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Multitarea. La atención errante del alumno

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Está en boca de todos. Algunos ven en ella un efecto beneficioso del uso perenne de aparatos electrónicos entre los chavales de hoy en día. Otros se muestran más cautos. ¿Qué es exactamente la multitarea? ¿Debería modificar los procesos de enseñanza-aprendizaje?

Mentes tan ágiles que sus propietarios pueden aprender trigonometría mientras chatean por internet, envían SMS y ven la televisión sin oírla, ahogado su sonido por el rock que truena en los auriculares incrustados en sus orejas. Las versiones más extremas del concepto multitarea presentan a los chavales de hoy en día como seres de inteligencia superior, capaces de embarullar su cerebro con varios estímulos simultáneos y de procesarlos todos con idéntica eficacia.

Para muchos, sin embargo, la multitarea sólo responde en contadas ocasiones a la habilidad de realizar más de una cosa al mismo tiempo (se suele citar como ejemplo el leer y escuchar música). Según esta segunda acepción, cuando enunciamos la palabra de moda entre los teóricos de la enseñanza, casi siempre nos referimos a la capacidad de pasar de una tarea a otra a velocidad frenética y sin detrimento en la atención específica que prestamos a cada una de ellas.

No obstante, las dudas persisten. “Desde un punto de vista psicológico, resulta muy, muy difícil evaluar el fenómeno porque, si cambias de tarea con gran rapidez (atiendes a una cosa y luego a otra, y vuelves a la primera, y otra vez a la segunda), va a parecer que realmente estás dividiendo tu atención de forma equitativa, ya que el cambio resulta casi inapreciable”, señala Daniel Willingham, profesor de Psicología Cognitiva en la Universidad de Virginia y autor de ¿Por qué a los alumnos no les gusta la escuela?.

Asumiendo que la multitarea en sentido estricto suele ser la excepción, la pregunta sería entonces hasta qué punto la omnipresencia de aparatos electrónicos ha dotado a los alumnos actuales de un talento especial para llevar a cabo vertiginosas transiciones entre actividades diferentes. He aquí el epicentro de la polémica, sobre todo en cuanto a sus repercusiones didácticas.

Aburridos

Algunos expertos recomiendan abrir las puertas del aula a la invasión de todo tipo de sofisticados cachivaches. Para adaptar la escuela al mundo real de los alumnos y porque así irán habituándose al dinamismo funcional que reclaman la mayoría de trabajos en el siglo XXI. En una reciente entrevista a la revista Magisterio, Larry Rosen, autor de Reinstalados: entender a la Generación I y su forma de aprender, declaraba lo siguiente: “En casa, los alumnos estudian mientras escuchan música, a veces tienen la tele puesta, casi siempre hay encendidos múltiples aparatos. Y cuando llegan a clase, les decimos que se sienten y escuchen. Esto no puede funcionar”. Profesor en la Universidad Estatal de California, Rosen permite a sus alumnos echar mano del móvil o navegar por internet mientras él imparte la lección.

Willingham sostiene la opinión contraria: si los estudiantes de hoy en día son incapaces de centrarse en algo tan sencillo como escuchar a sus profesores, la escuela debería compensar esa anomalía, no fomentarla. “Cuando observo que mis alumnos se distraen con facilidad, lo tomo como una prueba de que necesitan más práctica a la hora de mantener la atención. Hablamos de una aptitud que habría que empezar a enseñar muy pronto, desde la guardería. Todo pasa por transmitir la idea de que trabajar en algo en profundidad conlleva recompensas”, señala.

De hecho, hay datos que desmienten el mito según el cual ejercitar la multitarea compulsivamente se traduce por sistema en una mayor fluidez mental. Un estudio de la Universidad de Stanford concluyó que los alumnos que más recurren a ella tienen peor memoria y más dificultades para discriminar entre información relevante y secundaria que el resto. Más sorprendente aún, también puntuaron peor en su supuesta prueba predilecta: la que les pedía trasladar su foco de atención de forma instantánea y efectiva.

Willingham intenta explicar esta aparente paradoja. “Si tienes poca paciencia y te aburres con facilidad al emprender una actividad durante un tiempo prolongado, la multitarea puede antojarse muy atractiva. Pero el hecho de que te aburras con facilidad también puede ser un reflejo de que no se te da muy bien regular tu atención”. Es decir, la multitarea como vía de escape frente a deficiencias cognitivas tales como la ausencia de control mental.

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