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Adicciones: el reto es lograr conductas sanas para los jóvenes

Hemos de mostrar a los niños, a los adolescentes, que la vida tiene que llenarse de objetivos, de sentido, que tiene que ser interpretada en sí misma. Es terrible que un menor abdique de su vida.
Javier UrraMiércoles, 16 de febrero de 2022
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© VARVARABASHEVA

El consumo de drogas se da en todas las clases sociales, unos sólo entran en contacto con las drogas, otros las prueban temporalmente y algunos se hacen consumidores habituales.

El Observatorio español de las drogas y las adicciones en su informe de 2021 nos señala que en 2019-20 las drogas con mayor prevalencia de consumo en la población española de 15-64 años, en los últimos 12 meses, son el alcohol, el tabaco y los hipnosedantes con o sin receta, seguidos del cannabis y la cocaína. La edad de inicio en el consumo se mantiene estable, entre los 14-16 años. Las sustancias que se inician a consumir a una edad más temprana son el tabaco y el alcohol, seguido del cannabis. La sustancia que se suele iniciar a edades más tardías son los hipnosedantes y los analgésicos opioides.

La edad de inicio en el consumo se mantiene estable, entre los 14-16 años

El alcohol sigue siendo la sustancia psicoactiva más consumida. El 77,2% ha consumido alcohol en los últimos 12 meses, el 63,0% en los últimos 30 días y el 8,8% diariamente en los últimos 30 días.

Son muchos los niños que a corta edad (13 años) consumen los fines de semana cantidades ingentes de alcohol, en ocasiones de más de 20 grados, que se amplía con el consumo de «pastillas», lo que ocasiona puntualmente reyertas, en otros casos embarazos no deseados y en algunos, accidentes de tráfico. La presión para beber, para sentirse adulto, para evadirse de la realidad es poderosísima.

El patrón de consumo de drogas dominante sigue siendo experimental, ocasional, vinculado al ocio y al fin de semana. En la actualidad se trata de un drogadicto joven, grupal y politoxicómano (lo que le confiere mayor prestigio) e inmerso en corrientes contraculturales.

La motivación y la susceptibilidad psicológica a la droga son muy distintas en las personas. Los diversos estadios evolutivos y de desarrollo conforman una personalidad que en interacción con factores sociales y familiares pueden ser o no receptivos a la droga.

El joven, cuando se hace drogadicto, generalmente, no tiene ninguna estructura psicopatológica. Suelen ser los que huyen de la cruda realidad de la vida diaria, los que persiguen una experiencia más profunda.

Algunos factores personales incidentes son la edad (temprana), rasgos de personalidad con baja autoestima, baja asertividad, falta de habilidades comunicativas, poca tolerancia a la frustración, necesidad de aprobación social, falta de autonomía con respecto al grupo, dificultad para manejar el estrés, falta de habilidad para resolver problemas, información errónea sobre las drogas y ociosidad mal canalizada.

Es cierto que los adolescentes se orientan a la experimentación de sí mismos, de sus propias posibilidades, en la búsqueda del placer y de la gratificación, pero la droga nada puede hacer contra una personalidad madura y estable. Así lo confirman distintas investigaciones y la realidad de todos los que las abandonan, cuando han satisfecho su curiosidad, cuando el reclamo de «lo nuevo» deja de serlo.

Los familiares, amigos y profesores hemos de estar alerta para detectar cualquier signo de alarma lo antes posible para atajar el problema y acudir a un especialista si fuera el caso.

Si nuestro hijo llega a casa bajo los efectos de alguna droga, en ese mismo momento es mejor no hacer nada, tan sólo comprobar si corre peligro físico. Al día siguiente sentarse y profundizar en lo que ha pasado, dialogando, sin reproches ni culpas, pues levantará un muro y no obtendremos la información que necesitamos para actuar. Precisamos saber qué ha tomado, y con qué frecuencia lo hace. A partir de aquí, decidir si se requiere la ayuda profesional de un psicólogo, médico, CAD (Centro de Atención a las Adicciones)…

Hemos de situarnos contra la formidable presión para el consumo, la ingente aceptación social y la inconsciente banalización de los adolescentes y errores perceptivos (no creen tener problemas «bebo esporádicamente; sólo tomo alguna pastilla»).

Hemos de buscar las causas de esta dependencia: depresión, timidez, presión del grupo… Es fundamental entablar un diálogo que entienda su situación, que sea él quien admita que necesita ayuda. Si la situación no es muy grave, se pueden establecer contratos con él en casa e ir logrando su desintoxicación. Requerirá gran voluntad y motivación. En caso contrario, es mejor la ayuda de centros especializados en estos tratamientos.

Hemos de mostrar a los niños, a los adolescentes, que la vida tiene que llenarse de objetivos, de sentido, que tiene que ser interpretada en sí misma. Es terrible que un menor abdique de su vida, que su horizonte sea la fuga de sí mismo en el cotidiano fin de semana. Han de valorar la amistad y no la apatía del gregarismo. Formarles en la capacidad crítica, no en el consumismo temprano que los hace dependientes.

Hemos de formar niños y jóvenes psicológicamente sanos, que posean un correcto nivel de conciencia de sí mismos y del entorno, que sean adaptables, que cuando les surja un conflicto estén capacitados en la medida de lo posible para resolverlo, que cuando les ofrezcan algo que los daña sepan decir desde su libertad “NO”, que aprendan a defender su derecho y su criterio personal.

  • Javier Urra es doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud. Académico de Número de la Academia de Psicología de España.

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