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“Talento es una forma bonita de llamar a la constancia”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Paco Roca lleva garabateando casi desde que el momento en el que cogió un lápiz. Ahora, no tantos años después de eso, es Premio Nacional de Cómic, ha hecho una película y se ha llevado dos premios Goya a casa. Si tu hijo está todo el día dibujando en las tapas de los libros, déjale. Igual tiene futuro…

Albert Einstein, aquel señor con el pelo ensortijado que demostró que el tiempo no tiene una sola medida, ya lo dijo en su día: si no puedo dibujarlo, no puedo entenderlo. Paco Roca, cara de pícaro y barba canosa de tres días, una de esas incoherencias que acompañan estas charlas informales, decidió dibujar lo que quería contarle al mundo.

Con ‘Arrugas’ ha conseguido varios hitos: que el cómic salte a la pantalla de cine y que, además, sea reconocido como el mejor guión del año. No era sencillo, teniendo en cuenta el punto de partida: una historia sobre la pérdida, los recuerdos, la familia… el Alzheimer. Una preocupación que siempre estaba presente:

R.
Me preocupaba la vejez: mis padres son ya mayores y cada vez que hablo con ellos me dan un detallado informe médico de cómo se encuentran, qué medicamentos toman y cuáles deben ingerir para contrarrestar los efectos secundarios de los primeros. A esto se añadió el hecho de que Emilio, el padre de uno de mis mejores amigos, tenía Alzheimer.

P. Cuando se hacen presentes los problemas cobran especial significado, claro.

R.
Por supuesto. Le conocía desde hace muchos años, y me parecía una persona muy culta e inteligente. Siempre lo veía leyendo junto a su enorme biblioteca atiborrada de libros, escuchando música. Me parecía un ejemplo de lo que me gustaría ser a su edad, llegada la jubilación. Por eso fue un duro golpe ver la degeneración que fue sufriendo debido al Alzheimer.

P. Terrorífica…

R. Me parece la peor enfermedad imaginable. Una enfermedad que devora nuestros recuerdos, todo lo vivido, sensaciones, sentimientos…

P. Algo que en el cómic permanece…

R.
El cómic es una forma de trasladar historias; un lenguaje especial, pero sí, un lenguaje que pretende que las historias lleguen de un sitio aotro.

P. Se vuelve a tener en cuenta el cómic, el tebeo, en España.

R.
Si, desde hace algunos años hay acciones que han tenido mucha importancia: desde lo que se hace en el cine hasta el Premio Nacional, que hacen mucho por la dignidad y la visibilidad de un lenguaje que estaba un poco olvidado. Si te fijas, ahora hasta El Corte Inglés tiene una sección de cómic, algo que hace unos años era impensable.

P. Aunque en España el cómic rompre barreras comunicativas y de educación a ritmo lento…

R.
Pero fue un fenómeno de masas en su día, aunque ahora no lo recordemos. El problema está en que había dejado de serlo. A comienzos de los 50, cuando la tele no era multitudinaria y el cine no era tan accesible como ahora, el cómic era tremendo. Las revistas de Bruguera tenían millones de ejemplares de tirada… Carpanta o Zipi y Zape eran personajes conocidos públicamente, algo que se fue perdiendo en detrimento de la tele, claro. Creo, de todas maneras, que esa fuerza se está recuperando.

P. No hay más que ir más allá de la Ceremonia de los Goya, en la que más allá del esperado galardón a la mejor película de animación, Arrugas ganó en Mejor Guión Adaptado, donde competía con ‘La voz dormida’ o el todopoderoso Almodóvar con ‘La piel que habito’…

R.
Nada menos, sí… Lo de los Goya me recuerda a aquello que dijo Amstrong cuando pisó la luna: es un pequeño paso para los Goya, pero un gran salto para la animación. Es la pera que por fin se reconozca la historia, no sólo el formato. Lo que está detrás, lo que se cuenta, es lo importante.

P. Para un tipo como tú, que se dedica a contar historias casi sin quitarse el pijama, como dices, hacer una película debe ser un salto con doble tirabuzón, ¿no?

R.
No te lo terminas de creer hasta que no te ves en un estudio. Te quitas el pijama, pero no sólo en el sentido real de la palabra, sino porque dejas de trabajar tú sólo y empiezas a colaborar con un equipo, algo que da bastante miedo, porque entre otras cosas yo me dedico a los cómics porque no me gusta discutir con nadie y es algo que me había pasado en el mundo de la publicidad, donde trabajaba.

P. El miedo a la incertidumbre…

R.
Claro. Te da miedo todo: a ver cómo queda, a ver cómo les transmito yo a los demás lo que quiero con tal o cual escena… pero fue todo estupendo y una experiencia súper enriquecedora.

P. Había buen material…

R.
Eso creo yo. (risas)

P. Al margen de la vocación, el desarrollo de tu profesión viene dado también por tu talento para dibujar y contar historias, ¿no?

R
. Puede que exista eso del talento, pero yo creo que es una forma bonita de llamar a la constancia. De pequeño dibujaba más o menos bien, pero había compañeros que lo hacían veinte veces mejor que yo. La diferencia estaba en que a mí me gustaba más. Eso es lo que hizo que le dedicara más horas y que el dibujo se convirtiera en mi manera de contar historias.

P. ¿Leías tebeos cuando eras niño?

R.
Por supuesto, como casi a todos… Empecé con los clásicos que todos conocemos y poco a poco fui encontrando nuevos caminos, el cómic centroeuropeo, francobelga, los superhéroes y demás… Hay cómics para todas las edades.

P.Ya se ha superado ese estigma de que el cómic es sólo para niños, ¿verdad?

R.
Sin duda, cada vez más la gente es consciente de que hay cómic para niños y cómic para adultos, algo que en el resto de Europa era habitual.

P.Y de todos aquellos libros que leíste cuando eras chaval, ¿recuerdas alguno especialmente, con más cariño que los demás?

R.
Recuerdo con un gusto especial ‘Tintín y los cigarros del faraón’. En casa había pocos tebeos, recuerdo pedirlo y que nadie me lo regalaba, porque no lo encontraban, y éste estaba en la biblioteca del colegio. Iba todas las semanas a leerlo. Con ese cómic descubrí la magia de este lenguaje tan especial, la capacidad de trasladarte a través de una viñeta a otro mundo.

P. ¿Imaginas que dentro de pocos años alguien responde a esta misma pregunta contestando que el cómic que le cambió la vida fue ‘Arrugas’?

R.
Hombre, pues sería un honor, desde luego… y muy bonito, aunque uno nunca se plantea ese tipo de cosas.

P. ¿Te parece que con ‘Arrugas’ has conseguido emocionar?

R.
Creo que es uno de los logros. Los lectores de ‘Arrugas’ son muy especiales, porque necesitan contarte lo que han sentido leyendo la historia, algo que habitualmente no sucede. En esta ocasión mezclan sus vidas, sus experiencias con la que yo cuento en el cómic, y eso enriquece y lo convierte en algo muy especial. Incluso ha servido para que muchos padres puedan contar a sus niños qué le pasa al abuelo… Ver cómo lo que has hecho va más allá de tus propósitos es tremendo.

P. Hay quien dice que la verdadera crisis es la de la emoción…

R.
Es terrible, porque estamos cada
vez más acostumbrados a que la coraza que tenemos ante la realidad ocupe demasiado… Yo creo que la ficción sigue emocionando del mismo modo que antes. Te insensibilizas con la realidad, pero la literatura o el cine…

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