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Llega a los cines "In viaggio", documental sobre el Papa Francisco en el décimo aniversario de su elección

El ganador del León de Oro en Venecia y del Oso de Oro en Berlín Gianfranco Rosi, que se confiesa no creyente, es un cineasta fascinado por el lado más social del Papa Francisco. Por ello ha firmado el documental "In viaggio, viajando con el Papa Francisco", manejando más de 600 horas de metraje de los viajes del Pontífice por los 5 continentes.
José Mª ArestéMiércoles, 15 de marzo de 2023
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Derechos humanos
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Lo que nos muestra Rosi es a un campeón de los derechos humanos, a alguien verdaderamente interesado por los demás.

Viajes
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Con la columna vertebral de los viajes podemos contemplar unas imágenes de alguien cercano a la gente.

Balance general del pontificado
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El film reviste gran interés, y obviamente no pretende hacer un balance general del pontificado de Francisco.

Ver a Cristo
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En ese prójimo al que tantos desvelos dedica, Francisco no deja de ver a Cristo, “lo que a uno de estos pequeños hicisteis, conmigo lo hicisteis”.

El cineasta italiano Gianfranco Rosi se ha ganado un merecido prestigio gracias a haberse llevado los máximos galardones de los Festivales de Cine de Venecia y Berlín, el León de Oro y el Oso de Oro, gracias a sus filmes Sacro GRA y Fuego en el mar (Fuocoammare). Hazaña nunca vista antes, pues si no es normal que un documental se lleve el principal premio de un festival de categoría A, más raro es que lo haga en dos ocasiones. Precisamente Fuego en el Mar, que mostraba la tragedia de los inmigrantes en Lampedusa, y Notturno, que aborda las consecuencias de los conflictos bélicos que no cesan en la población civil, han propiciado el inesperado acercamiento de Rosi a la figura del papa Francisco en In viaggio.

Hablamos de acercamiento inesperado porque Rosi se confiesa no creyente, pero también porque la mayor parte del film está elaborado sobre todo con las abundantes imágenes de archivo de los viajes de Francisco, más otras de carácter general o históricas ajenas al Papa, más las filmadas por el propio cineasta, que son las menos, se trata de las correspondientes a las visitas a Canadá y Malta, donde ha tenido ocasión de acompañar al Pontífice.

Está claro que la figura del actual Papa despierta un enorme interés, lo prueba el hecho de que Francisco ya ha sido retratado en filmes de ficción como Los dos papas y Francisco. El padre Jorge. Y también ha atraído la atención de Wim Wenders en su faceta documentalista, con El Papa Francisco: Un hombre de palabra. Pero Rosi demuestra tener una mirada propia, la del hombre secular. Y ha optado por un trabajo en que no hay un narrador al uso con voz en off, y donde no ha buscado declaraciones del Papa obtenidas directamente por él mediante sus preguntas. De modo que todo su film se fundamenta en el montaje, en la selección de determinadas imágenes –ha contado con más de 600 horas procedentes del archivo audiovisual del Vaticano– y el descarte de otras, cara a confeccionar su relato y su retrato.

Está claro que la figura del actual Papa despierta un enorme interés, lo prueba el hecho de que Francisco ya ha sido retratado en filmes de ficción

Lo que nos muestra Rosi es a un campeón de los derechos humanos, a alguien verdaderamente interesado por los demás, y a quien duele, y mucho, “la globalización de la indiferencia”. Con la columna vertebral de los viajes podemos contemplar unas imágenes de alguien cercano a la gente y convencido de la dignidad de cada persona, pero al que el papamóvil obliga también a saludar desde la distancia; le vemos sorberse las lágrimas ante la tragedia de quienes se ahogan o saltan muros mientras intentan buscar una vida mejor; denunciando el horror de la guerra y la espiral de los gastos armamentísticos, aunque escoltado cuando vuela por cazas militares, o siendo protegido por policías y soldados bien armados; confiando en la capacidad de cambiar de los delincuentes encarcelados a los que visita; pidiendo perdón por los pecados cometidos en el seno de la Iglesia, y admitiendo sus errores personales, una reconvención desabrida, una declaración que puede dañar las relaciones del Vaticano con un país extranjero. Le vemos reunirse con distintos líderes religiosos, y rezar con ellos, o rezando ante el desamparo que acompañó a la pandemia del Covid-19.

El film reviste gran interés, y obviamente no pretende hacer un balance general del pontificado de Francisco, se fija más en las obras “ad extra”, cara a la toda humanidad, que las “ad intra”, propiamente eclesiales. Pero aunque se puede entender esta elección, falla en un aspecto que a Rosi casi inevitablemente se le escapa, y que contribuye a cierta frialdad tonal, el porqué de lo que hace: cuál es el fundamento, el motor de esa capacidad de compadecerse del prójimo, qué le sostiene para mostrarse cercano, y sobreponerse a esa rodilla lastimada que le toca llevar casi a rastras. Sí, la relación de Francisco con Jesús de Nazaret, su amor a la Eucaristía, su confianza en el perdón que se recibe en el sacramento de la Reconcilición, la fe que impide caer en el desaliento, se echan en falta. No parece advertir el cineasta que en ese prójimo al que tantos desvelos dedica, Francisco no deja de ver a Cristo, “lo que a uno de estos pequeños hicisteis, conmigo lo hicisteis”.

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