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Redes sociales, riesgos reales

Las redes sociales son y desde hace ya un tiempo parte de nuestro yo y circunstancias. La forma de pensar, de trasmitir en alguna medida, variará con las generaciones, como lo hizo en su día la posibilidad de leer.
Javier Urra
Dr. en Psicología y Dr. en Ciencias de la Salud
16 de noviembre de 2021
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© bbk22

Según el Estudio sobre Redes Sociales realizado en 2021 por IAB Spain y Elogia , el 85% de los españoles de 16 a 70 años utiliza las redes sociales. Con respecto al sexo, el número de usuarios es bastante equilibrado, 51% mujeres y 49% hombres. El tiempo medio que pasan en redes sociales es de 81 minutos al día.

La franja de edad con más usuarios es la de 25 a 40 años, seguida por la de 41 a 54 y la de los jóvenes de 16 a 24 (17%).

La red social más usada sigue siendo WhatsApp, seguida de Facebook, YouTube e Instagram. Y las redes nuevas que más crecen son Telegram, Twitch y Tik Tok.

Las redes sociales aportan a los adolescentes socialización, comunicación y construcción de su identidad personal. Son mucho más que una plataforma, pueden interactuar con personas de cualquier parte del planeta, construir amistades, les permite encontrar lo que necesitan en tiempo real, generar contenido y compartirlo.

Pero también son un mundo en gran medida desconocido, por ello no hay conciencia social para demandar límites. Los niños están indefensos y los padres, superados. Internet es una tienda y tiene como objetivo vender.

Debemos tener en cuenta que existen ciertos riesgos, como el ciberacoso, que incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de niños a otros niños a través de internet, o publicación de imágenes comprometedoras. Puede llegar a ser tan traumático o más que el acoso escolar, ya que internet amplía su incidencia debido al anonimato e inmediatez con que se realiza, así como el gran alcance que tiene.

Un excesivo tiempo de conexión puede implicar dependencia o renuncia a la realización de otras actividades. Esta adicción aumenta según aumenta la edad del joven usuario.
Como factores de riesgo encontramos muchas veces problemas de personalidad, como timidez excesiva, baja autoestima, rechazo de la imagen corporal, dificultades de relación, no saber afrontar adecuadamente las dificultades cotidianas. Así como un fácil acceso a las TIC, el bajo costo…

Otro riesgo importante con el que nos encontramos es el trastorno de sueño que causa el consultar y estar pendiente de las redes sociales a la hora en que los menores deben de estar durmiendo.

Lo que pudiera parecer un simple juego entre adolescentes puede terminar en situaciones peligrosas, incluso de muerte. Así son los retos virales. Algunos, según se van haciendo más virales, van tornándose más incontrolables y peligrosos.

Se proponen en las redes sociales y se invita a los usuarios a realizarlos. Mientras se realizan, hay que grabar las acciones en vídeo y dejar constancia de que se ha realizado subiéndolas a la red. El objetivo final es hacerse viral y tener el mayor número de “likes” para tener mayor popularidad.

Quizás debamos pensar que los niños y adolescentes que se suman a este tipo de retos son aquellos que necesitan una mayor aceptación y valoración por parte de sus iguales.

Entre los más conocidos y peligrosos nos encontramos el Blackout Challenge (juego de la afixia); la Ballena Azul (cuyo final es el suicidio); el rompebocas o rompecráneos (conlleva roturas de dientes y fuertes golpes en el cráneo); Abecedario del diablo (marcar la piel de un compañero con objetos punzantes o raspando según se va diciendo el abecedario); 75 Hard Challenge (reto de controlar la dieta); la Caza del pijo (agredir jóvenes de barrios pudientes para subirlo a la red); entre otros.

Debiéramos supervisar el contenido que nuestros hijos cuelgan en sus perfiles de redes sociales y al que acceden. Así como controlar que no sea víctima de acoso y generar con él una relación de confianza para que, ante una situación de riesgo, lo cuente de manera inmediata y así poder actuar.

Enseñemos a nuestros hijos a utilizar la tecnología de forma crítica. Seamos pedagógicos con los niños desde su propia motivación audiovisual.

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