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¿Existe una receta secreta para el éxito educativo?

Evaluaciones como PISA son útiles para comparar la Educación de distintos países siempre que los resultados se interpreten a la luz de factores clave.
Laura García MerinoMartes, 22 de mayo de 2018
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Medalla de oro en comprensión lectora y tercer y cuarto puestos en conocimiento científico y matemático, respectivamente. Estos fueron en el año 2000 los impecables resultados de Finlandia en el ranking de los 30 países participantes de PISA. Las marcas en esta prueba suelen interpretarse como la medida del rendimiento escolar de cada país frente a los demás.

Desde entonces, cada vez que surge un debate sobre resultados escolares, alguien cita a Finlandia como el modelo a seguir. Sin embargo, con las mismas políticas educativas –menos deberes, menos exámenes y más atención a las preferencias del alumno–, en los últimos años Finlandia ha descendido al quinto y cuarto puesto en aptitudes científicas y lectoras y a la duodécima posición en matemáticas. Entonces, ¿existe o no una fórmula que garantice una Educación de calidad?

Las evaluaciones educativas a gran escala (ILSA, PISA, TIMSS o PIRLS) marcan las políticas de Educación globales y nacionales. Los medios de comunicación dan especial importancia a los resultados obtenidos por su propio país y comparan su puesto en el ranking final con las posiciones más altas. En ocasiones, la diferencia es tan alarmante que obliga a los responsables políticos a buscar la “receta secreta” de los países de mayor rendimiento académico, haciendo análisis de variables como la cobertura y precisión del temario en los libros de texto, la formación del profesorado o los métodos de enseñanza.

Sin embargo, según un artículo publicado en Science por Judith Singer, investigadora de la Universidad de Harvard, y Henry Braun, director del Boston College, la obsesión por estos rankings y los intentos por mejorar imitando a otros países no solo lleva a tomar medidas erróneas, sino a prestar menor atención a usos que sí pueden ser constructivos.

“PISA no es un ranking. A pesar de que sea así como se presentan los resultados, no es una mera clasificación”, confirma a Sinc José Saturnino Martínez, experto en evaluación y políticas educativas, y profesor de Sociología en la Universidad de La Laguna. “Decir que España está en el puesto 25 de entre todos los países de PISA no informa sobre nada”.

Y lo aclara con este ejemplo: “Pongamos el caso de una empresa y un ranking de trabajadores según su salario. No es lo mismo la diferencia entre el primero y el segundo si cobran 10.000 y 1.000 euros que si cobran 1.200 y 1.000”, explica Martínez. En PISA, lo importante no es la posición, sino la distancia que separa a unos de otros.

Factores de éxito asiático
La puntuación matemática más alta en el Informe PISA 2012 la obtuvieron Shanghái, Singapur, Hong Kong, Taiwán, Corea del sur, Macao y Japón. Sin embargo, antes de abrazar cualquiera de las características de su sistema educativo, deben tenerse en cuenta algunas realidades sobre el Este asiático. El nuevo artículo de Science aporta datos para este análisis.

China, hasta hace algunos años, no permitía inscribirse en colegios urbanos a los estudiantes que no procedían de la ciudad, lo que excluía, según la OCDE, al 27% de los estudiantes de 15 años.

Por otro lado, en países como Corea, aproximadamente la mitad de los estudiantes participantes de PISA habían recibido tutorías privadas de cara a la preparación de los exámenes de 2012. Este tipo de gastos añadió un 2,6% del PIB a la contribución gubernamental a la Educación, que es del 3,5%.

Los firmantes del artículo concluyen que, en parte, sus resultados no se deberían a los sistemas de Educación pública, sino a la inversión privada. Añaden que los resultados de ciudades como Shanghái, ciudades-estado como Singapur, o de países con un sistema de Educación nacional como Francia, no se pueden comparar con países de sistemas descentralizados, como EEUU, Canadá o Alemania. Para estos últimos, los resúmenes nacionales ocultan la heterogeneidad de las políticas y prácticas del país.

La presión a la que son sometidos los jóvenes de Asia a la hora de afrontar las evaluaciones internacionales puede incluso perjudicarles. “Es cierto que en el rendimiento sobre contenidos los tigres asiáticos están en cabeza”, admite Luis Rico, catedrático de Didáctica de las Matemáticas de la Universidad de Granada. “Pero presentan una actitud mucho más negativa hacia las matemáticas y mayor rechazo que los alumnos europeos y los españoles en particular”.

No todo es la escuela
PISA mide el rendimiento de jóvenes de 15 años matriculados en una institución educativa a tiempo completo. “Se tienen en cuenta las pruebas de todos los estudiantes seleccionados, independientemente del centro en el que estén matriculados o que sean repetidores”, aclara a Sinc Onofre Monzó, presidente de la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas (FESPM).

En España la tasa de fracaso escolar es alta y muchos jóvenes realizan los controles de PISA en grupos que, por edad, no les corresponden. “Si en este tipo de pruebas no se contabilizase a los repetidores, evaluando solo a los que estudian el curso que les corresponde, los resultados estarían por encima de la media de la OCDE”, dice Monzó.

En España no existen desigualdades alarmantes entre centros o alumnos, sino que estas proceden del nivel socioeconómico de las familias. Si se analizan los datos de manera aislada, se observa que los hijos de madres científicas, por ejemplo, tienen un nivel excelente.

Pensar que los resultados de las evaluaciones son producto únicamente del sistema educativo es uno de los mayores errores.

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