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Xuxo Ruiz: “Tenemos que conseguir que los niños estudien jugando”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Por Adrián Cordellat

Xuxo Ruiz es mago y profesor en el CEIP San Sebastián de la localidad sevillana de Albaida del Aljarafe. Utilizar la magia en el aula, entre otras cosas, le valió en 2017 el premio al Mérito en la Educación de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y en este 2018 le ha permitido colarse entre los 50 finalistas del Global Teacher Prize, el premio más prestigioso a nivel internacional en el mundo de la docencia. Muchos de sus trucos educativos, “sencillos y al alcance de cualquiera” los ha recopilado en el libro Educando con magia (Editorial Narcea) para que otros profesores y padres puedan aplicarlos con sus alumnos e hijos. Porque como explica a Padres y Colegios, “lo que se aprende a través de la magia se recuerda durante mucho más tiempo”. 

¿Qué siente uno al haberse colado entre los 50 nominados al considerado como Premio Nobel de la enseñanza?

Te hace muy feliz, porque que valoren tu trabajo es algo muy importante. Sobre todo cuando hablamos de la labor de docente, que creo que es de las más admirables, nobles y primordiales que existen. Estamos creando la sociedad del futuro. Yo he tenido la suerte por mis méritos y por mi labor de ser nominado, pero esta nominación es para todos los docentes que se desviven por dar una educación de calidad, por tratar a sus alumnos como lo merecen y sacarles el potencial que tienen.

Tu nominación, evidentemente, supone un impulso para ti a nivel personal. Pero quiero creer que también ha sido un impulso para la magia. ¿Se ha valorado poco tradicionalmente este arte, sobre todo en su versión para niños?

Hasta ahora se veía como algo para distraer a los niños, pero cada vez la gente es más consciente de que somos capaces de emocionar, de abstraer del mundo real a los niños. Afortunadamente esto también está ayudando a valorar el mundo de la magia.

Has hablado de la capacidad de emocionar de la magia. En un momento en el que cada vez se habla más de los avances en neurociencia y de la necesidad de emocionar a los alumnos para que éstos aprendan, ¿qué puede aportar la magia a la educación?

Cuando un niño ve magia ve algo diferente y por tanto el cerebro se activa como no lo hace al seguir una explicación tradicional, de forma que lo que se aprende a través de la magia es recordado durante más tiempo. La implicación emocional por parte del alumno y del profesor son diferentes al ser todo mucho más visual y práctico, lo que estimula la atención y las ganas de aprender de los niños.

¿Y cómo utiliza Xuxo Ruiz la magia en el aula? ¿Puedes ponernos algunos ejemplos?

La utilizo a diario. Algunos días más, otros menos, pero siempre hay algo de magia en mi aula. La utilizo para introducir temas, para repasar algunos conceptos que los niños necesitan adquirir, para controlar la conducta en clase, como “chantaje” mágico para conseguir silencio, para desarrollar la lectura, para que conozcan el cuerpo… De alguna forma convierto a los niños en magos. Por ejemplo, sin ir más lejos, estas navidades les he enviado una tarea que pasaba por hacer un truco de magia, en el que tenían que adivinar un número, a sus familiares. Y bueno, para adivinar ese número lo que tenían que hacer era un cálculo matemático, así que de esta forma me he asegurado de que durante todas las navidades han estado haciendo matemáticas de una forma divertida.

«Cuando un niño ve magia ve algo diferente y por tanto el cerebro se activa como no lo hace al seguir una explicación tradicional, de forma que lo que se aprende a través de la magia es recordado durante más tiempo»

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El docente Xuxo Ruiz.

Has hablado antes de las matemáticas. ¿Hay asignaturas que son más proclives que otras al uso de la magia?

Es cierto que en ciencias, matemáticas y lengua se puede aplicar mucho, pero hay maestros de música que también lo han utilizado mucho en su clase, profesores de inglés, incluso maestros de religión han podido explicar ciertas cosas con ellos. En general la magia vale para todo.

Supongo que en tu colegio de Sevilla habrá tortas para ser alumno tuyo, ¿no?

(Risas) Es gracioso porque a lo mejor cuando me toca cambio de ciclo ya hay padres que me preguntan si el año siguiente cogeré a sus hijos. Cuando se enteran se ponen muy contentos. “¡Bien, nos ha tocado el profe mago!”. O cuando voy a sustituir a algún compañero y llego a la clase te puedes imaginar el revuelo que se genera. Siempre les suelo hacer algún truquito relacionado con lo que estén dando. Como mago estarás acostumbrado a actuar ante un público adulto.

¿Qué tienen los niños como público que hemos perdido los mayores?

Por un lado, la inocencia, pero por otro también la capacidad de decir las cosas tal y como las piensan. Es decir, si un niño ve que haces mal un truco, te lo va a decir, mientras que un adulto, por prudencia, se guarda ese comentario.

En 2015 César Bona fue también nominado a estos premios y aquello supuso un boom en España, ya que se empezó a hablar de educación, de cambios en el sistema… Desde entonces otros dos profesores españoles habéis sido nominados. ¿Algo se mueve en la educación española?

Yo creo que sí y el premio lo tenemos ya porque los medios de comunicación se están preocupando de hablar de educación. En España hay grandísimos profesores que investigan y se forman para conseguir que el aprendizaje no sea monótono y aburrido. Si tú le das a elegir a un niño entre jugar y estudiar, va a elegir jugar. Pues entonces vamos a conseguir que estudien jugando.

«En España hay grandísimos profesores que investigan y se forman para conseguir que el aprendizaje no sea monótono y aburrido»

¿Se consigue esto?

Claro. Hace un par de años hice con mis alumnos de sexto una especie de Master Chef y estuvimos tres meses trabajando todas las asignaturas a través del mundo de la cocina. Así ellos veían que lo que aprendíamos era significativo, que les servía para algo. El último día hicimos un concurso en el que tenían que superar una prueba de todas las asignaturas con conceptos que habíamos estudiado a través de la cocina y al final tenían que hacer dos platos que valoraba un jurado. Montamos un concurso en el que se implicó toda la comunidad y los niños aprendieron de una forma diferente, viendo cosas que son útiles en la vida real y no conceptos que se aprenden para vomitar en un examen y olvidarse luego. Por ahí debería ir la educación del futuro.

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