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Dossier Espacio para el análisis y la reflexión

¿Qué le roba el tiempo a la escuela? Un liderazgo contra los ladrones del tiempo

Si la gestión de la propia vida es compleja, gestionar la de los demás ya es una responsabilidad enorme, de las más elevadas, que exige un enorme sentido de servicio, humildad y eficiencia.
Lourdes Bazarra y Olga CasanovaViernes, 21 de octubre de 2022
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© FRESHIDEA

Que a nadie le extrañe que, para empezar a escribir sobre un tema como el tiempo, nos hayamos tenido que poner en contacto con dos tipos a los que tenemos especial cariño y admiración. Uno es Luis Piedrahita. El otro es Yoda. Lejos de ponernos en ruta, como suele ser habitual cuando se pregunta a gente inteligente, sus respuestas nos han desorientado más.

Piedrahita lo resumía así: “A mí este siglo se me está haciendo largo”. Y después de escucharle, no sabemos todavía si es la mejor frase para empezar un artículo sobre los ladrones del tiempo. Sobre todo, después de sobrevivir a septiembre.

Con Yoda, lo de pensar sobre el tiempo nos obliga a mirarlo desde el otro extremo. Ya no es un problema del siglo, como decía Piedrahita. Yoda coloca el problema en nuestro propio tejado: “Tu enfoque determina tu realidad”. Y, al momento de escucharle, comprendemos por qué se nos pone cara de Skywalker.

¿Por qué es tan difícil hablar del tiempo? Porque es hablar de la propia vida. De la gestión de la propia vida. Tranquilos y no empecemos a hiperventilar (es lo que nos está pasando a nosotras mientras escribimos).

Si la gestión de la propia vida ya es compleja, gestionar la de los demás ya es una responsabilidad enorme, de las más elevadas, que exige un enorme sentido de servicio, humildad y eficiencia.

Por eso, para las Arcix, la Gestión del Tiempo es una de las habilidades directivas clave con las que el liderazgo expresa su compromiso con los proyectos y las personas que los llevan a cabo porque es la herramienta que les aporta para hacerlos reales y posibles.

Pero al tiempo no le basta solo el tiempo. O si queréis que lo digamos de otra manera: para que el tiempo sea tiempo no bastan las horas, es necesario decidir qué haces con ellas y cuál es el mejor «cómo» dependiendo de lo que quieras alcanzar.

Si a eso le añadimos que eso hay que conseguirlo mientras los ladrones del tiempo nos acechan, estamos ante un Ocho Mil como mínimo.

La gestión del tiempo en la escuela es, además, de una enorme complejidad. Una complejidad que ha crecido exponencialmente en los últimos 10 años: por retos propios de la escuela, por contexto social y, como dijimos en el artículo del mes pasado, también por la 8ª (empezamos a estar cerca de recibir el Guiness en leyes educativas).

Por eso, nos resulta crucial que, cuando lideramos, dominemos todas las especies de los ladrones que pululan buscando hacernos cambiar de rumbo, nos incapacitan para la eficiencia y nos pueden vencer desde la insatisfacción y el agotamiento. ¿Vamos a por ellos?

Para daros una panorámica, hemos divido a los ladrones en dos tipos:

–Los ladrones que llevamos cada uno de nosotros dentro y que se desperezan con facilidad en cuanto el contexto y una disciplina poco musculada se lo hace posible.

–Los ladrones que vienen del mundo exterior que merodean sin que se les llame pero que saben alimentarse y crecer a partir de nuestra debilidades.

Los ladrones del tiempo dominan tanto las causas propias como las ajenas:

Ladrones que cada uno de nosotros llevamos dentro

1er ladrón: Mi yo, mi  carácter.

Ser conscientes de cómo somos y de nuestros modelos de actuación y respuesta nos permite conocer nuestros puntos fuertes y débiles en nuestra relación con el tiempo.

2º ladrón: Falta de objetivos u objetivos indefinidos. Cuando el problema no es el tiempo sino saber a dónde vas.

3er ladrón: No determinar prioridades.

4º Ladrón: Falta de planificación. Esta falta suele suponer también una mala coordinación entre planificación y programación. Y eso, ¿a qué afecta?:

–Planificación: decidir qué se va a hacer.

–Programación: decidir cuándo se va a hacer y cómo.

6º Ladrón: Tener siempre coartada para no cumplir un programa que no quieres cumplir.

7º Ladrón: La satisfacción de dedicarse a lo urgente y no tener que pensar lo importante.

8º Ladrón: Aceptar que te interrumpan y favorecerlo.

9º Ladrón: Exceso de tareas para el tiempo real que tenemos.

10º Ladrón: Desorden.

Ladrones que vienen del mundo exterior

Ladrón A: La estructura vital y social en la que vivimos. Aprendemos a vivir sin tiempo y, cuando lo tenemos, nos desorientamos y desconcertamos porque nos vemos obligados a pensar qué hacer con él.

