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Tecnología: lo importante no es la herramienta, sino su uso

"Hay un tema que debemos dejar claro y es que avanza la tecnología, pero no avanza a la par el progreso moral. Los avances tecnológicos influyen en la forma de pensar y también en los valores sociales".
Javier UrraMartes, 5 de diciembre de 2023
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© NATALIA

Escucho mucho que hay que enseñar a manejarse en la red, pero me da la impresión de que nos quedamos en cómo utilizar el instrumento sin detenernos a formar a la persona que lo va a utilizar.

Mucho más allá de las tecnologías, va en la misma línea del concepto que trasmito en relación con el sexo y el amor, que no nos quedemos en lo instrumental, en lo fisiológico, en lo instintivo. Hablemos del amor, del perdón, del sentimiento de culpa, del compromiso social. Eso es desde la perspectiva de este autor lo importante, lo esencial.

Seguimos mirándonos el dedo cuando estamos señalando a la luna. Y nos perdemos y divagamos.

Hace tiempo que vengo señalando que el problema de los menores no es tanto el tiempo que pasan delante de una pantalla, sino las características de algunos menores, que se empantallan para ver lo que confirma, lo que ratifica, sus creencias, su posicionamiento previo. Y ahí señalo las sectas, las bandas, pero también la banalización de la pornografía violenta que a veces cursa en agresiones sexuales en grupo. Sin olvidar los trastornos de la alimentación, buscando en otros el apoyo a una conducta en la que uno con capacidad o no cognitiva y volitiva, ha decidido internarse.

Hay un tema que debemos dejar claro y es que avanza la tecnología, pero no avanza a la par el progreso moral.

Explicó Elbert Hubbard que “una máquina puede hacer el trabajo de cincuenta hombres corrientes, pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario”.

Hablando de las nuevas tecnologías debemos señalar, como clínicos, que a veces causan en algunos ciudadanos sentimientos de depresión y de ansiedad. Los avances tecnológicos influyen en la forma de pensar y aún en los valores sociales.

El traductor Deepl; la posibilidad de “conversar” con un chatbot; nos aportan la traducción de idiomas con extraordinaria precisión y el mantener conversaciones de apariencia humana. Los smartphones permiten el reconocimiento facial, ofrecen asistentes de voz y disponen de sistemas de rastreo, proporcionando información sobre hábitos y preferencias de cada usuario.

Es la digitalización masiva de datos del lenguaje natural y los algoritmos de aprendizaje automático, que mediante modelos lingüísticos procesan esos datos a escala abrumadora, combinando y estableciendo correlaciones e infiriendo probabilidades.

Claro que la IA puede aportarnos un resumen, un texto de cualquier tema, pero carecerá de psicohistoria, de psicobiografía, de autorrealizaciones y aspiraciones, del “yo”, de conciencia y culpabilidad, de saberse mortal, de plantearse preguntas que se saben sin respuesta.

Por lo tanto y naturalmente, somos muy favorables a las nuevas tecnologías, otra cosa es el uso que de ellas se haga y es ahí donde entra la formación para socializar correctamente al individuo, para que anteponga valores que no se queden en el yo y el narcisismo.

La sensibilidad, la capacidad para asombrarse con la belleza, la intuición y muchas formas de anticipación y relación son hoy por hoy profundamente humanas.

Fue Santiago Ramón y Cajal quien definió a las neuronas como las mariposas del alma. Esta definición tan poética tiene mucho de verdad. Resulta positivo, alentador, gustoso, que alguien que recibió el Premio Nobel, un verdadero científico, guste de descripciones tan bellas.

Nuevas tecnologías sí, pero como herramienta, como instrumento, como apoyo, para conseguir objetivos que el ser humano debe planificar.

Se adoró al fuego y a todo aquello que nos impacta y no sabemos al inicio explicar.

Pero defiendo que esta religiosidad secular, laica, en favor de las nuevas tecnologías no es más que el ensimismamiento ante lo desconocido, que puede ser, digo, perfecto, como lo es la maquinaria de un buen reloj, pero que no tiene capacidad para argumentar más allá de la copia para imaginar, para crear.

Este artículo lo escribe un ser humano, podríamos haberlo llevado a efecto consultando el ChatGPT, pero no sería igual, no tendría esta frescura, no sorprendería en ninguno de sus renglones. Por cierto, que este tipo de instrumento, al estar creado por el hombre, adolece de los mismos problemas, de la soberbia que nos caracteriza.

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