es que en los tres casos se tienen problemas relacionados con la comunicación, pero tanto los motivos que los originan como el aspecto que está comprometido son diferentes”, explica la psicóloga infantil Paloma Méndez de Activa Psicología. “Es posible confundir estos trastornos, sobre todo el autismo de Kanner y el síndrome de Asperger, por lo que es fundamental que un especialista determine el problema.

En el caso del mutismo selectivo, éste sólo se da en un área determinada, por tanto es más fácil de identificar –continúa Méndez–. Tanto el autismo como el síndrome de Asperger se enmarcan dentro de los Trastornos del Espectro Autista (TEA) y de los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), y tienen una base genética, mientras que el mutismo selectivo está originado por causas psicológicas”, aclara la especialista.

PRINCIPALES DIFERENCIAS
Para analizar los problemas relacionados con la comunicación debemos tener en cuenta tres aspectos que intervienen:
• La comunicación o intención comunicativa.
• El lenguaje o código que se utiliza.
• El habla o expresión oral del lenguaje.

Efectivamente, como le ocurre al hijo de  nuestra lectora, en el trastorno de Asperger no hay un retraso general del lenguaje clínicamente significativo, ni del desarrollo cognoscitivo ni de las habilidades de autoayuda. Sin embargo, tanto en el autismo de Kanner como en el síndrome de Asperger están afectados los tres componentes de la comunicación: la intención comunicativa, el código y el habla. Por lo que, de forma general, podríamos decir que ambos trastornos comparten sintomatología, “si bien en el de Asperger la intención comunicativa no suele estar tan alterada y se suele asociar a autismos de alta capacidad, con un nivel intelectivo –capacidad de entender– mayor”, añade Paloma Méndez.

El mutismo selectivo, sin embargo, es un problema en el habla, conservando tanto la intención comunicativa como el lenguaje. Pese a ello, las consecuencias de no resolver este trastorno de forma adecuada pueden llegar a ser altamente incapacitantes para el niño, llevándole al aislamiento, al rechazo de los demás niños, la burla y la carencia de las habilidades sociales necesarias para defenderse. Incluso puede sufrir la reducción a mínimos del rendimiento escolar. Algunos niños que padecen este trastorno son llevados a centros específicos de educación especial, limitando aún más sus posibilidades de desarrollo en cuanto a conducta.

AUTISMO: ¿Tengo la culpa de que mi hijo sea así?
• El origen del autismo se desconoce en la mayoría de los casos, pero muchos investigadores creen que es el resultado de algún factor ambiental que interactúa con una susceptibilidad genética. Algunos autores como el propio Kanner apuntaron hacia los padres fríos, distantes, obsesivos y perfeccionistas como un factor causal de este trastorno. Sin embargo, esas teorías han sido desechadas por otros autores y esta actitud parental se explica como consecuencia del estrés que genera la conducta de sus hijos.
• El proceso se inicia en los niños antes de los 30 meses.
• El desarrollo social del pequeño se ve alterado de manera que éste no se corresponde con el de su edad.
• Se aprecia un retraso o anomalía en su desarrollo lingüístico.
• Existe en estos niños una insistencia en la identidad que se manifiesta en conductas repetitivas –adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales–, juegos estereotipados –sacudidas de manos, retorcer los dedos…– y resistencia al cambio.
• En cuanto a las diferentes conductas que puede presentar un niño autista, existen cuatro grupos: el niño con escaso desarrollo del lenguaje y movimientos estereotipados, el severamente incapacitado con retraso severo o profundo, el retraído pero con capacidad de respuesta, y el que se resiste al contacto social siendo activo.
• Ausencia de conductas de relación no verbal, como la mirada a los ojos, la expresión facial o las posturas y los gestos para regular la interacción social.
• Afecta a cuatro niños por cada niña y se encuentra la misma proporción de casos de autismo en todas las clases sociales y en las diferentes culturas estudiadas.

 

MUTISMO SELECTIVO: De repente no dice ni ‘mu’

• En 1877 el doctor Kussmaul describe por primera vez el mutismo selectivo como un trastorno de la conducta en el que el niño fracasa al intentar hablar en determinadas situaciones, pese a tener plena capacidad.
• Aparece entre los 3 y 5 años, con el inicio de la escolarización o tras situaciones estresantes como una hospitalización o un cambio de residencia. Si no se soluciona tras el período de adaptación, el silencio se generaliza ante personas o situaciones extrañas. También puede producirse de forma progresiva, partiendo de una timidez excesiva.
• Pueden darse varios casos: que el niño hable dependiendo del lugar en que se encuentra, que hable exclusivamente a ciertas personas, o bien que sólo hable con ellas en función del lugar. También es común que el pequeño se comunique de manera espontánea con algún amigo íntimo y/o un familiar.
• Estos niños se aíslan socialmente para evitar de forma pasiva las situaciones que le provocan ansiedad. Además, se ha observado cierta relación entre niños con mutismo selectivo y adultos que posteriormente desarrollan fobia social.

 

SÍNDROME DE ASPERGER: No entiendo qué es lo que le pasa
• El término fue utilizado por primera vez por Lorna Wing en 1981 en honor a Hans Asperger, un psiquiatra y pediatra austríaco cuyo trabajo no fue reconocido internacionalmente hasta la década de 1990.
• El origen de este trastorno es biológico. Las últimas investigaciones apuntan a un problema genético que afecta al funcionamiento del hemisferio derecho del cerebro.
• Al igual que los niños autistas, quienes padecen el síndrome de Asperger sufren alteraciones en la interacción social y patrones de comportamiento que se manifiestan de la misma manera que en los casos de autismo de Kanner. Sin embargo, no presentan un retraso general del lenguaje clínicamente significativo.
• Tampoco es relevante para su diagnóstico el retraso intelectual ni de las habilidades propias de su edad, así como la falta de curiosidad durante la infancia o un comportamiento adaptativo distinto del descrito respecto a las habilidades sociales.
• Carecen de empatía y tienen una especie de ‘ceguera emocional’, que puede impedirles incluso descifrar el significado de una sonrisa.
• El niño con Asperger es incapaz de leer entre líneas y si su maestra le pregunta irónicamente ‘¿se te ha comido la lengua el gato?’, el pequeño permanecerá silencioso tratando de decidir si debe explicar que él no tiene gato y que los gatos no comen las lenguas a los niños.
• Evitan el contacto visual, por lo que aumentan su incomunicación emocional causando un mayor deterioro social, escolar y en otras áreas que afectan a la vida del niño y posteriormente a la del adulto. Sin embargo, algunos pacientes son capaces de aproximarse a un nivel de normalidad en sus habilidades de comprensión e interpretación de señales no verbales.
• Muchas personas relacionan el síndrome de Asperger con la superdotación, pero no se diferencian del resto en lo que respecta a su cociente intelectual. Lo que ocurre es que su cerebro se concentra intensamente en temas específicos, lo cual puede ser interpretado como una cualidad especial. Es por ello que Hans Asperger llamó a sus niños ‘pequeños profesores’, debido a que con sólo 13 años conocían el área que les interesaba al nivel de un profesor universitario.
• Al no ser capaz de entender las sutiles pistas de la comunicación, el niño o adolescente con Asperger con frecuencia se siente confundido por no ser capaz de comprender en qué se equivoca, afectando también a su relación con los padres. El resultado final de esta frustración es frecuentemente un mayor aislamiento.

Accede al Manual de apoyo a la detección de los trastornos del espectro autista elaborado por Autismo Burgos pinchando aquí

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