Ladrón B: La Administración Educativa. Y el dinosaurio que ha elegido como animal de compañía: la burocracia.

Ladrón C: La mala preparación, diseño y coordinación de reuniones de trabajo.

Ladrón D: No acompañar los procesos. Convierte en opción personal el cambio y no en proyecto de equipo, haciendo ineficiente el tiempo invertido.

Ladrón E: La organización confunde lo urgente con lo importante.

URGENTE: Lo que no puede esperar. Relacionado con problemas.

IMPORTANTE: Afecta a objetivos prioritarios y estratégicos. Relacionado con las oportunidades.

Ladrón F: Infoxicación. Mala calidad, excesiva, imprecisa.

Ladrón H: Cambio sistemático de rumbo y prioridades.

Seguro que alguno se estará preguntando cómo domesticamos, e incluso, cómo podemos hacer desaparecer a todos estos ladrones. Primero que nadie espere que este artículo cambie su vida. El tiempo exige siempre humildad. Así que valoremos mucho si alguna de las ideas compartidas hasta ahora nos ha aportado consciencia, nos ha hecho pensar o identificar.

Segundo, y desde la humildad, os proponemos algunas estrategias que ayudan a hacer más eficiente e inteligente el uso del tiempo:

Propuesta 1: ¿Qué pasaría si hubiera OBSERVADORES DEL TIEMPO en los equipos?

Decía el baloncestista Karl Malone que si ves que el tiempo pasa y tú no avanzas, tal vez debas cambiar de hábitos. Una de las cosas que hace ineficiente nuestro uso del tiempo es el no parar, no observar, no identificar y no mejorar. Por eso, nos parece importante incorporar la figura del Observador del Tiempo. Es una función rotativa que todos los miembros de un equipo de trabajo deben desempeñar en algún momento:

¿Por qué somos ineficientes trabajando tanto? ¿Qué favorece la actuación de los ladrones del tiempo? ¿Cómo podemos cambiarlo? ¿Qué convierte mi centro en urgente y por qué y qué hacemos con lo importante y cómo conseguir ponerlo en primer plano y no a la espera?

Propuesta 2: Coordinar la planificación con la programación en lugar de hacer que vivan vidas paralelas.

Propuesta 3: Tener RUMBO, RUMBO, RUMBO y dominar los «cómos».

Para nosotras es una de las cosas que más y mejor deberían estar visualizadas en el centro. Y acompañadas por una planificación y  programación coherentes.

Que todo el mundo sepa a dónde vamos, cuál es su papel y qué tiempo tenemos para conseguirlo.

Propuesta 4: Conjuguemos el verbo EVALUAR, EVALUAR Y EVALUAR y utilizar la Evaluación no para cerrar sino para MEJORAR y AVANZAR.

La evaluación interna es aún una herramienta inexistente en las escuelas, pese a la implantación de la Calidad. 

Propuesta 5: Desarrollar un modelo de COMUNICACIÓN clara, sintética.

Porque es la que facilita el rumbo, permite visualizar logros y también poner  foco en las acciones de mejora que hay que incorporar.

Propuesta 6:  Y, dado que la Administración opta por burocratizar el trabajo en lugar de facilitarlo y sintetizarlo, poner imaginación a la hora de gestionar este gran agujero negro.

¿Por qué no liberar cada semestre a un miembro del equipo para que, en los tiempos de trabajo en equipo, dedique su energía a liberar la parte burocrática? Es cierto que esta labor luego debe ser recompensada con invitarle a desayunar durante ese periodo de tiempo para evitar que necesite otro tipo de tratamientos, jajajaja.

Este tiempo complejo, tan rodeado de inestabilidad y emocionalidad, necesita una disciplina de observación, de reflexión y contraste enorme. Sin ella el valor del tiempo estará en manos de sus ladrones.

Por eso, como desarrollábamos en nuestro libro Influencers educativos. ¿Cómo transformarnos en adultos inspiracionales?, la gestión eficaz e Inteligente del tiempo es un factor crítico en el liderazgo. Porque  no es tiempo de espectadores. Es tiempo de singularizar. Tiempo de asumir nuestra capacidad de influencia y el deber de aportar valor.

Como afirmaba Dyer, «deja de actuar como si la vida fuera un ensayo. Vive este día como si fuera el último. El pasado ya se ha ido. El futuro no está garantizado».

No sabemos si, mientras leéis este artículo, habéis mirado alguna vez el reloj. Estamos al final, que no es más que el principio de lo siguiente.  El tiempo de salir de la página, de ponernos al frente de las manecillas del reloj con curiosidad, con coraje, pero también con la humildad de quien sabe que el tiempo no le pertenece del todo. Que solo nos pertenece el deber, parafraseando a Gil de Biedma, de no darnos cuenta demasiado tarde de que la vida va en serio. Porque es el hecho de que haya un final antes de lo siguiente, lo que hace que no valga vivir de cualquier manera, y eso significa que uno ha entendido de qué iba eso del Carpe Diem del que nos hablaban en la escuela. 

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