fbpx

Psicoeducación emocional

Curiosamente, aunque convivimos diariamente con las emociones, es una de esas cosas sobre las que jamás nos suelen hablar. Es un aspecto que no suele abordarse ni dentro de la familia, ni tradicionalmente en la escuela, aunque eso parece que poco a poco va cambiando.
Centro Psicológico Loreto Charques
Expertos en el diagnóstico y tratamiento del Trastorno por Déficit de Atención (TDA-H)
25 de junio de 2020
0

® ANTONIO RODRÍGUEZ

En muchos colegios ya no solo nos enseñan a hacer raíces cuadradas y las capitales de los países. Se va integrando cada vez más el trabajo con nuestras emociones.

No perdamos la oportunidad de ayudar a nuestros hijos y alumnos a entenderse a sí mismos. A entender cómo reaccionan, cómo sienten, porqué y para qué. Por eso os propongo un breve resumen para que vosotros mismos comencéis a educar a vuestros hijos en este aspecto.

Siempre que nuestro pequeño se vea sobrepasado por una emoción intensa, acércate y ayúdale a calmarse. Cuando esté más tranquilo podéis sentaros y explicarle estos sencillos principios.

¿Qué son las emociones? Son una herramienta más para nuestra adaptación. Son recursos comunes a todos los seres humanos que han ido sobreviviendo a la evolución por la selección natural.

Su función es principalmente motivacional, llevan a la acción. Cuanto más fuerte es la emoción, más nos sentimos llevados a actuar para resolver la situación que se nos presente.

¿Cómo actúan? Las percibimos como sensaciones en el cuerpo. Algunas agradables y otras desagradables, pero siempre inocuas a nivel de salud. Por muy fuertes que sean las sensaciones, estamos a salvo.

¿Se resuelven cuando desaparece el problema? Se resuelven si se solventa el problema. Pero hay ocasiones en las que el problema no es resoluble, o lleva mucho tiempo solucionarlo. Todas las emociones desaparecen aunque no hagamos nada para resolver el problema. Desarrollan una “curva normal”. Crecen con un estímulo inicial, y pase lo que pase, o hagamos lo que hagamos, cesan progresivamente. Tienen un principio y un final.

Todas las emociones desaparecen aunque no hagamos nada para resolver el problema. Desarrollan una “curva normal”. Crecen con un estímulo inicial, y pase lo que pase, o hagamos lo que hagamos, cesan progresivamente.

Hay emociones primarias y secundarias. La emoción que surge espontáneamente en reacción al estímulo desencadenante, es la emoción saludable (aun cuando las sensaciones físicas sean muy desagradables). Esta emoción es la que nos impulsa a solventar el problema. La emoción secundaria surge como juicio sobre la emoción primaria. Por ejemplo: siento vergüenza por haber sentido miedo, o siento culpa por haberme enfadado, o siento miedo por tener miedo (miedo al miedo). Esta segunda emoción es la que no tiene una función adaptativa, y puede dificultar que la primera emoción se resuelva y remita.

Ayúdale a diferenciar sentimientos y conducta. Es diferente sentir y actuar. Sentirme mal no implica actuar mal, ni ser malo (error en el que caen muchos pequeños). Puedo y debo escoger lo que hago. Pero, sobre todo, sienta lo que sienta, sigo siendo querible.

Culturalmente nos han inculcado que el valiente es aquel que no tiene miedo, que no siente tristeza, que no se avergüenza, que no tiene escrúpulos. Lo cierto es que lo realmente valiente es ser capaz de aceptar, asumir y reconocer los sentimientos.

Explícale para qué sirven las emociones más comunes:

  • Miedo: nos protege de un estímulo evaluado como peligroso y que sobrepasa nuestros recursos. Nos moviliza hacia la huida.
  • Rabia/lucha: nos protege de un estímulo peligroso, pero valoramos que tenemos recursos como para afrontar activamente la adversidad.
  • Tristeza: una vez hemos sido dañados emocionalmente, nos moviliza para el recogimiento y reparación de las heridas.
  • Vergüenza: nos protege de exponernos socialmente a una evaluación negativa que ponga en compromiso el vínculo.
  • Culpa: nos moviliza a la reparación de daños causados para la reparación de un vínculo deteriorado.

Espero que estas líneas os haya servido de ayuda. Si no es así y necesitas un asesoramiento más profundo, no dudes en recurrir a nosotros. Te ayudaremos a ti y a los tuyos a aprender lo que necesitas saber para lograr aquello que quieres conseguir.

Javier Hernández Matas, psicólogo.

0