fbpx

No podemos cambiar las circunstancias, pero sí las actitudes

El tiempo de confinamiento producido por la pandemia que estamos viviendo nos permitió convivir muy de cerca con nuestros adolescentes, conocerlos y que nos conocieran, no como padres, sino como personas, con nuestros miedos, angustias y realidades. Los adolescentes en la pandemia se han conocido en una situación excepcional.
Javier Urra
Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud
11 de noviembre de 2020
0

® Nadia_snopek

Convivir con un adolescente es una misión posible, partiendo de que gustan más de ser estimulados que instruidos, que tienen derecho a equivocarse, que su genio es vivo y su juicio débil.

Descubrimos a unos adolescentes que se sorprendieron a sí mismos por su capacidad de introspección. Demostraron ternura y capacidad para ponerse en el lugar de los padres cuando estos estaban con miedo, ansiedad, angustia o dificultades económicas. Para ellos supuso una verdadera experiencia, una aventura, un reto.

Al fin y al cabo, estiman a la familia como lo más importante en el 80% y a los amigos en un 60%. Los amigos son muy importantes, pero no reemplazan a los padres cuando se trata de cuestiones para ellos vitales

La dimensión virtual en la comunicación de los adolescentes hizo que la cuarentena no les resultara tan traumática. Mantuvieron sus relaciones y su esparcimiento mediante videojuegos. Los móviles son una herramienta esencial de sociabilización de los jóvenes. Gracias a las pantallas, niños y adolescentes pueden estudiar y comunicarse con sus iguales. Pero también deben descansar (tecnología fuera de la habitación).

El 80% utiliza a diario la red, primordialmente para enviar y recibir correos electrónicos, así como para participar en redes sociales. Un 13% muestran una clara dependencia comportamental en su empleo. Un 23%, una conducta abusiva.

Es verdad que los adolescentes requieren, precisan, necesitan de su espacio, y también de su intimidad. Ellos precisan de estar conectados con su grupo de iguales, con su grupo de referencia, y no solo con el de pertenencia. Cuando los adolescentes hacen botellón, lo que hacen primordialmente es interaccionar entre ellos. Y pedirles distancia es complicado. Debemos trasmitirles que esto es un gravísimo error, pues se ponen en riesgo ellos mismos más de lo que creen y ponen a los demás.

Les es muy difícil valorar el riesgo. Es una de las características de los adolescentes. Algunos a veces se ponen en riesgo al intentar demostrar y demostrarse que desprecian el miedo.

Les es muy difícil valorar el riesgo. Es una de las características de los adolescentes. Algunos a veces se ponen en riesgo al intentar demostrar y demostrarse que desprecian el miedo

Tampoco hemos educado a los adolescentes y a los niños en ponerse en el lugar de los demás, con lo cual ahora les cuesta mucho ponerse en lugar de los mayores y vulnerables.
La sociedad es en parte responsable de la apuesta de los jóvenes por el botellón como medio de diversión. No se fomentan alternativas. No es tan excepcional que haya niños de 12 años borrachos. El coma etílico en adolescentes, digo, no es excepcional, cada año se constatan por los hospitales unos 500, 500 casos que ponen en situación grave la vida de los propios adolescentes. Y es que tampoco tienen muchos lugares donde entretenerse, donde divertirse. La mayoría de los colegios cierran sus pistas deportivas los fines de semana. No hay el suficiente movimiento Scout. No se propugnan lugares de teatro, o para disfrutar de la música.

A los adolescentes, que en una sociedad sobreprotectora no les son común los límites y las prohibiciones les ha dejado perplejos, y quizás al inicio cariacontecidos, un momento de prohibiciones extremas que no han sido impuestas por sus padres, sino por los distintos Estados. Ante ello a los adolescentes no les va a ser fácil expresar con palabras lo que sienten, lo que elaboran. Hemos de trabajar con nuestros adolescentes en el entendimiento, en el entendimiento más allá de las fronteras, en el espíritu solidario.

Son tiempos en que los adolescentes, deben comprender la importancia de la entereza de ánimo, del sentido del deber, de la camaradería, del servicio público de todos y para todos. Es seguro que aprenderán que la lucha contra las pandemias se apoya en el altruismo de todas las personas, sin diferencia por ideologías, nacionalidades, género o edades.

Los adolescentes deben aprender que no podemos cambiar las circunstancias, pero sí las actitudes.

Javier Urra es director clínico y presidente de la Comisión Rectora recURRA-Ginso.

0